¿Efecto colateral del bien?

Erasmo Calzadilla

HAVANA TIMES — Desde el 2012, luego de un sostenido ascenso, el cáncer ocupó el primer puesto entre las causas de muerte en Cuba.

Los funcionarios encargados de comentar la noticia en la prensa han asegurado que ello no se debe a un real despunte de la enfermedad sino a un descenso de la que ostentaba el primer lugar: las cardiopatías.

A partir de los informes estadísticos oficiales es posible verificar que tal afirmación es falsa. Los males del corazón cobran cada año más vidas; el cáncer lo ha alcanzado porque lleva un ritmo de campeón.

Es fácil desmentir a los burócratas. Algunos comentadores, empero, sostienen una hipótesis más sofisticada; una que yo llamo “efecto colateral del bien”. La idea dice más o menos así: “La medicina y las condiciones sanitarias han mejorado tanto en las últimas décadas que muchas enfermedades antes mortales ya no lo son (o demoran en cobrar). Como consecuencia, un número creciente de personas termina sus días en brazos de la más reacia a tratamiento”

Esta hipótesis se basa en un hecho histórico. La medicina mejoró ostensiblemente en la segunda mitad del siglo pasado y la Revolución puso sus logros al servicio del pueblo; los resultados no se hicieron esperar.

Aunque todo lo anterior es cierto el despunte actual de la enfermedad no puede ser totalmente explicado por la hipótesis. En este post pretendo demostrarlo.

Si el cáncer estuviera creciendo a costa de otras causas de muerte la tasa de mortalidad de una o varias de ellas debería declinar en la misma medida. ¿Ocurre así?

La gráfica 1 representa la evolución de los principales motivos de muerte en Cuba; ninguno ha decrecido o desacelerado en las últimas décadas. El gráfico 2 muestra claramente que todos han prosperado desde 1970.

Podemos concluir con toda seguridad que el despunte actual del cangrejo no se debe a una mejoría en la cura o prevención de otras causas de muerte. ¿A qué entonces?

Los burócratas y defensores de la hipótesis “efecto colateral del bien” hacen hincapié en el envejecimiento poblacional. Al haber más ancianos y ser el cáncer una enfermedad predominante en la tercera edad, es lógico esperar que un “lote” mayor caiga a sus pies. Eso es cierto, pero no lo explica todo.

¿Cuánto del auge actual podemos achacarlo al envejecimiento y cuánto a otras “causas”? A continuación lo averiguaremos.

Desde 1970 la población cubana ha sufrido diversos cambios que podrían asociarse al despunte de la enfermedad; ellos son:

  • aumento poblacional
  • envejecimiento
  • aumento de las tasas de mortalidad para el cáncer en algunos rangos etáreos. (ver el gráfico 3)

Como el resultado es la suma de todos los factores resulta difícil distinguir cuánto del acelerón actual puede ser relacionado con cada uno. Los funcionarios al servicio del aparato aprovechan la dificultad para carga las tintas sobre el envejecimiento. Así matan dos pájaros de un tiro: nos recuerdan lo bueno que es el Estado y de paso barajan su responsabilidad en el asunto.

Bajo las faldas del envejecimiento barren el aumento de las tasas de mortalidad ocurrido en determinados rangos etáreos. Quisiera detenerme en este punto.

Cada rango etáreo posee cualidades propias que lo caracterizan; por ejemplo una tasa de mortalidad particular para el cáncer. (en los niños es baja, en los adultos alta)

Dicha tasa varía en el tiempo bajo la influencia de diversos factores pero no cambia si el número de individuos dentro del grupo aumenta o disminuye; es decir, ni el aumento ni el envejecimiento poblacional la modifican. Gracias a esa invariabilidad nos será posible discriminar cuánto del incremento del cáncer es achacable a otros motivos, por ejemplo, a un plus de cancerígenos en el ambiente.

Con los datos aportados por el anuario estadístico de salud y una hoja de cálculo determinamos la responsabilidad de cada cual. Fijando uno de los tres factores a su valor de 1970 podemos calcular cómo se hubiera comportado la mortalidad sin su influencia. No pretendo agobiarlos con los detalles, pasemos a los resultados.

El gráfico 4 está dividido en dos pisos. El de arriba muestra la evolución de la tasa de mortalidad a causa del cáncer desde 1970.

La línea negra indica el valor real, suma de los tres factores; la verde muestra cuál hubiera sido el comportamiento si las tasas de mortalidad por rango etáreo hubieran permanecido invariables; la azul (horizontal) nos confirma que un aumento de la población por sí misma no provoca ningún cambio en las tasas.

Simplificando; de la línea azul a la verde es responsabilidad del envejecimiento poblacional y de la verde a la negra es asociable al incremento en las tasas de mortalidad ocurrido en algunos rangos etáreos.

El piso de abajo muestra lo mismo pero reportando número de fallecidos en lugar de tasas. La línea roja es la más importante porque indica cuánto del incremento en las muertes por cáncer desde 1970 no son achacables ni al envejecimiento ni al crecimiento poblacional sino a otras causas, probablemente un plus de cancerígenos ambientales. La curva posee una clara tendencia ascendente.

El gráfico 5 concreta lo sucedido en 2013. Durante ese año perdieron la vida a causa del cáncer 14 422 personas más que en 1970. De ellos 2600 (18%) pueden asociarse al aumento poblacional, otros 8 900 (un 62%) al envejecimiento y poco más 2900 (un 20%) al incremento de las tasas de mortalidad ocurrido en varios rangos etáreos.

Conclusión: Existe un número importante y creciente de muertes por cáncer que no pueden ser explicados como un “efecto colateral del bien”; otros factores están incidiendo de manera importante. Si nos enfocáramos mejor en ellos (en lugar de barrerlos bajo la alfombra o ponerlos a la sombra de otros menos escandalosos) podríamos cortarles la inspiración.

Cuando las autoridades mencionan estos otros factores, por lo general aluden a aquellos que son responsabilidad personal (tabaquismo, alcoholismo, sexo desprotegido, etc.) y nunca a los que están bajo su responsabilidad (vertimiento de cancerígenos en el entorno por las industrias y automóviles, fuego en los basureros al aire libre etc.).

Sin esas 2900 almas extras no achacables al incremento o al envejecimiento poblacional el cáncer no fuera la primera causa de muerte en Cuba. 2900 fallecidos es más de lo que cobra cada año la diabetes mellitus, el suicidio y la cirrosis hepática, por solo citar las más conocidas entre las más peligrosas.

En el próximo post veremos por qué los vicios y los malos hábitos son insuficientes para entender el impulso actual del cangrejo. Eso es, si logro tener acceso a Internet y el editor me permite seguir abundando sobre el tema.

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