HAVANA TIMES — Una nueva invasión contaminante está ocupando la capital cubana, sus métodos son expeditos, el efecto es particularmente dañino para la estética urbana. Todo se resume en papeles y más papeles, en blanco y negro o a todo color, pegados donde exista un mínimo espacio para hacerlo. Sencillamente se trata de vender cualquier y así La Habana se está vendiendo a papelitos.
La ciudad es víctima de un “marketing” alocado, un tanto salvaje, cuya manifestación concreta son, no exagero, tal vez millones de impresos ofreciendo casas, juegos de muebles, la entrada a un concierto de música cuyo protagonista será muchas veces algún joven necesitado de darse a conocer, en fin, el vender llega hasta ofrecernos una máquina de frozen o la posible reparación a domicilio de cualquier equipo doméstico.
La propagación de esta nueva enfermedad cuanta con el apoyo de la digitalización, capaz de facilitar la impresión de la propaganda escrita, plasmando la imaginación de los emprendedores nuevos comerciantes cubanos.
Cuando digo” vectores biológicos” no es una metáfora, el caso que me ocupa es el último conocido porque quiénes ponen los carteles son personas pagadas para realizar la misión, reciben dinero de otros o lo hacen por cuenta propia.
Les recuerdo mi alusión anterior a puntos clave para pegar la propaganda comercial y, luego, su extensión a cualquier espacio donde sea posible ejecutar la tarea. No olviden que en estos lugares clave los carteles impresos se multiplican, unos matan a los otros, en fin, crecen como un genuino tumor, abarcando sin concierto el espacio a su alrededor.
Es evidente que falta dinero a la hora de cubrir las necesidades básicas diarias, las reglas para los comerciantes legales son duras, entonces acuden a una forma de propaganda fácil, directa, sobre todo sin coste adicional alguno: el apartamento, un juego de muebles, la computadora… A este paso temo que terminen por acabarse las ventas o peor aún, entremos en un círculo vicioso de reventas interminables, verdadero cáncer económico.
Hablando en términos epidemiológicos, eliminar el vector equivale liquidar a miles de personas actuantes, algo así como un genocidio, por tanto, la alternativa es erradicar las causas del mal, asunto difícil porque implica decisiones políticas dirigidas a ofrecerles a los cubanos las libertades económicas por ahora tan limitadas.
Por tanto, el virus de los papelitos sigue y seguirá reproduciéndose, testimonio de una ciudad que está vendiéndose a pedacitos, agrego, por medio de papelitos.
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vicentemorin@yahoo.com
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