¿Qué debemos salvar de la Revolución Cubana?

Por Osmel Ramírez Álvarez

La comunicación en tiempo. Foto: Constantin Eremichev

HAVANA TIMES — No cabe duda que este sistema debe ser reformado. La necesidad del cambio es ya reconocida por todos los cubanos, incluso por el Partido Comunista de Cuba y su máximo líder Raúl Castro. La diferencia está en el tipo de cambio que desea cada tendencia política.

Ya es un hecho que más que un cambio real la Dirección Histórica lo que pretende es un reajuste, un mero barniz que no modifique la esencia de su modelo, y quieren con ello un resultado enorme que jamás se podría dar, solo por arte de magia.

En fin, que nada podemos esperar, porque nada significativo ha cambiado y por ello tras diez años en marcha, el plan de Raúl no funciona. Es casi imposible que tras su retiro o muerte deje el legado que pretendía: un país en bonanza económica.

Los restantes agentes del cambio somos aquellos que desde una posición no oficial deseamos y trabajamos por una Cuba mejor, que ha de partir del desmontaje del sistema actual. Unos quieren que sea sobre la base de su anulación total, pero otros no queremos que sea así de drástico, porque hay cosas que deben ser salvadas por ser positivas o simplemente porque ya es prudente incorporarlas a La Nueva Cuba.

A mi juicio, en el momento del cambio sería prudente un Gobierno de Transición que dure de dos a cuatro años para organizar el país y luego hacer elecciones democráticas. En ese tránsito realizar un proceso constituyente para una Carta Magna que satisfaga a todos los cubanos, en la mayor medida posible.

Adios a las armas. Foto: Constantin Eremichev

Considero que lo que debemos salvar completa o parcialmente del sistema actual debe ser lo siguiente:

  • El Sistema de Salud universal y gratuito, sin negar la posibilidad de que el capital privado pueda ofrecer servicios médicos cobrados. Por ejemplo, que los médicos graduados sin costo por el Minsap deban laborar, al menos, 25 años en el sistema gratuito con salarios decorosos (que les permita una vida digna); para luego poder pasar al sector privado si lo desea, presumiblemente con una remuneración más alta. O inmediatamente si pagaran el costo de sus estudios, tomando como referencia lo que cuesta en una universidad privada.
  • Con la Educación lo mismo, pero sin la exigencia del servicio por tiempo obligatorio a los maestros y profesores.
  • El parlamento unicameral. No es necesario un Congreso bicameral como en el pasado, pues no se ajusta a una república unitaria como la nuestra. Lo que debe cambiar es el número de diputados, tal vez reducirlos a un tercio, y su forma de trabajar que ahora es simplemente como auditorio-aprobatorio, para que funcione y tenga poder legislativo real todo el año. Además de constituirse desde la pluralidad partidista.
  • La estructura básica del Poder Popular en los municipios y barrios, pero con poder real para el pueblo y voto directo. No hay necesidad de cambiar nomenclaturas, solo de hacerlas democráticas y funcionales. El presidente de un Consejo Popular equivaldría a un concejal y el presidente de la Asamblea Municipal sería el homólogo de un alcalde.
  • Mantener el Índer (Instituto de Deporte y Recreación) con un nivel elevado de prioridad, aunque con cambios que permitan incursionar en el deporte profesional, sin dejar de invertir en el amateur.
  • El concepto de economía mixta, pero dando una apertura real al capital privado y a la iniciativa individual de nacionales y extranjeros.
  • Mantener los sectores estratégicos de la economía en manos del Estado, al menos, en un 51%; sin ser necesario que empresas Estatales administren, solo cuando muestren eficiencia.
  • También el sistema de Seguridad Social de la forma en que está estructurado, pero haciéndolo más factible con ayudas incondicionales y acordes con la realidad económica.
  • Por último: como soy socialista y creo que la democracia real debe lograrse desde las instituciones y dando cierta dosis de poder a la clase trabajadora para que no se vea anulada por la clase capitalista, que siendo poco numerosa tiene gran poder económico y por ello privilegios. Me gustaría que se mantuvieran los sindicatos oficiales, al mismo tiempo que se permitiera la libertad de asociación gremial espontánea. La CTC y sus ramificaciones hacia la base podrían mutar hacia un Poder Obrero institucionalizado, democratizado y elegible a través del Poder Electoral como cualquier otro Poder del Estado. Con voz y voto en todas las Asambleas municipales, provinciales y en el Parlamento. Creo que la democracia actual necesita algo así para lograr el equilibrio social que tanto se necesita y hasta hoy casi inexistente en los modelos democráticos al uso, por causa de muchos males.
El Yunque, Baracoa. Foto: Constantin Eremichev

Este último punto seguramente es muy polémico: a los liberales le parecerá el fin del mundo porque empoderaría a la clase llana y prefieren dejar todo el poder de decisión en manos de “los iluminados” del capital.

A los extremistas de izquierda les sabrá a demonio, porque pondría a la clase trabajadora a convivir en democracia y equilibrio de fuerzas con la clase capitalista y ellos están aferrados a un dogma infalible, y a un Dios omnisapiente que les escribió hace más de un siglo esa orientación inviolable: destruyan a la burguesía, porque mientras quede un ápice de ella o de lo que la identifica, la justicia social estará amenazada. Prefieren que los “héroes iluminados” gobiernen vitaliciamente, aún sin libertades, como una hipotética garantía.

A los más abiertos, que quieren realmente un cambio real, no de colores; los que creen que es posible y necesario un mundo mejor, se quedarán dudosos, valorando si sería viable o no esta propuesta. Yo les diría en respuesta: -ya lo que ¡sí se sabe! es que no es viable la dictadura del proletariado que deviene en dictadura del Partido único; ya se sabe que no es completamente viable el modelo liberal-democrático que, aunque luce “democrático” y es mejor mil veces a lo que tenemos en Cuba, hasta un ciego ve que no es otra cosa que la dictadura solapada del capital, porque quien manda es el dinero y prima su interés en detrimento del de las grandes mayorías sociales.

Yo creo en la democracia y en el modo de producción capitalista; también en el papel del Estado como protector y nivelador de todos los estratos sociales; creo en la justicia social sostenible: en fin, en un mundo mejor y más justo. Por eso no tengo duda de que muchas cosas de las que tenemos con la Revolución, aunque debamos perfeccionarlas, se deben preservar.

Nota: aquí solo analizo lo que debe ser preservado completa o parcialmente; lo que no menciono es porque con seguridad, si construimos una Cuba mejor, deben sufrir cambios notables o ser eliminado.

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