Premian a proyecto para personas Síndrome Down

Isbel Díaz Torres

Pude ver la sorpresa y la emoción en toda la familia.

Me sentí reconfortado cuando vi que los premiados (una joven promotora cultural, un padre, una madre y una niña Síndrome de Down) estaban sentados frente a mí, en la penúltima fila.  Eso era una buena señal.

Desde hace diecisiete años, el Centro Félix Varela viene celebrando en Cuba el certamen iberoamericano de ética “Elena Gil.” Con el evento, esta ONG cubana se ha propuesto el difícil reto de “salvaguardar la eticidad humanista de nuestros pueblos.”  En un entorno global que tiende a la banalización y homogenización en todas las áreas del desarrollo humano, contribuir a tal propósito puede ser una tarea ardua.

Además de los premios del certamen, se otorgan cada año un grupo de cinco distinciones a personas o colectivos con acciones a favor de los valores humanistas y de justicia social.  La directora me contaba, al finalizar, de los muchos proyectos atractivos que se habían presentado este año, algo que saltaba a la vista al ver la calidad de los ganadores.

Para mi alegría, entre las tres menciones otorgadas estuvo el libro que estoy leyendo en estos días.  Se trata de la valiosa compilación “Transgénicos. ¿Qué se gana? ¿Qué se pierde?,” publicada por la editorial de esta misma ONG.  El valiente libro, que algunos científicos cubanos buscan desesperadamente, tendrá un gran impacto en la ampliación del conocimiento, sensibilización y movilización entre los interesados en los organismos genéticamente modificados y su repercusión social.

El proyecto “Con amor y esperanza,” ganador este año, tiene su sede hace nueve años en mi tierra natal, Pinar del Río.  Se trata de una experiencia donde promotores culturales enseñan el arte del grabado a niños y jóvenes con Síndrome Down.  La actividad estimula la potencialidad de expresión de estas personas, y su integración social, a la vez que impacta a sus familiares, a los gestores del proyecto y a la comunidad.

En el momento que mencionaron sus nombres pude ver la sorpresa y la emoción en toda la familia, incluida la niña.  El padre comentó con dolor al público que “el proyecto está en una difícil situación (…) la casa se ha destruido y llevamos varios meses sin poder hacer nada.”

Supongo que este premio y la celebridad que lo acompaña se traduzcan en beneficios para este grupo de seres tan valiosos que, como decía el padre “vienen a refrescar a la humanidad, viciada de tanto mal.”

Isbel Diaz

Isbel Díaz Torres: Pinar del Río y La Habana son mis ciudades. En una nací, el 1º de marzo de 1976, y en la otra he vivido desde siempre. Soy biólogo y poeta, aunque eventualmente he sido músico, traductor, profesor, informático, diseñador, fotógrafo, o editor. Soy un gran inconforme y defensor de las diferencias, quizás por haber sido desde siempre un “niño modelo” muy reprimido. Nada me subyuga más que lo desconocido, la naturaleza y el arte me funcionan como fuentes de misterio y desarrollo. Un sorprendente activismo ha nacido en mí en los últimos tiempos. Aunque no estoy muy seguro de cómo utilizarlo, siento que es una energía noble y legítima. Ojalá tenga discernimiento para manejarla.

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