Las tierras prometidas no siempre cumplen lo que prometen

Osmel Almaguer

La Habana es, para la mayoría de los cubanos que viven en el interior del país, la oportunidad de dar un cambio importante a sus vidas.  Ganar buen dinero, conseguir una buena casa y, si es pertinente, conocer a alguien que te ayude a salir del país, son algunas de las ideas que traen los emigrantes.

Si bien es cierto que en La Habana la situación no está muy fácil que digamos, también lo es que, según me han contado algunos parientes y amigos, en el resto de las provincias el apoyo del gobierno a la familia es mucho más insuficiente que el prestado a los hogares capitalinos.

Por ejemplo, aquí nos toca el gas de cocina cada 15 o veinte días, y si viviéramos allá no lo veríamos nunca.  Hay lugares donde sí, porque no todo es absoluto, pero en muchos lugares del país, sobre todo en el oriente, los suministros de combustible se reducen a unos cuantos libros de querosene cada seis meses, y hay incluso zonas que no cuentan ni con eso.

Sólo me he referido al tema del combustible para la cocina.  Ahora llevemos esta situación a todos los renglones de la economía doméstica y saquemos conclusiones.  Luego, sumémosle a ello que es La Habana, a excepción de algunos cuantos polos turísticos a lo largo de todo el país, el lugar en donde más dinero circulante existe.

Mi primo vino desde Holguín hace unos meses con el sueño de triunfar como “botero.” o sea, manejar un “almendrón.” carro antiguo americano, y hacer mucho dinero para regresar a su tierra y comprarse una casa.

Sacrificó la cercanía de su esposa e hijo, madre y amigos, para realizarse, y en verdad todo hubiera podido resultar mejor, sino hubiera corrido con tanta mala suerte, y dependido de un sujeto, su socio, con tan mala voluntad.

Tres factores fundamentales incidieron en su retorno a Holguín con las manos vacías.  El transporte estatal, mejoró incomprensiblemente en los pocos días que pudo trabajar.  Ya volvió a empeorar.  Y he dicho “pocos días” porque el carro no salió de una rotura para entrar en otra.

El hijo del dueño se había encargado de destrozarle el carro a su padre, y a este se le ocurrió que mi primo se lo podía arreglar.  No estaba muy lejos de la verdad.  Mi primo es de esas personas que lo dan todo.  Si el viejo le hubiera pedido que le arreglara el carro gratis, él le hubiera ayudado.

Pero resulta que la mente de algunas personas está tan llena de basura, que no se imaginan que por las buenas se puedan lograr cosas buenas en la vida.  Así que armó todo un plan macabro para embaucar a mi primo y convertirlo en su criado.  Plan que gracias a las alertas que le dimos no se pudo concretar.

Todos los lugares tienen ventajas y desventajas, en todos hay gente buena y mala, pero alrededor del dinero se suele reunir la mayor cantidad de gente sin escrúpulos.  Así que el bienestar de una tierra dependerá siempre de la bondad de sus habitantes.

osmel

Osmel Almaguer: Hace poco solía identificarme como poeta, promotor cultural y estudiante universitario. Ahora que mis nociones sobre la poesía se han modificado un poco, que cambié de labor y que he culminado mis estudios ¿soy otra persona? Es usual acudir al status social en nuestras presentaciones, en lugar de buscar en nosotros mismos las características que nos hacen únicos y especiales. Que le temo a los arácnidos, que nunca he podido aprender a bailar, que me ponen nervioso las cosas más simples y me excitan los momentos cumbres, que soy perfeccionista, flemático pero impulsivo, infantil y anticuado, son pistas para llegar a quien verdaderamente soy.

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