Mascotas y pretensiones

Janis Hernandez

HAVANA TIMES — Los cubanos, tienen como rasgo casi inherente a su personalidad, ser presuntuosos y vanidosos. Tercer mundistas y en un país con una precaria economía. A pesar de esto, siempre han aspirado a llevar niveles de vida, mayores a  los de sus posibilidades reales.

Gustan del buen vestir, el buen comer y un poco de confort en casa. Para mantener estos, no pocos sacrificios se hacen a diario en la isla.

Los que han ido desde caer ilegalidades de todo tipo, hasta corrupciones de índole moral, o resolver con las remesas de familiares, amigos o amantes que viven en el extranjero,  para mantener ese “cierto status”.

Pero digamos que, alimentarse, vestirse y calzarse, son necesidades de primer orden. Las comodidades en una vivienda, son también prioritarias. Sin embargo, considero que hay determinadas excentricidades, que solo la gente rica en muchas partes del mundo, puede permitirse.

Y me refiero a la compra y la cuida de mascotas. Si bien es cierto que en la mayoría de las casas siempre hubo un animalito afectivo. La gente no mostraba tanto interés por la raza del mismo.

Perros, gatos y peces, eran las mascotas más comunes en Cuba. Pero de un  tiempo a esta parte, otros animalitos domésticos han cobrado popularidad, como los hámsteres, ardillas y las aves exóticas.

Los llamados perritos satos y gaticos balsinos, han sido olvidados en las calles, su baja estirpe no les permite competir con los bulldogs, cockers spaniel, dálmatas, dobermans, pastores alemanes y pastores blancos suizos, san bernardos, rottweilers, schnauzers o lebrel afganos. O con los gatos angoras, abisinios o siameses, los que son vendidos a precios irrisorios.

En muchas partes del país hay sitios destinados a la venta de estas mascotas. Y lo curioso es ver como son vendidas a montos altísimos. En un país donde la mayoría de su población, tiene una tasa salarial menor de un dólar diario.

Sin hablar de que estos animales precisan de alimentación y cuidados especiales, teniendo en cuenta que muchas de estas razas tiene que adaptarse a nuestro tórrido clima.

Por otra parte me resulta un poco molesto, ver como son exhibidos en jaulas, hasta que el mejor postor venga a llevárselos. En Santiago de Cuba, recién abrió una casa de mascotas donde se comercian caninos, felinos, roedores, pájaros y peces.

Estos lujillos de los que gustan actualmente los cubanos, acentúan más las diferencias sociales. Fui testigo de una familia que compraba un dálmata a su niño, en 35 cuc, el equivalente a 875 pesos en moneda nacional. A pocos pasos de allí un hombre pedía limosnas en la esquina.

Muchos responderán a este comentario con el clásico refrán de: “A quien Dios, se lo dio…”Y eso no voy a negarlo. Pero amar a los animales debe ir más allá de que raza sean, o cuanto cuesten. Gustar de las mascotas es una cosa y padecer de ciertas pretensiones es otra.

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