La cobertura en Cuba sobre Siria

Erasmo Calzadilla

HAVANA TIMES — Desde hace algunos años el televidente cubano puede “disfrutar” de tres rostros nuevos en el campo del análisis político internacional: Walter Martínez, conductor del espacio Dossier, en Telesur; Oliver Zamora, que suelta su cháchara en el noticiero dominical; y Cristina Escobar, la nueva conductora de la Mesa Redonda Informativa.

Yo tenía esperanzas de que Zamora y Cristina, que son tan jóvenes, promovieran algunos cambios. No radicales, porque radicales no iban a ser, pero al menos que abordaran más variedad de temas, nuevos ángulos de enfoque y sobre todo una visión menos maniquea y ultrasimplificada de la realidad.

También esperaba que, cujeao en el mundo “libre”, Walter Martínez no estuviera tan burdamente parcializado con una ficción, digo, facción. Ya no espero nada; ellos se acomodaron en su nicho y no parece que anden explorando nuevas maneras de hacer.

Veamos un ejemplo concreto: El conflicto en Siria.

Cuando estos profesionales de la información abordan el tema, lo hacen de una manera tan unilateral que da pena.

La responsabilidad por la crisis, las muertes, los desplazados y el sufrimiento humano caen siempre, total e irremediablemente sobre las potencias occidentales, que andan avivando el fuego para asegurar su dominio geoestratégico sobre la región.

No lo dudo, pero esa sería acaso una parte de la historia, y puede que no la más importante.

En sus respectivos análisis ellos nunca mencionan, ni por casualidad, la situación político-social que incubó el actual conflicto.

A lo sumo aluden a discrepancias religiosas pero no a la ausencia de libertades políticas, a la violación descarada de los derechos humanos, a la falta de garantías constitucionales, al enriquecimiento de un clan dinástico que mantiene el poder con mano fuerte desde hace más de 40 años, y por supuesto callan ante los crímenes cometidos por el ejército Sirio sobre la población civil desde que empezó la guerra.

Y no me estoy haciendo eco de los medios masivos al servicio del Capital ni del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, mis referencias principales son analistas de izquierda que no suelen practicar doble rasero.

Cuando el conflicto en Libia hicieron lo mismo: Ni una palabra acerca de los pecados de Gadafi, pero se rasgaban las vestiduras porque iban a destruir el país de África con mejor nivel de vida. El nivel de vida es una cuestión primordial, nadie lo duda ¿pero es lo único que cuenta?

¿No cuenta la dignidad ciudadana pisoteada por mandatarios endiosados? ¿No importan los derechos humanos? ¿No les interesan cuestiones como la propiedad sobre los medios de producción, la hegemonía, la explotación de los trabajadores, la distribución de la tierra, la situación de la mujer, entre otras que tradicionalmente incumben a la izquierda?

Pareciera que todos los conflictos del mundo y todos los matices se redujeran a un argumento de historieta: el imperio neoliberal y sus secuaces quieren apoderarse del mundo, mientras nosotros los renegados (con Venezuela, China, Irán y Rusia a la cabeza), luchamos para impedirlo.

Que un alienado consumidor de televisión sostenga esos criterios es comprensible, pero que lo haga un comunicador profesional es mucho más grave. Porque entonces se trata de apañamiento conciente de crímenes de lesa humanidad y de manipulación premeditada de la opinión pública.

En fin, caras nuevas y estilo desenfadado, pero la misma chatarra informativa de siempre. El PCC sigue al mando.