Erasmo Calzadilla

HAVANA TIMES — Vivir a unas millas de una potencia militar poderosa y agresiva no es una empresa fácil. Una nación pobre y pequeña tiene que actuar con mano firme si pretende mantener su soberanía.

Se justifican, hasta cierto punto, el mando vertical y la rudeza en las leyes, pero serán insuficientes si la democracia brilla por ausencia.

La idea es muy sencilla: en una democracia las personas luchan contra un agresor por convicción. Además, la democracia propicia en los seres humanos el descubrimiento de su propia dignidad, y es más difícil someterlos.

En el plano cognitivo-afectivo los cabecillas de la “Revolución” declararon una guerra abierta al analfabetismo y a los valores “burgueses”; y otra solapada y sutil contra la pasión y el imaginario pro-democracia que aún pervivía en el sentido común.

Para exterminar ese bichito intranquilo recurrieron a diversos artilugios psicológicos, ideológicos, mediáticos y propagandísticos. Citaré algunos:

  • Desvirtuaron totalmente el componente democrático y libertario de la doctrina marxista.
  • Identificaron la democracia real con la “liberal burguesa”, la partidocracia y el capitalismo. (Hablo en pasado, pero basta oír a los analistas de la Mesa Redonda para comprender que la lucha continúa.)
  • Manipularon la historia de la nación de manera que:

Todas las contiendas anteriores fueron contra un enemigo exterior, por Cuba Libre o con el objetivo de tumbar a un tirano sanguinario; no para implementar la democracia. Los animados de Elpidio Valdés son un buen ejemplo.

El periodo republicano no fue más que una orgía de corrupción; hasta que llegó el comandante y mandó a parar.

La liberación fue implementada, básicamente, por hombres excepcionales.

  • Han intentado suplantar la idea de Cuba como estado de derechos, por la de Cuba como fraternidad espartana o Gran Familia. Esa insistencia en llamar al presidente comandante, es parte del proyecto.

Y no digo más, la batalla de ideas contra el imaginario democrático ha sido intensa y por suerte bien documentada.

Concluyamos: si usted coincide conmigo en que la democracia real es la clave para mantener la soberanía en el entorno de un imperio poderoso y agresivo, entonces ya podemos identificar una nueva especie de “gusanos”, “traidores” y “apátridas” (por emplear su propia jerga).

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