Un Che Guevara desconocido asoma

Vicente Morín Aguado

HAVANA TIMES — El 26 de febrero de 1964, Ernesto “Che” Guevara escribió lo siguiente a un vecino de la calle Juan Bruno Zayas, no. 560 en la Víbora: “Desgraciadamente, a los ojos de la mayoría de nuestro pueblo, y a los míos propios, llega más la apología de un sistema que el análisis científico de él.” Seguidamente El Che le dice a este discrepante: “Por ello, porque piensa, le agradezco su carta; lo de menos es que no estemos de acuerdo.”

Eternamente debieran grabarse estas últimas palabras del comandante guerrillero, olvidadas adrede por la actual cúpula gobernante, sus inmediatos seguidores y toda la crápula de burócratas que dicen defender el socialismo en Cuba, cuando la esencia del sistema propuesto por Marx es alcanzar para los trabajadores la cuota máxima de democracia posible, equivalente a la emancipación efectiva de esa mayoría cuya redención es la proclama básica de los comunistas.

El libro citado recoge apuntes íntimos del Che, parte de un plan inconcluso determinado a ofrecer su crítica visión de las experiencias en torno a crear la llamada Nueva sociedad. Hablando de los errores observados por él durante sus visitas a la URSS, destaca una palabra para mi equivalente a un concepto esencial: “Estos errores, excusables en la sociedad soviética, la primera en iniciar el experimento…”

Es decir, queda claro el principio de considerar al socialismo como un genuino experimento, no hay nada infalible, predeterminado al éxito, porque se trata del más extraordinario ensayo intentado por los seres humanos a lo largo de su milenaria historia.

Este Guevara insólito, divulgado al cabo de muchos años por una agencia australiana llamada Ocean Press, nos provoca al comienzo de sus apuntes cuando, citando al “santo” Marx escribió:

“A los que nos miren con desconfianza basados en la estimación y lealtad que experimentan respecto a los países socialistas, les hacemos una sola advertencia: la afirmación de Marx, asentada en las primeras páginas de El Capital, sobre la incapacidad de la ciencia burguesa para criticarse a sí misma, utilizando en su lugar la apologética, puede aplicarse hoy, desgraciadamente, a la ciencia económica marxista.”

Todavía es una asignatura a cumplimentar por parte de nuestros dirigentes, necesitados de reconocer primero, pública y claramente, su total responsabilidad en cuanto al fracaso del experimento por ellos regenteado durante más de medio siglo.

Este Che casi desconocido debiera leerse porque su inmenso prestigio, junto a su inteligencia, resultas inestimables a la hora de reflexionar. Traigo a colación esta opinión suya sobre los nuevos sindicatos dentro del socialismo, dicha en el marco de una reunión bimestral del Ministerio de Industrias, con amplia participación de los trabajadores, cuando el 5 de diciembre de 1964 era todavía Ministro del ramo:

“Aquí la democracia sindical es un mito, que se dirá o no se dirá, pero es un perfecto mito. Se reúne el partido y entonces propone a la masa a “fulanito de tal”, candidatura única y de ahí en adelante salió aquel elegido, una con mucha asistencia, otra con menos asistencia, pero en realidad no ha habido ningún proceso de selección por parte de la masa.”

Algunos creerán que invento, el libro está al alcance de cualquiera, vale 18 pesos moneda nacional, acabo de comprarlo en la librería Fayad Yamís de la calle Obispo en la Habana Vieja.

Las proposiciones del Che relacionadas con la nueva economía son igualmente polémicas, merecen otro artículo, pues se trata de su total oposición a la prevalencia del mercado dentro del experimento socialista, inclusive, es muy crítico, negativo, cuando habla de la autogestión obrera aplicada en la desaparecida Yugoslavia.

Por ahora quedo con la convicción de su impertinencia frente a los hermanos Castro, junto a otros defensores a ultranza del modelo soviético, finalmente implantado en Cuba. Imagino lo difícil de enfrentar su inmenso prestigio de Comandante Guerrillero, una lealtad a toda prueba, su total capacidad para ejercer las responsabilidades a él encomendadas, junto a su agudeza intelectual imposible de coartar, agregando la libertad personal de ser finalmente un extranjero.

Es penoso, raya con la intolerancia de los déspotas, que El Che fuera estimulado a desplegar la parte aventurera de su recia personalidad, cuando tanta falta nos hacía en su condición de ministro capaz, incorruptible-sobran los testimonios al respecto- ahora que Raúl considera a la corrupción el mal principal, destinado a liquidar el socialismo cuya defensa es la razón de su existencia como nuevo Presidente.

Si alguien cree que digo poco o falto a la verdad, vuelvo a la carta citada al comenzar mi escrito, cuando el protagonista de este reportaje termina diciéndole al Sr. José Medero Mestre:

“Si alguna vez tiene que decirme alguna otra cosa, recuerde que no soy un maestro; uno más entre los hombres que hoy luchan por hacer una Cuba nueva, pero que tuvo la suerte de vivir al lado de Fidel en los momentos más difíciles de la Revolución cubana y algunos de los más trágicos y gloriosos de la historia del mundo que lucha por su libertad.”

“De ahí que usted me conozca y yo no recuerde su nombre; podría haber sido al revés, sólo que entonces yo tendría que escribirle de alguna remota región del mundo donde mis huesos andarines me llevaran, ya que no nací aquí.”

Quedo a expensas de los comentarios, esperando lean el libro.
—–
vicentemorin@yahoo.com

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