Yoani, valores y clases sociales

Erasmo Calzadilla

Calle Belascoaín. Foto: Juan Suárez

HAVANA TIMES — Me encanta leer a Yoani Sánchez; tiene una fuerza en el verbo que ya muchos quisiéramos. Entiendo perfectamente que gane concursos internacionales, sea famosa y le sobren los enemigos.

La admiro porque, en vez de irse del país o poner su inteligencia en función de intereses personales, como suelen hacer aquí los jóvenes con talento, decidió quedarse a luchar por la libertad y la democracia; falta que nos hacen.

Tampoco soy de los que cree que todo lo que escribe es oro de muchos kilates; suelo coincidir en los detalles pero casi nunca con el enfoque global que da a los temas.

Yoani dedica una de sus últimas entradas a criticar la embestida actual de los medios de comunicación contra las indisciplinas sociales y por el renacer de los valores perdidos.

La campaña es ciertamente ridícula, sosa y poco creíble. Los de arriba se lavan las manos descargando la responsabilidad en la familia y en la escuela. Nada de autocrítica, ni la más humilde confesión de hasta qué punto ellos mismos socavaron la familia, la comunidad, la cultura y las normas sociales de convivencia, como bien expone Sánchez.

¿Qué le vas a pedir a un pueblo al que has bombardeado por medio siglo con el ejemplo de un tipo grosero, agresivo, ególatra y mentiroso que tuvo por principio político el irrespeto y la sordera para con el otro? Yoani cierra el post preguntando ¿Y ahora cómo vamos a arreglar tanto desastre?

Escribo este para exponer mi idea de cómo arreglarlo. Pero antes quisiera matizar la visión de la creadora de Generación Y.

No creo que la causa del lumpen-proletarismo (por decirle de algún modo) sean ni el mal ejemplo del Gran Hermano ni todo el desbarajuste que provocó dándoselas de ingeniero social.

Si así fuera, también lo hubiéramos imitado en su consagración al trabajo, por ejemplo, y claro está que no fue así. La “causa última” de nuestras desgracias radica, según mi modesta opinión, en la alienación social; es decir, en la no participación de los individuos en la cosa pública y en la aniquilación de la sociedad civil. Todo ello estrechamente vinculado a la abismal asimetría de poder entre los mandarines y la gente común.

Estructural más que personal

O sea, la erupción actual de conductas antisociales tiene su origen no en un accidente (la llegada y el enquistamiento en la silla presidencial de un tipo con problemas de personalidad que implantó un régimen anómalo, como parece decir Yoani), el fenómeno hunde sus raíces en las relaciones de propiedad que existen y han existido en Cuba, al menos desde el tiempo de la colonia.

La esclavitud, la explotación y la enajenación propiciadas por el capitalismo, y en los últimos cincuenta y tantos años la megapropiedad Estatal sobre la totalidad de los medios de producción, clasifican entre los factores estructurales que han transmutado a la noble Cuba en chusmilandia.

Eventos particulares de este régimen como la desaparición de la clase media, la migración masiva del campo a la ciudad y la crisis de gobernabilidad por envejecimiento de la casta gobernante, han propiciado la masificación y mejor visibilización de un fenómeno que ya latía con fuerza entre las capas tectónicas de la sociedad.

Intentaré decirlo de manera más clara por si alguien no entendió, y esto va con (no contra) Yoani Sánchez, con Alfonsito, del Departamento Ideológico del Comité Central, con la máxima directiva del ICRT, con Miguel Barniz, con los mofletudos presentadores de la Mesa Redonda y con los profesores de la universidad que ponen su ciencia al servicio de la campaña por los buenos valores:

Habrá y debe haber mala conducta social mientras exista alienación del fruto del trabajo y relaciones asimétricas de poder. Si luchamos contra el síntoma sin tratar la enfermedad, si atacamos la rebelión de la chusma sin atender a su fundamento estructural, estaremos, con las mejores intenciones del mundo, limpiando el terreno para la instauración de una nueva elite (tan refinada como antisocial) integrada por la Burguesía Nacional Revolucionaria en alianza con los Nuevos Ricos.

Si queremos una Cuba mejor (y no una mejor maquillada donde la plebe ocupe el lugar que le corresponde) luchemos contra la diferencia de clases en cualquiera de sus modalidades.

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