La vida cada vez se endurece y dicen que “vamos por más”

Por Pedro Pablo Morejón

HAVANA TIMES – Por razones de trabajo tuve que reunirme con un funcionario del Partido. En realidad, no era yo sino el director de mi trabajo el que debía hacerlo, pero también fui citado como asesor legal para acompañarlo.

Se trataba de un asunto estrictamente contractual que había tomado un matiz político y esa era la razón de nuestra presencia. En la antesala de la reunión el funcionario comentó sobre el resultado de los votos en la Asamblea General de la ONU (Organización de Naciones Unidas) acerca del embargo estadounidense y seguidamente buscó en Google noticias sobre el suceso.

No tardó en llegar la frustración al no encontrar noticias relacionadas, más allá de la Agencia Prensa Latina y fuentes oficialistas nacionales. Se quejó de lo poco serio que son los medios internacionales, los “grandes medios”, según sus palabras.

Mientras lo decía nos buscaba con la vista anhelando un comentario de respaldo. Yo miraba hacia otro sitio simulando estar distraído, al tiempo que me llamaba la atención el reguero de fotos y consignas. No podía sostenerle la mirada sin expresar algún tipo de desacuerdo.

Solo pensaba que con la guerra de Gaza, la de Ucrania, el tiroteo en Maine, Javier Milei que está a punto de hacer historia en Argentina, Nayid Bukele en el Salvador, etcétera, los “grandes medios” no tienen espacio para una noticia tan intrascendente que no pasa de una mera anécdota entre tantas resoluciones anodinas que se aprueban en la ONU.

Organización tan desprestigiada que tiene dentro de su consejo de derechos humanos a regímenes dictatoriales como los de Rusia, Cuba y Venezuela.

Acto seguido comenzó la reunión que por suerte fue breve. Una de las consignas ya conocidas quedó en mi memoria hasta la siguiente mañana cuando me dirigía a casa. La contrasté con ese pedazo de calle cuando en una distancia no mayor de 300 metros pude encontrar a cinco indigentes pidiendo limosna, imagen, que al igual que otras de personas rebuscando en los latones de basura se han hecho muy cotidianas desde hace tiempo.

Mientras veía estas cosas solo se repetía, como un eco en mi cabeza la frase “Vamos por más”. Llegué a la autopista donde se encontraban más de 30 personas intentando trasladarse. Con el recrudecimiento de la crisis actual del combustible no pasaba ningún camión privado.

Me encontré con un amigo que venía del hospital y me relataba que hubo que gastar miles de pesos en antibióticos para su tío ingresado y que vio en la sala del hospital a personas con heridas infestadas por la falta de estos medicamentos y mientras lo oía solo deseaba, desde lo más profundo de mi ser, no caer jamás en semejante infierno y continuar dándome por afortunado de tener, hasta ahora, una hija saludable.

Transcurrieron casi dos horas cuando un camión de volteo se detuvo y nos recogió. Me bajé con la sensación de que se podía sembrar un boniatal sobre mi cuerpo. Tras casi una semana ausente de casa tuve una recepción nada agradable, era cerca del mediodía y no había electricidad.

La pusieron a las dos de la tarde para volver a quitarla al anochecer. Vine del gimnasio, me bañé y comí (por suerte la había cocinado con antelación) y me sumé a la plática en el portal de mi amiga.

Como soy un tipo estoico he aprendido a serenarme frente a las adversidades y aceptar aquello que no tengo bajo control. La noche estaba fresca y me sentía de buen humor. Mi amiga solo sabía quejarse y para darle “chucho” le dije que no fuera malagradecida, que gracias a su comunismo podíamos disfrutar de una linda noche estrellada. Me dijo un disparate y todos nos echamos a reír.

Me acosté sin esperar la corriente y jamás supe a qué hora regresó. El amanecer me recibió con otro apagón y mientras pensaba en toda esta escasez que cada día amenaza con asfixiarnos, aquella frase no salía de mi cabeza, ya no como gigantesca estupidez, sino como una burla cruel o quizás algo peor.

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Pedro Morejón

Soy un hombre que lucha por sus metas, que asume las consecuencias de sus actos, que no se detiene ante los obstáculos. Podría decir que la adversidad siempre ha sido una compañera inseparable, nunca he tenido nada fácil, pero en algún sentido ha beneficiado mi carácter. Valoro aquello que está en desuso, como la honestidad, la justicia, el honor. Durante mucho tiempo estuve atado a ideas y falsos paradigmas que me sofocaban, pero poco a poco logré liberarme y crecer por mí mismo. Hoy soy el que dicta mi moral, y defiendo mi libertad contra viento y marea. Y esa libertad también la construyo escribiendo, porque ser escritor me define.

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