Antes de que el aroma de Chanel se desvanezca

Yusimí Rodríguez

Foto: Style Blog

HAVANA TIMES — Aún quedan algunos comentarios del desfile de la Casa de Modas Francesa Chanel entre los habaneros de a pie, algún chisme, alguna anécdota, alguna molestia. De la colección Crucero 2016-2017, que trajo Karl Lagerfeld a la calle Prado, la gente no tiene nada que decir.

Los únicos trajes que vimos los ingenuos que creímos posible ver un desfile de Chanel en el Prado habanero, fueron los de policías y agentes de civil, encargados de cerrar el paso a cualquiera con pretensiones de acercarse a la avenida de los leones.

Algunos pueden contar que vieron algo desde sus balcones o desde una cuadra de distancia. Así lo vio un amigo, que tras chocar con el cordón policial varias veces, encontró un punto desde donde vio “a las modelos pasar de un lado a otro; no podía detallar las ropas, pero lo vi”. Y por si su buena suerte fuera poca, tres fotógrafos distintos, que tampoco accedieron al desfile, lo fotografiaron y le pidieron sus datos. Ahora su foto está en las redes sociales. “Es un video con fotos; creo que se llama Las fotos más espectaculares del desfile de Chanel en La Habana. Y yo estoy ahí. Todos mis amigos que viven fuera me han visto”.

Ese será su recuerdo del martes 3 de mayo, día histórico en que Karl Lagerfeld, Keiser de la Moda, diseñador estrella de la Casa Chanel, mostró su colección en el Prado Habanero. Cuando el aroma de Chanel se haya desvanecido por completo de La Habana, mi amigo no se detendrá en el hecho de que quienes durante años demonizaron el capitalismo, y nos hicieron pasar hambre y necesidades para salvar “La Patria, la Revolución y el Socialismo”, quienes implantaron el igualitarismo a ultranza, le abrieron las puertas a ese capitalismo que se apropió de la pública avenida Prado por varias horas, para un desfile privado, destinado a una élite. Para mi amigo, lo importante será que él estuvo (a cien metros) ahí.

Esa empieza a ser la cuestión principal: estar, de alguna forma; haber visto algún retazo del desfile de Lagerfeld; tener un selfi con Vin Diesel o un autógrafo, y poder mostrarlo. Lagerfeld y Vin Diesel en Cuba, en la misma semana. Persecuciones en carro y un Crucero, que cierran calles, paralizan el tráfico y cierran negocios privados. Esos mismos negocios privados, desde una compañía telefónica hasta un carrito de fritas, que el eterno Líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, cerró en 1968, para eliminar “el último vestigio de la burguesía”.

Ahora la nueva burguesía cubana pasea por La Habana en carros americanos de los años 50 del pasado siglo, disfruta un desfile privado en un sitio público y una cena privada en la Catedral. Para esta nueva burguesía no existe contradicción entre cantar que “La era está pariendo un corazón” o “… no, no, no se rinde nadie”, y mirar un desfile de Chanel, mientras el pueblo es mantenido a raya por la policía.

No hay contradicción entre hablar de justicia y nada menos que equidad social, como hiciera la Dra. Mariela Castro en entrevista recientemente publicada en Granma, y formar parte de la élite que se deleita con desfiles y cenas que para el pueblo representan el cierre de sus calles y sus negocios. La filmación de Rápido y Furioso 8 también implicó el cierre de negocios privados por algunos días, pero los dueños recibieron una compensación económica.

Karl Lagerfeld y Chanel alquilaron el Paseo de Prado para su show privado.

Los alrededores de la Catedral son una ubicación envidiable para cualquier negocio privado en La Habana, excepto el martes 3 de mayo. Ese día el acceso a la Catedral estaba cerrado desde todas las calles, varias horas antes del desfile.

Lo supe cuando intentaba llevar a mi madre a una cafetería ubicada en esa área, cerca de las cuatro de la tarde. No pudimos llegar. Una semana después, supe que habría sido inútil: los dueños de negocios privados en esa área recibieron la orden de mantenerlos cerrados. La orden vino de las autoridades locales. No hubo compensación económica. El perfume de Chanel no los salpicó.

Los negocios privados en la Cuba del siglo XXI han absorbido la fuerza laboral que el Estado no puede emplear, y de emplearla sería para pagarle sueldos miserables. Son una opción que está elevando el nivel económico de muchas familias (hasta donde el Partido lo permita, como anunció en su último Congreso), pero también contribuyen a detener, en lo posible, el descalabro económico de este país. Sin embargo, basta que aparezca un capitalista de los otrora demonizados, uno con el poder económico que el Partido no dejará alcanzar al sector privado cubano, para que tengan que cerrar sus negocios.

¿Las autoridades locales no pensaron en exigir a Chanel una compensación económica por las molestias creadas a los pequeños propietarios y emprendedores? ¿El lujo de tener un desfile de Karl Lagerfeld en La Habana les pareció compensación más que suficiente? ¿Y si hubo compensación, adónde fue?

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