“Me debo a este país y me voy a morir aquí…” (Gilberto Martínez Suárez)
Vicente Morín Aguado
Con sólo 28 años de edad, Gilbert Man había acumulado el dinero suficiente para construirse en el barrio de Guanabacoa, La Habana, una mansión propia de cualquier auténtico millonario: Piscina, Yakuzi, cinco autos de modelos caros, muebles de maderas preciosas, cortinas y alfombras de la más fina factura, colecciones de perfumes y bebidas, todo en cien metros a la redonda, reunido en algo más de un año en Cuba, al regresar apurado de Miami.
Dos maletas de dólares norteamericanos, en fajos de a cien y de a veinte, muestran cifras equivalentes a cientos de miles de billetes verdes, dinero introducido en el país con evidente impunidad, la misma condición exhibida mientras ejecutó los gastos necesarios para fabricar su fastuosa mansión a la vista de todos en un estado socialista, totalmente opuesto, legal y moralmente a tales actos.
Imitando al célebre Jockey interpretado por Jack Nicholson en Batman, este otro “Man” aterrizó en el Malecón habanero, dejando caer billetes verdes desde lo alto en su país, donde no sólo campea la pobreza del Tercer Mundo; desahogo típico del pobre-rico, el debió sentir además esos deseos reprimidos de sus compatriotas cuando de gastar dinero se trata.
El escándalo vino cuando otra publicación, Sun Sentinel en Fort Lauderdale, Florida, publicó un extenso reportaje con detalles de los turbios manejos de Gilberto en Estados Unidos, donde pagó fianza por su libertad asegurada, con cargos vinculados al uso de tarjetas de crédito falsas y el robo de identidades. Era mayo de 2013 y no tan “Gilberto” como después en Cuba, decidió volar a La Habana.
La detención final de Gilberto Martínez Suárez fue presenciada por un numeroso público, tal vez fue el último de los espectáculos promovidos por el artista en muchos años, pero no se apreciaron manifestaciones de repudio por parte de la multitud reunida en el lugar, de acuerdo a los videos ocasionales tomados con teléfonos móviles, hoy muy difundidos persona entre los cubanos.
Estamos ante un extraño caso donde hay muchos dobleces, los propios de Gilbert Man, finalmente apresado en su humilde condición de Gilberto Martínez Suárez, como otros tantos adicionales, vinculados a sus asombrosas realizaciones en Cuba.
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Vicente Morín Aguado: morfamily@correodecuba.cu
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