Los refrescos ilegales de mi vecina

Por Jancel Moreno

Alamar. Foto: Caridad

HAVANA TIMES — Desde que nací vivo en el reparto Alamar, al este de la capital. Mi localidad es muy conocida por la cantidad de edificios que hay, incluso muchos cuentan en modo chistoso que el arquitecto que estuvo a cargo de la construcción, voló en helicóptero y tiró 100 cajitas de fósforos y donde cayeron allí construyó edificios, sin importar el orden, mucho menos la estética.

Como sabemos, en todo el país existe el negocio ilegal o, como dicen, “por la izquierda”; la causa que lleva a los cubanos a esa práctica está más que clara, “el bloqueo”, y no precisamente el embargo de Estados Unidos hacia Cuba.

Una de mis vecinas es madre soltera, tiene 2 niños de 7 y 10 años respectivamente. Para poder ganar un poco más de lo que cobra limpiando en una escuela primaria, mi vecina Emiley Suárez se dedica a la venta de refresco gaseado. Y asegura a este reportero que le va muy bien en su empresa, porque modestamente sus refrescos son muy buenos.

Pero desde el sábado no ha podido vender ni un solo pomo, pues el delegado de la circunscripción la amenazó con denunciarla a la policía por la ilegalidad de su negocio; ahora, ella debe dejar esa entrada de capital adicional y adaptar sus gastos a su salario de 375 pesos (18 USD).

Lo gracioso del tema es que la misma familia del señor delegado compra refresco a Emiley, para la merienda de sus nietas, aseguró, Yamila Peñalver, hija de este.

Entiendo que como ciudadanos debemos combatir las ilegalidades, pero primero creo que debemos mirar a nuestro alrededor, valorar si esta persona lo hace por necesidad o por el simple hecho de ganar más dinero.

El caso de esta joven no es aislado, pero es el que me tocó conocer y ver más de cerca; ahora ya su niña menor, la de 7 años, se despide de un vaso de leche en la mañana o antes de dormir, porque aunque la necesita, el Gobierno se la eliminó, y su madre no puede darse el lujo de comprar a 70, 80 o 100 pesos una bolsa, cuando tiene que dar de comer y vestir a ambas niñas ella sola.

Solo espero que en mi país algún día no se corten las alas a los que las necesitan para subsistir, espero que personas como mi querido delegado nunca necesiten un vaso de agua de nadie, porque más temprano que tarde se verá solo, pagando por cada una de las personas que destruyó, que amenazó  y que no dejó crecer, todo en nombre de su Revolución.

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