¿En nombre de quién hablaron las Damas de Blanco?

Yusimí Rodríguez

Damas de Blanca. Foto: alongthemalecon.blogspot.com

HAVANA TIMES — El viernes leí en Havana Times que las Damas de Blanco pidieron que el gobierno de los Estados Unidos siga ejerciendo mano dura contra Cuba.

No puedo decir que me sentí decepcionada, porque para eso, tendría que haber sido antes admiradora de las Damas. Pero puedo decir que no he logrado, hasta hoy, dejar de pensar en la noticia.

Las vi por primera vez durante el 2010. Marchaban a lo largo de la calle Obispo, precedidas por un grupo de representantes del “pueblo enérgico y aguerrido” (mujeres todas), que les gritaban ofensas y consignas como “El que no salte es Yanki”. Y por supuesto, si gritaban eso tenían que saltar.

Era una imagen grotesca. Las Damas venían detrás, estoicas, portando sus gladiolos. Más que solidaridad con ellas, sentí vergüenza ajena por quienes las injuriaban.

No tenía más razones para creer que eran mercenarias del imperio que las que tengo para creer que lo somos los colaboradores de HT, y todos aquellos que asumen una actitud crítica hacia el gobierno cubano.

La única evidencia que he tenido de la veracidad de esa acusación, es la palabra del gobierno cubano y sus afines. Las respetaba, como respeto a cualquiera que asuma los riesgos de enfrentarse a cualquier poder y ellas lo hacían. No le reconocía a nadie el derecho de usar violencia contra ellas.

En el 2012, vi por primera vez a Berta Soler en el documental español “¿Recortando la Revolución?”, de Jordi Évole y Ramón Lara. El conductor les pregunta si estarían dispuestas a protestar contra el bloqueo que el gobierno norteamericano impone a Cuba, con la misma vehemencia que protestan contra el gobierno cubano.

Las vi por primera vez durante el 2010. Marchaban a lo largo de la calle Obispo, precedidas por un grupo de representantes del “pueblo enérgico y aguerrido” (mujeres todas), que les gritaban ofensas y consignas como “El que no salte es Yanki”.

La respuesta de la portavoz fue que las Damas de Blanco no se meten en política, aunque todos los argumentos que expusieron antes y después, me parecieron bastante políticos.

No pude evitar que me resultaran como mínimo incoherentes. Es sintomático que se les acuse de servir al gobierno de los Estados Unidos, y evadan la cuestión del bloqueo al que ese gobierno somete a nuestro país. Aún así, cualquier acción contra ellas me parecía una violación de sus legítimos derechos humanos y civiles.

Ahora, tras haber leído el reclamo de las Damas de Blanco, que solo puede traer más penurias al pueblo cubano, tampoco puedo reconocerle a nadie el menor derecho de golpear o agredirlas.

Nada justifica ningún acto de violencia contra ellas. Hasta respeto su derecho a expresar ese deseo, como parte de su libertad de expresión. Sólo me pregunto: ¿En nombre de quién, de qué por ciento, qué sector del pueblo cubano, hablaron las Damas de Blanco?

¿Se detuvieron a pensar en las consecuencias de las presiones económicas del gobierno norteamericano, para quienes no reciben remesas ni apoyo del exilio, como reconoció Berta Soler que reciben las Damas, en el documental que mencioné anteriormente?

Muchas veces, el argumento que escucho contra la existencia del bloqueo es que este no ha dado el resultado esperado. Es cierto, lo dije antes. Pero siempre me queda una duda: ¿entonces el éxito en el derrocamiento del gobierno cubano justificaría su existencia?

¿Se detuvieron a pensar en las consecuencias de las presiones económicas del gobierno norteamericano, para quienes no reciben remesas ni apoyo del exilio, como reconoció Berta Soler que reciben las Damas, en el documental que mencioné anteriormente?

No siento odio por el gobierno norteamericano. Pero la potestad que les reconozco para trazar ningún plan que derroque al gobierno cubano es la misma que le reconocería al nuestro para intervenir en los asuntos internos de Venezuela (aún cuando está en juego nuestro suministro de petróleo y nuestra ya precaria economía): Ninguna.

El futuro de Cuba solo puede ser asunto de los cubanos.

También me llamó la atención la frase de las Damas: “Cuba sin los Castro, Cuba libre”, como si bastara el hecho de que ningún portador de ese apellido esté en el poder para que exista libertad y democracia en el país.

Pero pienso que el saldo más inmediato del reclamo de las Damas de Blanco es su propio descrédito ante muchos cubanos (los que tienen acceso a Internet y a correo electrónico), en el que arrastran también a los disidentes, opositores políticos y todo el que demande libertad de prensa, de expresión, de asociación, y elecciones libres en Cuba.

A nuestro gobierno y a quienes lo apoyan les encanta meter a todos en el mismo saco, desacreditar sin ofrecer derecho a réplica. Ahora cuentan con argumentos para decir al pueblo: “Todos los que presumen de luchar por tu libertad, quieren que Estados Unidos arrecie el bloqueo para rendirnos por hambre y necesidad; así actúan los mercenarios del imperio”.

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