Sobrevivir el día a día, palabra de orden en Cuba

Rosa Martínez

Haciendo mandados. Foto: Juan Suárez

HAVANA TIMES – Jorge tiene 70 años. En casa tiene como única compañía a su perro Valiente, pues sus tres hijos se casaron y cada cual tiene su propia familia, dos de ellos en la capital del país. Su esposa por más de 50 años falleció hace tiempo, y la soledad creyó jugarle una mala pasada, pero no lo logró. Él sigue luchando por la vida, porque sabe que la muerte es cosa segura. Después de jubilado ha hecho de todo para sustentarse -pues la chequera no alcanza para nada- desde vender cualquier cosa por la calle, hasta trabajar en la agricultura, labor que abunda en su municipio.

Pero ese anciano no es el único jubilado cubano que ve cómo su pensión se le desaparece de las manos como por arte de magia. Son muchísimos los que no tienen algún familiar que los ayude con el sustento y están obligados a realizar algún trabajito de acuerdo con sus posibilidades y condiciones físicas, para satisfacer sus principales necesidades.

Algunos venden maní o cigarros, otros trabajan como custodios, en algunos casos son los mandaderos de la cuadra, o simplemente continúan realizando la labor que desempeñaban cuando se retiraron -pero ahora a su modo y con su paso, como por ejemplo, agricultores, albañiles, carpinteros, electricistas, plomeros, soldadores y muchos otros oficios de los cuales nunca descansan en realidad- y así les caen unos pesitos que nunca están de más.

Otro que lucha por su subsistencia es Ramón, quien dedicó 45 años de su vida a Educación, pero como la pensión nada tiene que ver con el sacrificio que tuvo que hacer durante tanto tiempo de trabajo estatal, ahora está obligado a vender productos agrícolas. La dedicación al sector educativo le dejó decenas de estudiantes devenidos profesionales que le dan la mano donde menos imagina, pero eso no es suficiente para llevar un plato de comida a la mesa. Después de años madrugando, lidiando con niños y padres de todo tipo, con directivos también diversos, con  nuevos planes educativos y con ideas en ocasiones absurdas, ahora debe continuar su lucha por la supervivencia, porque para educar ya no tiene ni paciencia ni deseos, aunque han ido buscándolo en varias ocasiones para que se reincorpore.

Viviana es ama de casa, y aunque nunca ha trabajado con el Estado, porque se dedicó a cuidar a sus tres hijos, siempre ha aportado a la economía hogareña. Mientras su esposo deja el pellejo en la construcción, ella, por su lado, cose para la calle, también es manicurista y cuando tiene tiempo hace turrones de coco o de leche para vender.  Si no fuera por su importante contribución, sería más complicado aún  sustentar a tres hijos que mientras crecen y se independizan aumentan también sus necesidades, en un mundo cada vez más material.

Jubilados. Foto: Juan Suárez

Edilberto solo tiene 16 años, sus manos deberían ser suaves como las de cualquier estudiante, pero, al contrario, están llenas de callos que en ocasiones le provocan un dolor insoportable. Aunque tiene unos padres consagrados para con él, tiene que ayudarlos como pueda, pues la vida está extremadamente cara y para darse algunos gustos, sin afectar las necesidades básicas del hogar, tiene que trabajar como ayudante de albañil. Eso requiere un gran sacrificio, y él lo sabe bien, al igual que sus progenitores, pero no le queda de otra. Los fines de semana se va con un tío a batir hormigón, cargar arena, piedra  o a realizar cualquier otro trabajo duro de los muchos que se realizan en la construcción.

Su amigo Tonito, con padres también trabajadores, sacrificados y dedicados por completo a la familia, igualmente lucha su dinerito, pero él lo hace más fácilmente. Su empleo consiste en conseguir personas que quieran recargar sus móviles cada mes –con las recargas del exterior que oferta Etecsa- y se busca uno o dos CUC por cada recarga. En ocasiones consigue hasta 40 personas, y eso le proporciona una retribución mayor que la de su mamá que trabaja 24 días al mes por unos 24 CUC mensuales.

Raulito es otro de los jóvenes del barrio que intenta ganarse la vida, sin dejar la escuela, pues no le haría eso nunca a sus padres, que solo le piden que termine el duodécimo grado, aunque después no estudie más. En su caso, su empleo está por completo fuera de la ley, solo tiene que contar dinero y realizar cuentas con un banquero amigo de la familia, lo cual no entorpece sus estudios, pues lo hace en horario nocturno, y además le proporciona más dinero que a cualquier trabajador común.

También está Nancy, una maestra primaria de experiencia -más de 30 años de trabajo- que adora su profesión, pero ese amor y dedicación no han sido suficientes para criar a tres hijos y ahora ayudarlos con sus propias familias, por lo que se ha visto obligada a vender caramelos, bombones, y otros tipos de golosinas a sus propios alumnos y a los de otras aulas para poder compensar su bajo salario. Más de un susto se ha llevado cada vez que llega un nuevo director a la escuela, pues la amenazan con sacarla del centro si la atrapan vendiendo, pero al final no pasa nada, hasta los directivos son conscientes de que con 700 pesos (28 USD) vivir nadie en este país, ni siquiera quien no tenga hijos.

Retrato. Foto: Juan Suárez

Ángela es especialista en Medicina General Integral. Ella tuvo la suerte de muchos en su profesión de cumplir misión internacionalista a penas se graduó, y con tres años de trabajo en Venezuela se pudo comprar una casa cómoda, pero el dinero no alcanzó para adquirir los equipos electrodomésticos, por lo que usó una tierrita (dinerito) que le quedó de la misión -y algo más que pidió prestado- en realizar viajes al extranjero y comprar ropa para revender en Cuba. Gracias a esa práctica que es una de las más lucrativas actualmente en el país, no solo se pudo comprar todos los artículos que necesita una persona para vivir, sino que junto con su carrera médica -la mejor pagada actualmente entre los profesionales- lleva una vida bastante holgada.

Son muchas las triquimañas que realizan los cubanos de a pie en todos los rincones de la Isla para sobrevivir en un país en el cual el salario es prácticamente simbólico, puedo mencionar por arribita muchos otros ejemplos: el que vende ropa en su trabajo, ron en el barrio, o cualquier otro producto en su casa en las tardes o los fines de semana, están los que traen mercancías de los campos que compran a bajo costo y las revenden en sus barrios, y, por supuesto, los que trabajan con recursos: dígase bodegueros, carniceros, placiteros, administradores, dependientes… la lista es larga, que simplemente inventan o  adulteran los precios y las pesas y nos roban un poco a todos  para tener un poquitín  ellos.

Espero que esos ejemplos aclaren la duda de una amiga canadiense que más de una vez me ha preguntado con insistencia: “¿Cómo sobreviven los cubanos”.

Rosa Martínez

Rosa Martínez: Soy una colaboradora más de Havana Times, profesora universitaria y madre de dos niñas bellas y malcriadas que son mi mayor felicidad. Mis grandes pasiones son leer y escribir y gracias a HT puedo cumplir con la segunda. Espero que mis escritos contribuyan a tener una Cuba más inclusiva más justa. Espero que algún día pueda mostrar mi rostro junto a cada uno de mis posts, sin temor a que me llamen traidora, porque no lo soy.

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3 thoughts on “Sobrevivir el día a día, palabra de orden en Cuba

  • Me acabas de recordar un post pendiente sobre quienes defienden tanto el modelo económico cubano. Te quedaste corta con los ejemplos pero están. Saludos

  • Donde esta Elio?
    Nada de eso es malo ni illegal. Ojala todos pudieran usar formas alternativas de compensacion, digase varios empleos, trabajos alternativos pero no me digas que Cuba es el paraiso socialista que el que busca mas dinero es porque quiere. No, es porque el Sistema te fuerza y no te permite vivir con el salario y la pension.
    Gracias Rosa, buen escrito.
    Saludos al forum

  • dile a tu amiga que se cambie contigo, tu te vas a sobrevivir a Canadá y que ella se vaya a sobrevivir a Cuba con libreta de racionamiento y sin pasaporte.

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