El hincha frustrado
Alfredo Fernández
Por estos días el mundo anda tras un balón, exactamente tras un balón de futbol. Treinta dos países se reúnen en Sudáfrica para conquistar la copa que acreditará al vencedor como el mejor equipo del planeta en los próximos cuatro años.
Una observación se ha hecho habitual entre muchos cubanos cada vez que se celebra el evento. Resulta que lo impresionante no está en los equipos que participan en competencia, sino en la hinchada que los acompaña.
Los cubanos no pueden dejar de ver sin asombro a miles y miles de personas que siguen a sus equipos hasta el último confín del mundo, y aunque los de la isla no tengan datos precisos de la procedencia de estos seguidores, su comportamiento en las gradas da cuenta que son personas de pueblo y por consiguiente obreras.
Aquí se dice que los hinchas de Brasil, México, Argentina o Uruguay ahorran hasta el último centavo para acompañar a su equipo al mundial. Una vez obtenido el dinero para pasaje y alquiler de hotel barato, nada podrá impedirles seguir a su equipo.
En lo particular sólo veo el fútbol en mundiales, mi pasión es el béisbol, sigo al equipo Cuba y como a tantos cubanos me encantaría ser su hincha, por esto, ahorraría minuciosamente hasta el próximo Clásico Mundial de Beisbol en el 2013, reservaría un hotel en el país que se celebre y con gusto pintaría mi cuerpo con colores de la bandera para apoyar a mi equipo.
Pero es imposible, pues necesitaría una carta de invitación de alguien del país que organiza el evento y luego tendría que padecer el burocratismo migratorio cubano, eso sin contar que el pasaje costaría un precio imposible de pagar por mi salario irrisorio.
Por esto, continuaré conformándome con ser un hincha que mira los partidos de los mundiales de fútbol y béisbol, siempre por televisión.