San Isidro y el Ministerio en la distancia

Por Ronal Quiñones

La noche del 26-11-2020 cuando la Seguridad del Estado cubana asalto la sede del Movimiento San Isidro en La Habana Vieja. Foto: facebook / 14ymedio

HAVANA TIMES – Las últimas horas han sido bastante convulsas en Cuba. Aún cuando la mayoría de la gente, incluso en La Habana, sigue aparentemente con su vida normal, ha habido un impacto en los hechos ocurridos en la barriada de San Isidro y en el Ministerio de Cultura.

En una casa de La Habana Vieja se alzó la voz, primero para defender a un rapero, luego para ir mucho más allá. El detonante de ese grito de exorcismo no creo que tenga más resultado del que ya ocurrió, pues las imágenes subidas por el propio protagonista lo incriminan, al ofender a una autoridad pública.

Eso no tiene discusión, y ningún ciudadano, ni el más excelso de los artistas, puede estar por encima de la Ley. No presentar apelación fue también, de cierta manera, rendirse sin agotar la última bala, aunque esta esté condenada a no dar en la diana.

Pero esa era solamente la punta del iceberg, porque los plantados en San Isidro subieron la parada al colocar otras exigencias para detener la huelga de hambre que habían iniciado, incluyendo el cierre de las tiendas que venden en dólares estadounidenses.

Esa medida, una daga en el corazón de los cubanos que viven de sus esfuerzos, tampoco creo sea revertida, porque ciertamente hay escasez de divisas y el Gobierno no tiene muchas más opciones para captarlas, aunque sea en detrimento de buena parte de la población.

No obstante, el hecho de alzar la voz, y protestar por cosas un poco más terrenales, tiene un enorme mérito en un país controlado por la oficialidad.

Como un espectador más vi el programa especial que puso al aire la televisión cubana en la noche de este sábado, y no sé si cumplió realmente su objetivo. En primer lugar, aunque cueste creerlo, muchos cubanos desconocían el trasfondo de lo que estaba ocurriendo en San Isidro, y esto fue una pantalla para divulgar los hechos.

En segundo lugar, se pretendió dar la imagen de fiesta dentro del lugar, porque los propios involucrados subieron fotos en las que estaban bailando. Ciertamente, no creo que eso espante a ningún cubano, porque aunque las circunstancias son bien serias, un encierro hay que pasarlo de la mejor manera, sin que eso signifique ceder un ápice en tus demandas.

No obstante, como parte de una cultura de la contrainformación ya practicada hasta la saciedad, se dejaron caer varios mensajes que llevan al rechazo de los involucrados.

El más importante de todos es el de la huelga de hambre supuestamente violada. No se aclaró en ningún momento que dentro de la casa había personas que no estaban en huelga, y otras que la iniciaron, pero la abandonaron en poco tiempo, por lo que era perfectamente normal que siguiera entrando comida.

Al no aclararse ese detalle enormemente importante, muchos televidentes (fui testigo de las reacciones entre quienes me rodeaban) tacharon de inmorales a los protestantes.

El otro elemento fue el del desalojo, en el cual, a mi juicio, no quedaron bien parados los demandantes, aunque condene la violencia desmedida con que se hizo. Como se dice en buen cubano, se la sirvieron en bandeja a las autoridades, con la llegada del periodista.

En medio de una pandemia, y con estrictos protocolos de seguridad explicados hasta el cansancio, fue extremadamente inocente visitar San Isidro cuando acabas de llegar del extranjero.

Sospecho que la supuesta “alteración” en los resultados del PCR no es real, pero nadie puede demostrarlo, y realmente con esa actitud poco reflexiva echó por tierra lo conseguido en los días previos.

Ya sin un espacio físico para manifestarse en libertad, separados como estarán por un buen tiempo, su mensaje se va a diluir inevitablemente. Experiencias en ese sentido hemos vivido unas cuantas.

Voy ahora al otro hecho, quizás más trascendente por la importancia y cantidad de los involucrados, sin que ello signifique menospreciar para nada a quienes estaban en San Isidro.

No se recuerda en la Cuba revolucionaria un plantón que haya terminado con los protestantes en diálogo directo con quienes señalaron.

El plantón de artistas frente el Ministerio de Cultura al mediodía del 27-11-2020. Para la noche ya había más que el doble de personas. Foto: Camila Acosta / BBC.com

No se atrevió el ministro de Cultura (según se explicó porque no estaba en el Ministerio, pero con todas las horas transcurridas desde la llegada de los primeros artistas sobraba tiempo para que arribara). Tuvo que dar la cara un viceministro, por cierto, uno que tiene tan poca obra reconocida como el rapero al que quisieron denigrar por ese motivo.

Hasta ahora, aunque el sector de la Cultura tenía ciertas prebendas en cuanto al pataleo, siempre se hizo todo a puertas cerradas. Sin embargo, todo parece indicar que ese espacio, controlado también, no será suficiente en lo adelante, pues entre las demandas de ese otro grupo, algunas coincidentes y evidentemente impulsadas por los de San Isidro, se encuentran también un acceso más directo a la toma de decisiones.

Contra el plantón mucho más numeroso la acción no podía ser igual, y aunque se prohibió el paso de unos cuantos que hubieran aumentado la convocatoria, se fue sospechosamente la electricidad, y otros recibieron hasta gases lacrimógenos, según alegan, al final tuvieron que abrir las puertas del Ministerio para entablar el diálogo.

Aquí estaban involucrados artistas de renombre de casi todas las manifestaciones, y personas con ética como el cineasta Fernando Pérez y el actor Jorge Perugorría sirvieron como “intermediarios” para acercar posiciones.

Les va el prestigio en esta tarea que asumieron, porque aquello no acabó en esa reunión, sino que irremediablemente tiene que terminar en acciones concretas. De promesas incumplidas está lleno ya el anecdotario rebelde, y será vital mantener viva la llama para no caer una vez más en la desidia y el olvido.

No quiero ser tremendista, pero así es como empiezan las transformaciones por la vía pacífica. En sostener con valentía las demandas y seguir sumando gente estará el éxito de lo que hemos visto en la distancia en las últimas horas. San Isidro ha sido un punto de partida, ojalá no sea un punto final.

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