Fin de año fuera de Cuba

Caridad

Fin de año en Venezuela.

No voy a ocultarlo, se me va a notar enseguida: no me gustan  las fiestas de fin de año.  Me gusta reunirme con mi familia, que estemos todos (tíos, tías, primos y primas, la abuela y el abuelastro, la novia de turno de mi hermano o el amigo-amante de mi tío); jugar pelota con mi banda de primos que dejan de ser adolescentes, poner alguna música que nos guste a todos, (algo muyyyy difícil, porque somos tres o cuatro generaciones distintas), reírnos unos de otros por un rato y evitar hablar de política para no terminar todos como perros y gatos en noche de luna llena.  Eso es algo muy distinto a “celebrar” el 31 de diciembre.

No voy a mencionar el 24 de ese mes porque mi generación no conoce de ese tipo de celebraciones (con excepciones, claro).  De todos modos, aunque no me lo hayan enseñado, y aunque me conozca muy bien la historia de noche buena (sobre todo después de 5 años de estudio de teología); no me interesa celebrarla.

En general no creo en ese asunto de marcar en el tiempo determinados momentos del pasado que nos obliguen a actuar de un modo u otro, mucho menos si se trata de “lucir alegre.” Es ridículo forzarse a lucir alegre porque el año termine o comience o porque haya nacido o muerto alguien a quien no conocimos.

Creo que la alegría debe andar con nosotros todo el tiempo, si le permitimos la entrada da igual que comience o finalice un período de tiempo que no es igual para todos los habitantes del planeta.

Pero si antes me molestaba ese fingir de la euforia, desde hace un tiempo me llama mucho la atención esas ansias de hacer compras por fin de año.  No mencionaré los adornos que pretenden alegrar nuestras tiendas, desvencijadas en su mayoría.  Ahora estoy fuera de Cuba y los adornos son igual de kitsch, aunque resalten menos en las vidrieras llenas de productos.

Es increíble cómo venden, cómo corre la gente detrás de objetos tan efímeros y tan fáciles de construir por ellos mismos, si es que les resultan tan necesarios para ser “felices” en esta época del año.

Alguien saltará de su asiento y tratará de explicarme que se trata de “tradiciones.” algo que no conozco porque crecí en medio de contingencias especiales y períodos Definitorios para la revolución de mi país.  Pero, si se trata de “tradiciones.” ¿no sería más estimulante para las personas construir ellas mismas, como antaño, sus propios pesebres, los adornos de los arbolitos y toda esa cadena de objetos que echarán a la basura apenas comience el nuevo año?

Fin de año en Venezuela.

Sí, es evidente que no me agradan las fiestas de fin de año, al menos las fiestas occidentales; donde los dirigentes religiosos se llenan la boca con palabras tan usadas y maltratadas que pocos logran aprehender en su esencia.  Donde los dirigentes políticos hablan de grandes esfuerzos pasados y por venir.  Donde demasiadas personas ven esta fecha solo como una oportunidad más para embriagar los sentidos e intentar olvidar lo que creen que son y que, por supuesto, casi nunca les agrada.  Donde otros ven como un total martirio la obligación de reunirse con la familia que, quizá, aproveche ese momento para exigirles que sean como la sociedad los necesita.

Las personas suelen ser más alegres, con sinceridad, en cualquier otro momento.  Quizá sea ese uno de los detalles: la sinceridad, la espontaneidad, lo que noto que más se ausenta por estos días.  Quizá he visto mayor alegría en alguien cuando su equipo preferido gana un juego, cuando ven un atardecer después de muchos días de lluvia, cuando brota una florecita de la planta que hace mucho tiempo sembraron, cuando se recuperan de una enfermedad, cuando celebran el primer aniversario de su hija(o); cuando se bañan en el mar por primera vez…o aprueban un examen que significa mucho…la lista sería interminable.

Ahora mismo sería 15 veces más feliz de lo que soy si lograra estar por estos días con mi familia y con mis amigos, da igual antes o después del 31 de diciembre; lo importante es volver a estar con ellos.

Caridad

Caridad: Si tuviera la oportunidad de escoger cómo sería mi próxima vida, me gustaría ser agua. Si tuviera la oportunidad de eliminar algo de lo peor del mundo borraría el miedo y de todos los sentimientos humanos prefiero la amistad. Nací en el año del primer Congreso del PCC en Cuba, el día en que se celebra el orgullo gay en todo el mundo. Ya no vivo al este de la habana, intento hacerlo en Caracas y continúo defendido mi derecho a hacer lo que quiero y no lo que espera de mí la sociedad.

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5 thoughts on “Fin de año fuera de Cuba

  • Yordanka

    Comparto 100 % tus rechazos a los rituales y ansias por esta con los tuyos, pues estamos en las mismas…pero no te sientas sola pues si algo he aprendido en los últimos tiempos es que las redes sociales hacen (en algo) realidad aquella frase de un viejo cuento de Ciencia Ficción sobre la Máquina del Tiempo “nuestro tiempo y lugar es aquel donde estemos juntos”
    Un gran abrazo y felicidades¡¡¡

  • Gracias, Chaguaceda. Otro abrazo para ti.

  • FELIZ AÑO NUEVO PARA TOD@S DESDE CABIMAS – VENEZUELA, ESTA MUY INTERESANTE EL ARTICULO PARA EL DEBATE DE HOY DIA, DISCULPEN LA PRIMERA FOTO ESTA BIEN (PERO NO SE QUE PARTE DE VENEZUELA ES…?) PERO LA 2DA FOTO DE FIN DE AÑO DE VENEZUELA NO REPRESANTA PARA NADA COMO ES QUE LO CELEBRAMOS POR AQUI, ESA FOTO MAS BIEN PARECE UN JUEGO DE BEISBOL ENTRE LEONES DEL CARACAS Y NAVEGANTES DEL MAGALLANES, JAJAJAJAJA. SALUDOS………….

  • Hola, Leiniz, me alegra q leas esto desde Venezuela, las fotos en realidad es un resumen de varias celebraciones en Venezuela, no son exactamente del fin de año, como hablo de la alegría en disímiles momentos, pues hay fotos de todo tipo. saludos.

  • Excelente artículo

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