Los viejos son la esperanza del mundo

Erasmo Calzadilla

Grecia, evacuación de niños, 1940, David Seymour

HAVANA TIMES — ¿Quiénes son más importantes, los niños o los viejos? Cada cultura y época responde esta pregunta de manera diversa. Depende de cuán dinámica sea la vida, del rol que desempeñen los diversos rangos etarios, de la expectativa de futuro…

Cuando José Martí escribió que los niños eran esperanza del mundo la revolución científica técnica apenas comenzaba. Gracias a ella el colonialismo español iba en retirada y la vida de una parte creciente de la humanidad mejoraba día tras día.

Luego el panorama no fue ya tan idílico. La civilización industrial cayó en una especie de atractor fatal que la obliga a mudar de piel a un ritmo vertiginoso. Un metabolismo tan dinámico precisa del aporte constante de mentecitas frescas y brazos vigorosos, de muchachones que generen actividad y consumo, de caras lindas que brinden una imagen atractiva a aquel que vino al mundo chorreando lodo y sangre.

Hoy todos estamos todo el tiempo expuestos a que nos cuelguen la tortuguita de rezagado, el cartelito de analfabeto funcional o el apelativo de pasado de moda.

Durante la cuesta arriba de esta civilización desarrollista el futuro fue siempre sorprendente, imprevisible. Tanto así que tratar problemas nuevos con métodos viejos llegó a ser garantía de fracaso. En un ambiente epistemológico tan nihilista el papel social que milenariamente habían desempeñado los ancianos (el de transmisores de conocimiento y cultura) casi se extingue.

Santo Tomás, tabla sobre madera, 1610-1612, Rubens

Si a la modernidad le interesaron alguna vez los cuentos de la abuela fue por curiosidad histórica, onda retro, amor a lo pintoresco o para vanagloriarse de cuánto se ha progresado desde entonces; casi nunca como fuente de conocimiento útil ni de sabiduría viva.

Pero dicen los viejos que todo lo que sube baja y parece que es verdad. El progreso ya se está convirtiendo en regreso y la evolución en involución. Si queremos tener una idea de cómo será el futuro dejemos que los tembas nos cuenten su niñez.

Zurcir, levantar casas sin cemento industrial, cazar, sembrar y pescar con instrumentos rústicos, curar enfermedades a base de remedios naturales, curtir pieles, sacar muelas y otros muchos oficios tendremos que reaprenderlos con la ayuda de los abuelos.

Pero más allá de lo técnico un movimiento cultural restaurador ocurrirá bajo la inspiración de los ancianos, uno que bajará del trono al malcriao, vitongo, derrochador, irresponsable y lascivo héroe del reggaetón actual y en su lugar encumbrará (si la crisis no desemboca en colapso) al luchador y al sensato.

En Cuba

Desde la década del 70 la población cubana decrece y envejece. Los especialistas al servicio del gobierno y todos aquellos que abrazan el progreso como ideología andan preocupadísimos con tan “peligrosa” tendencia.

“Si ya hoy es difícil encontrar jóvenes dispuestos a doblar el lomo ¿Cómo será cuando el ‘capital humano’ escasee? ¿Quién cuidará de tantos viejos?” -es el tipo de preguntas que se hacen.

Detalle del fresco Eparcas rusos, catedral de St. Vladimir de Kiev, 1885-1896, Victor Vasnetsov

El tema es preocupante, en verdad, pero bien mirado podría incluso ser motivo de tranquilidad y regocijo.

Tranquilidad porque si la población continúa disminuyendo de manera gradual hay más chance de que el sistema se adapte y el crash es menos probable. La crisis energética golpeará a todos los países pero el peor diagnóstico es para los más poblados y los de más acelerado crecimiento. Pasa en eso como con las estrellas, que al agotárseles el combustible “explotan” con una fuerza proporcional a su magnitud.

Regocijo porque, sí, contaremos con menos fuerza muscular y menos vitalidad pero habrá más sabiduría por kilómetro cuadrado ¿se imaginan a la perla del Caribe convertida en tierra de sabios y patria de filósofos? ¿a la peña del Parque Central discurriendo sobre el Bien y el Mal?

Termino este post con una reflexión de Jeremy Grantham, un prestigioso inversor que dirige una de las mayores gestoras de activos financieros del mundo. Oigamos al viejo Grantham:

“Este siglo probablemente asistiremos al final de la Revolución Industrial y la era de los ‘recursos ilimitados’ para pasar a una fase de recursos limitados y frugalidad [..] volveremos a adoptar las viejas virtudes de ‘no desperdiciar para no necesitar’ y a acostumbrarnos a usar nuestros sesos en lugar de nuestros músculos de hidrocarburos”.

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