Privacidad y legalidad en la informática cubana

Estoy de acuerdo pero no acepto los términos del contrato

Vicente Morín Aguado

HAVANA TIMES — En Cuba continua la ofensiva mediática estatal contra los males, reales o supuestos, de la internet, esta vez desde uno de los programas de la TV nacional, “Pasaje a lo desconocido”. La impresión general es, como siempre, que más allá de nuestras fronteras se vive un auténtico desastre, en tanto aquí estamos en el mejor de los mundos posibles.

Considerando la excelente conducción del periodista Reynaldo Taladrid, me apego a sus acostumbradas palabras finales: saque usted sus propias conclusiones. De momento digo que estoy de acuerdo pero no acepto los términos del contrato.

Al comenzar se nos quiere inyectar la idea de que Google, Facebook en especial y Linkedin, menciono los programas más citados, constituyen un peligroso ataque a nuestra privacidad, casi nos recomiendan desentendernos de tales instrumentos creados por la red. Los ejemplos van a los extremos, siempre basados en la inconformidad de personas propias del mundo altamente desarrollado, mayormente de los Estados Unidos.

Aplaudo el celo de los norteamericanos cuando se trata de sus intimidades, muestra del acendrado espíritu de individualidad, no individualismo demagógico, imperante en la democracia de la gran nación norteña. Lo contraproducente es trasladarnos el asunto a nosotros porque vivimos en un contexto muy diferente.

Cuando al amanecer, la preocupación sustancial de cualquier ciudadano es la posibilidad de tomarse un vaso de leche, muy poco pueden importarle los ataques a su privacidad por parte de un Facebook que, además, generalmente está fuera de su alcance por motivos archiconocidos.

Otro asunto son los protocolos que generalmente ofrecen los programas de computación, con numerosos párrafos y términos legales, generalmente obviados por quien termina marcando con el mouse la opción positiva. Realmente, ni en Cuba ni en otras partes del mundo, la mayoría de los usuarios lee tales textos, las razones son obvias pero los matices diferentes cuando se trata de mi país.

En primer lugar, careciendo de conexión en línea, la mayor parte de mis compatriotas instalan programas pirateados, por tanto, poco les puede importar un asunto legal cuando de antemano están ilegales de por vida. De cualquier forma, tal y como es la norma política generalizada en nuestro archipiélago, hay que levantar la mano y estar de acuerdo. Lo mismo sucede con cualquier software a instalar, no hay opciones.

Existe un detalle adicional, Cuba también produce programas informáticos y aplica a sus usuarios normas similares a la media internacional, con largos textos, incluyendo prohibiciones muy particulares, relacionadas con la libertad de expresión y de intercambio de la información.

De hecho somos un caso aparte también en el mundo de la informática, no son felices los intentos de comparar nuestra realidad con la de otras naciones.

Al menos quiénes se inscriben en Facebook deciden voluntariamente otorgar a otras personas acceso directo a parte de su vida, como bien dijo el presidente Obama, reconocido experto en el uso de la red, las personas debe ser cuidadosas en cuanto a qué escriben en Facebook.

Entre nosotros el asunto es tener primero la opción de ser o no ser cuidadosos, pues la primera cosa primero, como bien dicen los ingleses. Esta vez no me gustó el “Pasaje a lo desconocido” del último domingo, aún tratándose de un talentoso periodista, las cosas forzadas terminan mal.

Desde La Habana digo que no tengo otra alternativa en cuanto a estar de acuerdo a la hora de instalar un programa informativo, pero como buen cubano me reservo el derecho a no aceptar los términos del convenio en que vivo.
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Vicente Morín Aguado: morfamily@correodecuba.cu