Postales desde un mundo horizontal

Marina Sitrin 

Los nuevos movimientos sociales son diferentes. No piden alternativas, les dan vida. 

Foto: Plataforma de afectados por la hipoteca de Lanzarote.
Foto: Plataforma de afectados por la hipoteca de Lanzarote.

HAVANA TIMES —  “El problema más grande que tenemos es que no podemos imaginar alternativas. Y ese es el desafío: inventar, crear y pensar como si estuviéramos viviendo inmediatamente  después de la caída, si hay un colapso del capitalismo, y cómo vamos a organizarnos.” Ana, Observatorio Metropolitano y 15M, Madrid.

Durante los últimos diez años he estado viajando por el mundo y hablando con gente como Ana, quienes están creando nuevos movimientos sociales que desafían nuestras concepciones sobre la acción colectiva. Viví en Argentina después de la crisis económica del 2001 y registré la historia oral  de la rebelión que le siguió. Estuve también con organizaciones de usuarios de agua auto-organizados en Cochabamba, Bolivia, y con el movimiento Occupy a lo largo de EE.UU. También trabajé con asambleas barriales en Grecia y España, así como con grupos de defensa de la vivienda en los EE.UU. y Alemania.

Ninguno de estos ejemplos cabe dentro del esquema de los movimientos sociales tradicionales que formulan demandas y  que luego piden a las instituciones que las apliquen, un enfoque que, a menudo, desmoviliza el movimiento y sólo conduce a victorias temporales. En cambio, estos nuevos intentos, son mucho más profundos en tanto buscan recuperar nuestras relaciones con los otros, para reinventar formas de ser que tengan sus raíces en la solidaridad horizontal, el intercambio, la democracia y el amor.

“Supongo que para mí soy un firme creyente del poder de la acción directa y la creación de condiciones con las que podemos obligar al Estado a sentarse en la mesa de negociación. De esta manera es posible lograr cambios, más que dentro de un marco de demandas. Esa es tal vez una forma menos pasiva de mendicidad o rogar por peticiones. Creo que éstas, a menudo, re-legitiman el poder del Estado. “Matt, Occupy Wall Street, Nueva York.

La observación de Matt resume lo que – para muchos críticos – constituye una debilidad de estos nuevos movimientos, pero que ellos ven como una fortaleza: no tratan de influir en la opinión pública o en las políticas del gobierno, y no están organizados en torno a un programa formal. En lugar de exigir un futuro que ellos saben que nunca se les será dado por otros, su objetivo es crear su propio futuro colectivamente.

Esto ocurre de dos maneras. La primera es a través de acciones directas que mantiene a las personas bajo un techo, alimentadas y educadas; parques abiertos y tarifas bajas de autobús, los servicios de salud accesibles, y una vida sin deuda perpetúa como una posibilidad práctica. La segunda es mediante la creación de una verdadera democracia donde la gente pueda participar activamente y tomar decisiones que afectan a sus vidas. Pero en lugar de pedir a otras instituciones ser más democráticas, su enfoque es declararlos antidemocráticos y proponer alternativas de trabajo. De ahí las consignas de estos movimientos como Ustedes No Nos Representan y Democracia Real En España, El Pueblo Debe Mandar, en Portugal, y Ni Siquiera Puedes Imaginarnos en Rusia.

marina-1Las relaciones se están forjando con instituciones poderosas como los gobiernos, los bancos y las compañías de seguros, pero no desde la posición tradicional de los movimientos que hacen pedidos. Más bien desde los grupos auto-organizados que están haciendo que las cosas sucedan -como evitar el desalojo de una casa- que puede llevar a negociaciones con los bancos que participan más allá siguiendo la sucesión de eventos hacia abajo. Esto es diferente de organizar una protesta frente a un banco exigiendo que no desaloje a una familia, o protestando en contra de sus prácticas crediticias. Puede parecer semántica, pero en realidad es una cuestión central de poder y donde se encuentra éste-; en este caso, como algo que pertenece y se activa desde abajo, no como algo que debe pedirse a los de arriba.

“Recuerdo que en octubre estuve observando los resultados de una encuesta de opinión pública en el New York Times donde el Congreso de EE.UU. obtuvo un índice de aprobación del 9% y Occupy obtuvo más de un 60%. Creo que se ha producido en los EE.UU. –y en todo el mundo– una deslegitimación de las instituciones sociales, políticas y económicas existentes, por lo que la gente está buscando algún tipo de alternativa a eso. Y lo estamos viendo en los demás – es así de básico. Sólo con mirarnos el uno al otro, ser capaces de hablar y ser escuchados, y de manera horizontal.”  -Marsia, Occupy Wall Street, Nueva York.

Horizontalidad es un término ampliamente utilizado para describir estas nuevas relaciones sociales. Como lo dicen las mismas palabras, tales relaciones proporcionan una superficie plana sobre la cual interactuar y comunicar. La horizontalidad necesariamente implica el uso de la democracia directa y la lucha por el consenso a través de asambleas generales y otros modelos similares en el que todas y todos sean escuchados y nuevas relaciones se puede crear. Estos experimentos no son fines en sí mismos, sino herramientas que ayudan a facilitar nuevas relaciones que se basan en la confianza, el intercambio y la comunicación abierta dentro de toda la sociedad.

“Nos gustaría que el principio de la horizontalidad y la democracia directa se aplicara a todos los ámbitos de la vida, y un área muy importante es el consumo. En este momento el mercado está organizado de forma jerárquica por lo que nuestra relación con él es de consumidores. Pero aquí queremos promover otro tipo de consumo. Por lo tanto, estamos en contacto con las personas que producen alimentos y otras cosas, y tenemos una relación directa con ellos, y queremos saber qué están produciendo, cómo producen y tener la mayor cantidad posible de control sobre lo que consumimos. (…) No hay intermediarios, ni mediadores, y esto funciona de muchas maneras diferentes. También nos ayuda a crear nuevas cooperativas de producción con el fin de ayudar a satisfacer nuestras necesidades. Así que comenzamos con nuestras necesidades, y desde ahí decidimos lo que queremos. “Theo, Micropolis, Thessaloniki, Grecia.

Lo que Theo describe es política y practica “pre-figurativa” – la creación de un futuro en el presente para lograr igualdad y democracia, tanto a nivel personal como institucional, para que puedan reforzarse mutuamente. Los nuevos movimientos sociales podrán rechazar los modelos convencionales de la democracia representativa y el capitalismo, al mismo tiempo que se enfocan en la creación de relaciones de trabajo para el cuidado y apoyo que hacen una realidad de las alternativas que buscan.

Una asamblea de OWS: Foto: Jed Brandt
Una asamblea de OWS: Foto: Jed Brandt

Vi este proceso en el trabajo en las comunidades que se establecieron en las plazas y campos donde comida, salud, apoyo legal y para los niños y muchos otros servicios más fueron proporcionados. La participación directa, el hablar con los vecinos, la formación de asambleas, para decidir qué hacer y  luego actuar colectivamente – estas fueron las características de todos los movimientos con los que trabajé, sin jerarquía ni la elección de representantes formales. Y estos principios tuvieron un profundo efecto en las personas que los practicaban.

“Después de lo sucedido, España se siente colectivamente diferente. Pienso en mi padre, por ejemplo, quien era una persona apolítica, y ahora es una persona que escucha, con la que se puede tener una conversación en cualquier momento, que está bien informado. Son este tipo de personas ahora quienes están haciendo oír su voz, las personas que ahora participan en cabildos y participan en cosas que nunca hubieran hecho antes.” Begonia, 15-M, Madrid.

En todo el mundo, las personas se están organizando de formas horizontales que representan el mundo que desean, y en el proceso se están creando a sí mismos de nuevo. Todos aquellos con los que hablé hablaban de haber cambiado, de haber desarrollar un nuevo tipo de confianza y dignidad. La angustia que pudieran haber sentido después de perder su trabajo o su casa fue traducida en rabia, pero combinada con el conocimiento y experiencia de que no era su culpa. De hecho, eran parte de la mayoría, y podían hacer algo sobre la crisis, incluso si no fuera por ellos mismos – podrían organizarse y crear alternativas: no pedir por ellas, pero hacer que cobren vida directamente. Y eso es poder.

Ernest, de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, una red de lucha contra la exclusión y contra el desalojo en Barcelona, me dijo:

“El 15-M es algo que va a dejar una huella en ti para siempre. Ha cambiado a millones de personas, una por una, personas que nunca serán las mismas otra vez. La gente sabe que pueden lograr cosas, que si se unen con otras personas iguales, van a cambiar las cosas, y esta es una fuerza, muy poderosa. Es claro que no sabemos a la perfección las formas de hacerlo, y tampoco está mal si nadie lo sabe, ni tiene la fórmula mágica. Lo que importa es que estamos ahí, tratando de encontrar el momento para hacer el quiebre. Creo que este es uno de los puntos más fuertes del 15-M. Tenía la piel erizada durante esos días. Yo no lo podía creer. La Plaza Catalunya estaba llena de gente que respetaba el horario, hablaba con megáfonos, comunicándose entre sí. Hubo momentos en los que llore, lleno de emoción. No creí que pudiera ser testigo de algo como esto en mi vida, ni siquiera en mis sueños, pero ahí estaba.”
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Traducción: Marcela Olivera