Por Elio Delgado Legón
Los periódicos, la radio y la televisión de Miami sí. Esos no descansaron durante los tres años que duró el juicio. Hubo varios periodistas dedicados todo el tiempo a crear una atmósfera anticubana y en contra de los que ellos llamaban espías.
Luego se supo que esos periodistas estaban pagados por el gobierno, precisamente para crear ese ambiente de rechazo en la opinión pública y en los jurados que debían dar su veredicto.
La jueza del caso se negó a que el juicio fuera trasladado a otro escenario más neutral, como establecen las leyes del país. Los jurados fueron intimidados por los terroristas de Miami, que todo el mundo sabe quieres son.
En mi opinión, la jueza también fue intimidada y amenazada, pues no se explica de otra manera que dictara las descomunales sentencias que les impuso a Los Cinco.
La sentencia más leve fue la de René González, a 15 años de prisión, que ya cumplió. La más grave e irracional de todas fue la de Gerardo Hernández: dos cadenas perpetuas, más 15 años.
Ramón Labañino, Antonio Guerrero y Fernando González, recibieron una resentencia, como resultado de una apelación, pero aún sus condenas son irracionales e injustas, porque se les acusó de delitos que no cometieron.
A René trataron de chantajearlo, con la detención de su esposa, para que se declarara culpable de espionaje y así poder acusar a Cuba de estar espiando en Estados Unidos. Pero un revolucionario digno como él no cede a los chantajes. Habría tenido que mentir en contra de su país para salvarse de una condena segura. No tenían ninguna prueba contra él, pero lo condenaron a 15 años.
A Gerardo le imputaron, entre otros cargos, sin probar, el de conspiración para cometer asesinato, por el derribo en aguas cubanas de dos avionetas de la organización terrorista Hermanos al Rescate, que venían violando sistemáticamente el espacio aéreo de la Isla y lanzando proclamas que llamaban a la insurrección armada contra el gobierno.
Habían anunciado otra incursión para el 24 de febrero, y el gobierno cubano alertó a las autoridades norteamericanas de tráfico aéreo, que si volvían a violar el espacio del país serían derribados en defensa propia, porque una organización terrorista podía, en cualquier momento, lanzar bombas y no sólo proclamas.
Aun así, salieron las avionetas y penetraron el espacio aéreo cubano. El jefe no se arriesgó, se quedó atrás para ver cómo eran derribadas. Por lo tanto, si alguien debe pagar por esas muertes es el señor Basulto, que los mandó a una muerte segura, sin arriesgarse él a correr la misma suerte. Los utilizó como carne de cañón para luego acusar a Cuba de asesinato.
El gobierno de Estados Unidos se ha negado reiteradamente a presentar las imágenes de satélite que muestran el lugar exacto del derribo de las avionetas, porque esas imágenes demuestran que fue dentro del espacio aéreo cubano y por lo tanto Gerardo no tiene absolutamente ninguna responsabilidad en ese hecho.
De todos los cargos presentados contra Gerardo y los otros cuatro antiterroristas sancionados, lo único cierto es que actuaban como agentes sin declararlo ante la fiscalía. Pero actuar como agente no es cometer espionaje contra el país, pues ellos penetraron organizaciones terroristas, no instituciones oficiales.
Los Cinco cubanos fueron víctimas de innumerables irregularidades y violaciones, que enumeraré en otro trabajo, por eso el gobierno no quiere que la prensa trate el caso, pues si el pueblo norteamericano supiera lo que está sucediendo, exigiría poner fin a esa situación, que desprestigia al sistema judicial de su país.
Todas esas circunstancias deben ser consideradas por el actual gobierno de Barack Obama y ponerlos en libertad.
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