Socialismo es libertad

No sigan llamando socialismo a lo que no es.

Por Pedro Campos

Foto: Elio Alejandro Ramos Castillo

HAVANA TIMES — “Dos peligros tiene la idea socialista, como tantas otras: -el de las lecturas extranjerizas, confusas e incompletas: – y el de la soberbia y rabia disimulada de los ambiciosos, que para ir levantándose en el mundo empiezan por fingirse, para tener hombros en que alzarse, frenéticos defensores de los desamparados”.  -José Martí

El objetivo último, final, de la idea socialista es la emancipación plena del ser humano, la que se conseguiría en la sociedad post-capitalista con la liberación del trabajo asalariado, la forma moderna de esclavización y explotación capitalista, en fin, la desenajenación de los seres humanos de las condiciones de su existencia determinadas por esa forma de producción.

La gran desgracia del socialismo fue definida genialmente por nuestro José Martí, en 1894, cuando escribió a su amigo Fermín Valdés Domínguez las palabras con las que encabezo este escrito. Entre la ignorancia y el oportunismo ambicioso convirtieron la idea socialista en ese bodrio vulgar que nos han querido pasar por tal, detestado por la mayoría de los ciudadanos del mundo moderno.

La interpretación “marxista-leninista, en verdad estalinista, -mezcla de ignorancia y oportunismo- del socialismo , asumió una serie de frases aisladas de Marx y otros fundadores, las dogmatizó y convirtió en doctrina comunista. Para los que tengan dudas vean el compendio de artículos de Stalin “Cuestiones del Leninismo”, donde queda plenamente demostrado que Stalin pretendió establecer una continuidad entre el marxismo y las barbaridades que hicieron los comunistas rusos, sobre todo después de la muerte de Lenin.

Y es allí donde está el origen de todas las desviaciones posteriores, bases de toda esa tragedia que vivimos los pueblos de Rusia, China y Cuba, por mencionar las tres “revoluciones socialistas clásicas”.

El capitalismo monopolista de estado implantado en esos tres países en nombre del “socialismo, el marxismo-leninismo, la revolución y la clase obrera”, al tiempo que los enunciaba, violaba en la práctica los principales presupuestos filosóficos del socialismo original, especialmente, el de la libertad, el avance a la abolición del trabajo asalariado hacia formas de producción libres, de tipo cooperativo-autogestionarias o individuales y la democratización más plena del poder.

La lectura dogmática, “extranjeriza, confusa e incompleta” de los “ambiciosos” estalinistas de esos presupuestos concluyó en la imposición de “nuevas relaciones de producción a partir de convertir la propiedad privada en estatal, manteniendo el trabajo asalariado”. ¡Vaya mejunje! Nada que ver con la trasformación natural de las relaciones de producción asalariadas en libres, asociadas o no, como resultado natural generado por el desarrollo de la cultura social, económica y productiva, de las ciencias y las técnicas y su dominio por los seres humanos.

Fue así como ignorantes y oportunistas hicieron barbaridades en nombre de la idea socialista y otros siguen identificándola con aquéllas. Unos y otros confundieron o interpretaron sus esencias en función de sus estrechos intereses, en virtud de lo cual pretendieron arbitrariamente imponer una sociedad burocratizada, jerarquizada, estatizada, con un sistema de esclavitud asalariada generalizada, donde los trabajadores nunca fueron dueños de nada, ni nada decidieron y unos pocos iluminados decidieron por todos. Y a ese engendro le pusieron por nombre “socialismo”.

Foto: Claire Villaume

Surgieron así las llamadas “dictaduras del Proletariado” , con estados que controlaron la propiedad en forma casi absoluta sin jamás transferirla a los trabajadores; las tendencias centralistas hacia el fortalecimiento del estado en lugar de su extinción; las economías administradas burocráticamente por el “partido comunista” único; las absurdas regulaciones estatales de la economía y la vida; la “planificación centralizada”; la represión del pensamiento diferente y las restricciones de todos los derechos alcanzados por las diferentes fuerzas revolucionarias a través de la historia.

En los tres procesos clásicos del Siglo XX , revoluciones populares por la democracia, en su evolución, terminaron bajo control de llamados partidos comunistas que entendieron la idea socialista, no como la emancipación del trabajo, como la sociedad de los trabajadores libres, asociados, o no, la más democrática, la más libre, la más humana, la más solidaria; sino como la imposición de un esquema arbitrario, preconcebido por “seguidores” de un Marx que nunca entendieron o nunca les interesó entender.

Carlos Marx y su grupo, en vísperas de la aprobación del Manifiesto Comunista expresaron en 1847: “No nos encontramos entre esos comunistas que aspiran a destruir la libertad personal, que desean convertir el mundo en un enorme cuartel o en un gigantesco asilo. Es verdad que existen algunos comunistas que, de forma simplista, se niegan a tolerar la libertad personal y desearían eliminarla del mundo, porque consideran que es un obstáculo a la completa armonía. Pero nosotros no tenemos ninguna intención de cambiar libertad por igualdad…. Pongámonos a trabajar para establecer un estado democrático en el que cada partido podría ganar, hablando o por escrito, a la mayoría para sus ideas… ”

Esa idea libertaria y democrática del socialismo fue ignorada por los estalinistas y los defensores del capitalismo. ¿Coincidencias casuales o causales?

Y todavía hoy vemos, como después de tanto desastre estalinista, todos los días aparecen personas que siguen llamando socialismo a esa “cosa” que se nos ha impuesto en Cuba y que en todas partes fracasó. Unos por ignorancia, otros por ambiciones y unos terceros interesados en que, de “socialismo”, solo quede el mal recuerdo, para que a nadie se le ocurra en este hemisferio “cambiar” al sacrosanto sistema capitalista, como si mantenerlo o sustituirlo fuera posible por voluntad humana.

Pero en definitiva, el capitalismo ha evolucionado y ha tenido que cambiar mucho, corroborando las ideas de los fundadores socialistas. Ya, en no pocos países, precisamente por el desarrollo de sus fuerzas productivas, la libertad de comercio y de asociación para producir, ha venido generando un alto número de trabajadores libres, asociados o no, formas de democracia directa, libertades y derechos iguales para todos, etc., que ya dibujan sociedades que en muy poco se parecen a aquellas capitalistas originales del siglo XIX, precisamente porque su propia naturaleza genera en su seno, cada día, más trabajadores interesados en liberarse de la explotación asalariada, en no trabajar para otros.

Foto: Eduardo Javier García

Demostrándose así otra tesis básicas del socialismo original: la nueva sociedad y sus formas de producción no se construyen voluntaristamente de la nada, surgen y se desarrollan desde abajo, en el seno de la sociedad capitalista. Los trabajadores no tienen que inventarse ninguna nueva teoría revolucionaria, solo tienen que dar rienda suelta a ese movimiento de trabajadores libres surgido en el seno del capitalismo con las cooperativas autónomas formadas por los mismos trabajadores asociados libremente.

El capitalismo más consecuente con los derechos económicos políticos y civiles por los que lucharon juntos capitalistas y obreros contra el feudalismo en las revoluciones burguesas, ha sido el que más ha facilitado el desarrollo del trabajo libre, asociado o no, que a la larga ha ido ya predominando en algunos sectores de algunas sociedades y finalmente terminará siendo mayoritario. Facilidades que jamás brindó el estatalismo asalariado “socialista”, precisamente por temor al trabajo libre, a la libertad.

Los que tengan dudas al respecto que accedan a las páginas de Internet de la Asociación Internacional Cooperativa, busquen datos sobre el cooperativismo en EEUU, Europa, Asia y América Latina y averigüen cuántos trabajadores por cuenta propia existen en el mundo desarrollado. Si siguen teniendo dudas, miren a su alrededor y a sí mismo. Muchos se darán cuenta que han buscado crear sus propios negocios, tratando de salirse de la explotación asalariada.

No pretendo convencer a nadie de que “el socialismo es bueno” ni nada por el estilo. Cada uno crea lo que quiera. Filosóficamente, guste o disguste, la sociedad capitalista clásica ha ido evolucionando en la dirección planteada por los socialistas originales, nada que ver con el “marxismo leninismo”.

Entiendo que quienes sufrieron por las políticas “socialistas”, nada quieran saber del vocablo.

Por mí, si quieren, cámbienle el nombre y póngale la sociedad de los “trabajadores libres”. Pero nadie dude que tal fuera el socialismo para Marx y los socialistas originales y no la porquería hecha en su nombre por los “comunistas” del siglo XX.

Por favor, para tratar de entendernos, todos, no sigan llamando socialismo a lo que no es. Socialismo es, será, trabajo libre, libertad.
—–
Nota; Se recomienda la lectura de “Socialismo desde abajo, las dos almas del socialismo”, del norteamericano Hal Draper.

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