El legado de Laura Pollán

Erasmo Calzadilla

Hay que ser muy inteligente y tenerlos bien puestos para hacer lo que Laura hacía, sabiendo de antemano que la iban a maltratar; tal vez no torturar pero sí maltratar bastante, cosa que se agravaba por su edad y la salud delicada que tenía.

Ella salía con sus compañeras, todas vestidas de blanco y con flores en las manos, sin ofender a nadie a pesar de ser ofendidas, sin clamar la caída de Fulanito o de Menganito, sin alentar el odio.  Pero este sistema actúa como si tuviera mucho miedo, como si un leve resquebrajamiento del miedo ciudadano pudiera barrerlo como a una hojita el viento ¿será cierto?

No es admiración ciega lo que tengo por Laura, perdí la simpatía por ella cuando en un capítulo de Razones de Cuba escuché como apoyaba el golpe de estado en Honduras, conversando directamente con el líder golpista.

No soy inocente, sé que pudo ser un truco, un montaje, pero tengo la impresión de que en este caso no lo fue. De todas manera como nunca la dejaron expresarse públicamente uno está en el deber de dudar, de creer por ejemplo que luego pudo haber cambiado de idea.

No sé qué otros vínculos tenía Pollán con el gobierno de los EEUU. Si es cierto que ellos la financiaban y le dictaban qué hacer lo desapruebo, pero eso no me impide reconocer que con sus compañeras Laura descubrió una manera muy ingeniosa de reconquistar “la calle”, que a partir de entonces ya no sería exclusivamente de “los revolucionarios”.

Gracias a ella ahora “la calle” está a disposición de todo aquel que quiera usarla, incluida la Izquierda, y nuestro mejor homenaje a la difunta será evitando que vuelva a ser exclusivamente de alguien.