Desmitificando la imaginación norteña

Graham Sowa

Mi ingreso en la Escuela Cubana de Medicina Latinoamericana (ELAM) con sede en La Habana ha probado ser menos romántico y desmitificador que lo que muchos jóvenes estadounidenses puedan imaginar.

Un ejemplo vivo de esto puede ser la escena que presencié en una clase de Historia de la Medicina, la semana pasada. El profesor, un académico en todo el sentido de la palabra, daba una conferencia acerca de la crisis sufrida por el sistema feudal en Europa Occidental entre los años 1400 y 1500. Él ilustraba la situación de ese entonces con lógica clara y palabras enunciativas (solo un 50 por ciento, aproximadamente, de mis compañeros de clases hablan el Español como primera lengua).

Se nos informó a nosotros, los estudiantes, que nuevas formas de comercio demandaron el trabajo especializado para la elaboración de productos. Esto transformó el trabajo local en comercio regional y puso gran presión en la especialización de los bienes y consumió la tierra y el trabajo explotador del sistema feudal.

Ahora, esto ocurre en cualquier conferencia de Historia, puedo ver a los estudiantes en varios estados de atención. Con frecuencia muchos no se sienten tan impresionados por los años de conocimientos acumulados del profesor y el notable esfuerzo por acomodar a aquellos que son más lentos para comprender el español.

Quizás estos, como la mayoría de los jóvenes en cualquier clase de Historia del mundo, estén pensando dónde les gustaría estar en estos momentos. Entonces fue cuando, sin esperarlo, llegó un momento que aumentó la atención por parte de todos, y lo único que hizo el profesor fue mencionar un nombre.

En su explicación general, clara y lógica de los hechos de hace 500 años, dio en el blanco con un simple apartado. Ya él había explicado que el cambio del comercio local a regional condujo a la primera manufacturación de productos especializados con la única intención de ser exportados. Fue entonces  cuando mencionó el nombre: Karl Marx.

Karl Marx dijo que este tipo de manufacturación post-feudal de Europa occidental fue realmente el primer intento de capitalismo de la raza humana. Apenas escuché el nombre de Karl Marx me levanté y con mi nueva energía me percaté de que todos mis compañeros  estaban, también, muy animados.

Como la gran mayoría de los estudiantes se mostraban, ahora, muy atentos al escuchar el nombre de Marx, recuerdo claramente la conclusión a la que llegué casi instantáneamente cuando evaluaba la motivación del grupo: esta era la primera vez en cinco semanas de clases de Historia de la Medicina en Cuba, en la Cuba revolucionaria, que escuchaba cualquier nombre asociado remotamente con lo que cualquier norteamericano  pensaría que la historia de Cuba se componía completamente. Es decir, figuras revolucionarias, socialistas y comunistas.

Y mi próximo pensamiento fue: esto cambiará la clase, esto era lo que faltaba, los elementos que todos creían que debían estar. Todos permanecerán atentos y aprenderán de forma activa.

Antes de que acabara de hacer esta observación a mí mismo, el compañero que tenía a la derecha, un muchacho inteligente y curioso de la República Dominicana, se inclinó y me hizo una pregunta. “¿Qué hora es?” Faltaban cinco minutos para que se acabara el turno de clases. Y entonces lo obvio se hizo evidente: mis compañeros de aula no veían el impacto de Marx en nuestra interpretación de la historia, ellos esperaban, intranquilos, a que sonara la campana para salir del aula.

Graham

Graham Sowa: He vivido en Cuba durante tres años. Me gustaría achacar la pérdida de cabello, que se ve claramente en esta foto actual, a los rigores de la vida aquí y a la escuela de medicina, pero probablemente se deba a cuestiones genéticas. Las amistades más fuertes que he hecho durante mi estancia en Cuba han sido con otros autores de este sitio web. La fuerza de esas amistades casi ha restaurado mi fe de que el mundo en la red puede traer cambios tanto fuera de esta como en la vida real. Me he ajustado a utilizar Internet una o dos horas al mes. Mientras tanto he redescubierto cosas tales como pasar páginas de libros, escribir cosas a mano alzada, y tener que admitir que no sé algo en vez de buscar rápidamente la respuesta en Google mientras el profesor no está mirando.