La peregrinación

Por Emilie Vardaman

HAVANA TIMES – Juan Pablo Ixbalan salió de su casa en el pueblo de Santiago de Atitlán, Guatemala. Cruzó el lago en un pequeño bote, una panga. Otros feligreses lo acompañaron, y cuando llegaron a las costas de Panajachel, emprendieron a caminar.

Recorrieron tanto las tierras altas como las selvas de Guatemala y cruzaron hacia México. No tenían que esconderse ni cruzar a hurtadillas. Allí eran esperados y se les daba la bienvenida, y luego comenzaron a andar un poco más.

La peregrinación los llevó un poco al este y luego al norte. Pasaron por pueblos y ciudades y por las afueras de las ciudades hasta llegar a Reynosa, Tamaulipas. Ahí se dirigieron a la ciudad para continuar su viaje hacia la frontera de Estados Unidos.

Una vez más, los esperaban y le daban la bienvenida.

Ellos perseveraron en su caminata, sabiendo que ya habían cubierto más de 1900 kilómetros, pero les faltaban unas 1300 aproximadamente más por recorrer. En ocasiones se les unieron otros durante partes del viaje. Muchos de los que los acompañaban eran guatemaltecos, pero no todos.

La peregrinación continuó hasta el pequeño poblado agrícola de Okarche, Oklahoma. Allí atravesaron caminos de tierra, pasando por campos de maíz, ganado y trigo. Su caminata terminó, temporalmente, en el lugar de nacimiento del padre Stanley Rother, quien fue asesinado en la rectoría de la iglesia en Santiago de Atitlán, en 1981.

El padre Stanley Rother en una fiesta en Guatemala. Foto de la Arquidiócesis de Oklahoma.

Aunque el cuerpo del sacerdote regresó a Okarche, él dejó su corazón, literalmente, con la gente de Santiago de Atitlán. El corazón está enterrado bajo el altar de la iglesia donde Rother ofreció sus servicios al pueblo que amó durante tantos años.

Juan Pablo y los demás hicieron la peregrinación de 2000 millas para honrar al padre Rother y para asistir a su beatificación en septiembre de 2017.

En 2015, treinta y cuatro años después de su asesinato, la Iglesia Católica nombró mártir al padre Rother. Se convirtió en el primer sacerdote nacido en Estados Unidos en ser nombrado mártir. Al año siguiente, el papa Francisco aprobó su beatificación y la ceremonia se llevó a cabo en 2017.

Ixbalan y los demás peregrinos fueron honrados y bien atendidos mientras se encontraban en Okarche, alojados en casas de feligreses locales y comiendo, por primera vez, pollo frito.

Mientras estaban en Okarche, Juan Pablo y los demás tuvieron la oportunidad de visitar la casa de la infancia de Stanley Rother. Ahí fue donde rompió a llorar.

El hombre de sesenta y tres años lloró por la memoria del cura que había llegado a su aldea en 1968, cuando Juan Pablo era un adolescente. El adolescente se acercó al sacerdote rápidamente, aunque el hombre no hablaba el idioma del pueblo, tzʼutujil.

Si bien Rother había tenido un desempeño deficiente en el estudio de idiomas cuando estaba en la escuela y jocosamente afirmó saber menos de una docena de palabras en español a su llegada a Guatemala, sí aprendió el idioma del pueblo.

Juan Pablo recordó al hombre que trabajó codo a codo en el campo con los aldeanos y hasta podía arreglar los tractores averiados.

Recordó al Padre buscando, y en ocasiones recuperando, los cuerpos de los desaparecidos del pueblo. Recordó que el sacerdote creó un fondo para las viudas y los hijos de los desaparecidos. Recordó cuando el hombre puso en marcha una emisora ​​de radio en una aldea. Recordó cuando el nombre de Rother apareció en la lista de futuros asesinados del ejército.

Después de descansar unos días en Okarche, Juan Pablo y los demás comenzaron el tramo final de su viaje: al Centro de Convenciones Cox en Oklahoma City, a sesenta y pico kilómetros de distancia.

Esta vez los peregrinos no estaban solos. Algunos familiares y amigos de Rother fueron con ellos y, con el tiempo, cientos se unieron a ellos para el viaje, especialmente en el último tramo, desde la ciudad hasta el centro.

Cientos de personas caminan por la Ciudad de Oklahoma para asistir a la ceremonia de beatificación del padre Rother. Foto de Doug Hoke, publicada originalmente en The Oklahoman.

Más de 20.000 personas se presentaron en el centro de convenciones para la ceremonia de beatificación del padre Rother. Juan Pablo y otros de su pueblo participaron en la liturgia.

El Centro de Convenciones de Cox estaba lleno. Foto de Dave Crenshaw, publicada originalmente en Today’s Catholic.

El arzobispo Paul Coakley dirigió la ceremonia. De Rother dijo: “En última instancia, si Dios llama a un joven de Okarche, Oklahoma, a ser santo, a ser beatificado, a ser un mártir, nos recuerda que todos nosotros, sin importar nuestros comienzos, nuestras circunstancias, somos también llamados a la santidad “.

Juan Pablo Ixbalan, quien caminó más de 2000 millas para honrar al padre Stanley Rother y asistir a la ceremonia de beatificación de este. Foto de Juan Pablo, publicada en línea por KGOV en Oklahoma City.

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