¿Por qué Mandela tiene mayor reconocimiento internacional que Fidel?

Osmel Ramírez Álvarez

El Secretario General devela la estatua de Nelson Mandela antes del inicio de la Cumbre por la Paz Nelson Mandela. Foto: ONU

HAVANA TIMES – Hace pocos días, el pasado 24 de septiembre, tuvo lugar en la ONU una Cumbre por la Paz denominada Nelson Mandela, en este año de su centenario. ¿Quién duda que haya sido un homenaje justo? Posiblemente ni sus adversarios políticos simpatizantes del apartheid.

¿Por qué es reverenciado el gran líder sudafricano, un socialista demócrata que fue amigo sincero de Fidel?

Para comenzar hay que decir que Mandela fue un hombre íntegro y justo. No luchó por simple rebeldía, ni fue antes que todo un rebelde, como enfatizaron Maduro y Díaz-Canel en la Cumbre. Tuvo el “decoro” de luchar contra las injusticias de su país, pero no odió ni trató de destruir a sus enemigos, solo los venció para obligarlos a respetar los derechos de su raza y vivir en tolerancia. En él prevaleció el demócrata sobre el rebelde y nunca fue autoritario.

No se aprovechó del favor de su pueblo, que merecidamente tuvo, ni de la devoción que le profesaron ya en vida, para sostener proyectos personales megalómanos, ni para perpetuarse en el poder. Pudo hacerlo, como es moda en África y en el tercer mundo en general, pero eligió el camino contrario, el de la libertad.

Gobernó en un solo mandato y luego cedió espacio a otros, dando un ejemplo cívico constructivo, como debe hacer un verdadero redentor de su pueblo. ¿No nos parece esa actitud diametralmente opuesta a la de los revolucionarios cubanos y venezolanos?

Martí hubiese enaltecido a un socialista como Mandela y jamás hubiese apoyado a Fidel, no tengo duda. Hay pruebas de que simpatizó con el ideal socialista con la misma fuerza con que criticó al socialismo radical. Y en la carta a Gómez del 20 se octubre de 1884, para mí y otros su verdadero testamento político, dijo claramente: “Las libertades públicas, (son el) único objeto digno de lanzar un país a la lucha”.

Es cierto, Mandela en una etapa de su lucha apoyó la violencia, pero fue en un periodo de supervivencia, de mucho terror e injusticia contra su pueblo negro y persecución de sus líderes. Él quería ser como Gandhi y siempre su tendencia fue hacia los métodos pacíficos, pero no luchó solo imponiendo sus ideales, esos que muchas veces a la luz de los imperativos lucen como quimeras.

También es cierto que se unió a los comunistas, pero me atrevo a decir que nunca lo fue de corazón. ¿A cuántos cubanos hoy defensores de la democracia no nos pasó lo mismo? En aquellos tiempos ser comunista conllevaba a ser ateo y Mandela nunca abandonó sus creencias cristianas: era metodista.

Tampoco creía en la lucha a muerte entre las clases. Su vínculo fue más bien una especie de alianza contra el poder establecido y un marco atractivo de coexistencia de razas en un país segregado, pues en ese grupo político blancos y negros trabajaban como hermanos.

La forma “sin odios” en que Mandela enfrentó su prisión prolongada, es meritoria. Tras despertar el apoyo internacional y cambiar las circunstancias políticas, pudo ser liberado con la aureola de un héroe redentor de su pueblo, y no se endiosó. Es un verdadero ejemplo de grandeza.

Cuando Mandela llegó al poder, los blancos no tuvieron que emigrar de Sudáfrica para escapar a su venganza, los capitalistas no perdieron sus negocios ni bienes y tampoco se abolieron los demás partidos políticos. Solo se abolió el apartheid, cumpliendo lo prometido. Su victoria fue grande, porque fue de todo su pueblo, ganaron los negros sin que perdieran los blancos. No dividió su país más de lo que ya estaba, por el contrario, impulsó un verdadero proceso de unidad.

Fue amigo de Fidel y manifestó su agradecimiento sin reparos y sin miedo al estigma. Para mí otra actitud igualmente virtuosa. Porque justo es decirlo, en tiempos de la guerra fría mientras los EUA y Europa Occidental a nivel de gobiernos lo trataban como terrorista y enemigo de la libertad y apoyaban el gobierno del apartheid, Fidel apoyó su causa y con su guerra en Angola, (que no interesa aquí evaluarla desde otros puntos de vistas), ayudó a su causa. Fue agradecido.

¿Merecerá Fidel igual reconocimiento internacional al más alto nivel?

Pienso que Fidel podría haber merecido ahora o en el futuro u homenaje en la ONU similar al de Mandela. Pudo haber recibido, como él, el premio Nobel de la Paz y el Príncipe de Asturias. Inteligencia, arrojo, altruismo, capacidad y oportunidad no le faltaron para merecerlo. Pero escogió un camino distinto al de Mandela y se perdió en la ideología extremista.

Porque todo extremismo es negativo a la corta o a la larga, aunque se persigan objetivos altruistas. Terminas irremediablemente siendo dañino y egoísta. Martí, tan visionario, lo supo. Mandela, tan firme, lo pudo evitar.

Por altruismo Fidel abrazó la ideología extremista. Fue un camino ciego que terminó diezmando la libertad que perseguía. Su afán y prisa por la justicia se transformaron en sed de poder y quitó soberanía al pueblo para traspasarla a su partido, que no solo dominó personalmente, sino que lo volvió único y supraestatal.

Impulsó la educación, la atención médica y el deporte, que aun sin el sustento económico adecuado son méritos. El problema está en el alto precio pagado por esos logros. Empobreció el país controlando toda la economía, dividió a los cubanos y nos convirtió en un pueblo emigrante y hasta hoy nos limitan en los más elementales derechos humanos, como son la libertad de expresión, de movimiento, de asociación política y de iniciativa económica.

La mayor obra de Fidel, por la que sí ha sido premiado y reconocido en la ONU, es la solidaridad. Sin importar los objetivos de política exterior y económicos, que persiguió y persigue esa solidaridad; de las acusaciones de trato semiesclavo a los profesionales cubanos que la ejecutan y de la verdadera motivación económica de ellos, tiene un mérito indiscutible. Por eso le fueron otorgados la Medalla de Oro y el de Héroe Mundial de la solidaridad. Siempre es preferible que se haga política salvando vidas que haciendo la guerra.

Tal vez si al caer la Unión Soviética hubiese impulsado volver, bajo las nuevas condiciones “más propicias”, al plan inicial que apoyó el pueblo y lo llevó al triunfo en 1959, restaurado la Constitución del 40, propiciando la reconciliación nacional, el rescate de la democracia y el progreso económico del país, entonces al igual que Mandela merecería los más altos honores.

Pero no lo hizo y por eso su legado es otro, diferente al de paz y tolerancia que motivó esta cumbre. Ahí está la respuesta.

Articulos recientes:

  • Cuba
  • Opinión

Cuba: Pasar la juventud en prisión, el castigo del régimen

Antes de terminar en un calabozo, la gente prefiere colgarse la máscara ideológica o emigrar…

  • Mundo
  • Nicaragua
  • Noticias

La Haya falla contra solicitud del régimen de Ortega

Corte Internacional de Justicia rechaza imponer medidas cautelares contra las exportaciones alemanas de armas a…

  • Cuba
  • Reportajes
  • Segmentos

En la Atenas de Cuba “todo se hace a pie”

Ni la figura de los "azules", inspectores encargados de interceptar a los vehículos y embarcar…

Con el motivo de mejorar el uso y la navegación, Havana Times utiliza cookies.