La mujer chilena y la mujer cubana

Luis García de la Torre*

HAVANA TIMES – Años atrás, al poner los pies y la vida fuera de mi país de origen, como todo emigrante imagino, comencé a mirar y a intentar descubrir con sumo interés al sexo opuesto nacional que se veía caminando por ahí, en mi caso las santiaguinas. De lo primero en darme cuenta fue que no tenía ninguna referencia cercana de ejemplo físico o de personalidad, de cómo eran las mujeres en Santiago, o de las chilenas en general. Ni idea.

Comencé entonces un 15 de julio mi observar híper interesado en ellas, para cuando San Lázaro estaba listo. Existen de todo tipo, por supuesto: altas, bajas, delgadas, rellenitas, de pelo claro, oscuro, de ojos así o asao. Pero cuando uno va familiarizándose con la sociedad descubre que existe un tipo de mujer que sí es la chilena típica, la original y autóctona. Es de piel morena o tostada como por un sol tropical, pero natural, de piel uniforme y lisa en color y al tacto, firme, perfecta, de pelo grueso, bien negro, que brilla en exceso, y de cuerpo bien formado, más bien la llamaría corpulenta, de muy buenas piernas y bien maciza.

El día exacto que ya supe eso fue un sábado en la noche, me llevaron a un bar. Era el cumpleaños de una chilena y allí fui a parar. Realmente no llevaba ni veinte minutos en el local cuando una mujer de esas características se acerca y me dice resuelta e independiente: “Hoy cumplo 31 años ¿quieres ser mi regalo de cumpleaños?” Esa noche descubrí otra mujer latina, y encontré encantado respuestas a todas mis preguntas e interrogantes, confirmando cien por ciento lo que antes fui aprendiendo por buen observador y que acabo de exponer.

En personalidad la mujer chilena sin dudas la lleva. Existen al igual que en todas partes diversas, pero ídem que la parte física que le caracteriza la mujer chilena de por sí es chora, guapa, fuerte, inteligente, apasionada y tiene mucha personalidad. Es un poco Gabriela Mistral.

Por lo que siempre en bares, pub, restaurantes o conciertos es característico verlas reunidas, sin hombres o parejas, pasándola yo diría que más que bien. Juntas fumando, tomando, hablando sin parar, extrovertidas y echás palante con la vida. Es lo que se nota. La mujer chilena, repito, la lleva en su país. Va adelante mil pasos que el hombre, ampliamente. Por esa razón, entre otras, hay tanto machismo y violencia, se le teme a la mujer acá, y por supuesto el golpe de algunos es la respuesta, la superioridad física, la ley del bruto e imbécil.

Por lo que en este siglo XXI todas y todos hemos visto a Chile, hacer muy fuerte en ese sentido para lograr la igualdad, la equidad, terminar los abusos y darle a toda fémina que esté aquí fuerza, respeto y amor.

En Cuba lamentablemente todo amparo de protección para con la mujer se convirtió en algo político y como ha demostrado la Revolución que en la práctica nada le ha funcionado, está como con todo lo demás, y con una gran deuda con las cubanas. La mujer en Cuba va sola. Le urge el respeto y el amparo legal. No se ven grupos de mujeres compartiendo entre risas en ningún lugar público. A la revolución octogenaria y de hombres le da lo mismo la mujer. Una cosa es la propaganda y otra bien distinta la realidad.

Hay un video en internet de Raúl Castro tocándole la cara descaradamente a una militar que marcha en su escuadrón, él le salta y se mofa tocándola, se escuchan las risas detrás de sus acompañantes. En este sistema la opinión pública lo hubiera sacado del poder. En Cuba las mujeres están desamparadas por un gobierno que se mueve hace sesenta años en la dictatorial locura de que si se pide explicación, o se actúa, se está haciendo contrarevolución.

En Chile transparentemente se publican noticias y estadísticas de los abusos por lo que las leyes y la propaganda al respecto para la protección, y el respeto, abarcan un gran por ciento de tiempo y esfuerzo de todo tipo. En Cuba, ni una sola denuncia pública oficial en sesenta años.

Recuerdo cuando se hablaba de la mujer y sus derechos, en afiches o en minutos televisados, lo que más bien se hacía era alabar la figura de Vilma Espín y su gran fantasmal obra, ella era la Primera Dama, aunque no esposa de Fidel, sí la ex del hermano. Era más bien el monotema bla, bla, bla, bla para la adoración de la persona. Ahora hacen lo mismo con su hija Mariela Castro, pasaron el protagonismo con el dedo. Dulce María Loynaz hizo tremenda guerra, siempre erguida en su soledad. Las cubanas tienen bastante de Dulce María.

Basta ver estos dos logos luchadores 2017-2018 para darnos cuenta dónde se guerrea y dónde se politiza:

             

*Texto perteneciente al libro en proceso Breves y ligeras crónicas de un gusano de La Habana en Santiago de Chile

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