Erasmo Calzadilla
Casi todos los cubanos que conozco admiten que a Cuba le hacía falta una Revolución. Tumbar a Batista, restituir el orden constitucional, acotar la excesiva, y para muchos perniciosa, influencia de los EE.UU., repartir las tierras entre los campesinos y acometer un grupo de profundas reformas sociales en pro de los humildes… por ahí andaban las demandas populares que medio siglo de República no habían resuelto ni parecía en camino de resolver.
Creo que fue una genial idea de los jóvenes revolucionarios no entregarle el cake en bandeja a la clase política. Puedo comprender que siguieran de verde olivo mientras hubo agresiones serias. ¿Pero y después? ¿Intentaron implementar algún tipo de democracia o más bien se enquistaron en el poder? ¿Hicieron lo posible por suavizar el diferendo con EE.UU. o más bien aprendieron a sacarle provecho?
En algún momento la Revolución comenzó a levantar más barrotes de los que derribaba; convirtió los cuarteles en escuelas, pero las escuelas comenzaron a acuartelar las ideas. ¿Cuándo y cómo ocurrió? me es difícil precisarlo.
A la altura del 70 la chapucería es demasiado evidente. A principios de la séptima década ya es totalmente claro que Cuba tiene encima a otro sátrapa.
Pero Fidel Castro no fue un tirano como los típicos de la región, de esos plegados a los intereses del imperialismo y concentrados en engrosar su fortuna personal. Castro fue un dictador sinceramente preocupado por la Salud, la Educación y el sendero espiritual que iba tomando el pueblo, o lo que él entendía por tal. El gesto paternal y su furibundo anticapitalismo le ganó las simpatías de media humanidad, sobre todo gente de bien que anhelaba un mundo mejor.
La parrafada anterior no es más que el preámbulo de un proyecto que quiero presentarles. Hace unos días encontré muy cerca de la basura un lote de libros “revolucionarios” (bastante común en estos tiempos verlos tirados en la porquería). Me llamó la atención uno en particular, una colección de discursos pronunciados por Fidel Castro en cada aniversario de los Comités de Defensa de la Revolución, desde el 60 hasta el 67.
Este libro es magnífico para seguir, año tras año, la evolución del proceso. Pretendo ir leyéndolo con calma y si les interesa, comentar aquí mis impresiones.
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