Inversiones en la Salud Pública ¿hay o no hay?

Rogelio M. Díaz Moreno

El Hospital Hermanos Almejeiras. Foto: Juan Suárez

HAVANA TIMES — Un compañero de estas páginas se planteaba unas interrogantes muy serias. El amigo Erasmo Calzadilla expuso sus dudas sobre el presunto desarrollo de inversiones en el sistema de Salud cubano. Estas inquietudes pueden resultar naturalmente compartidas por muchas personas. En una república, creo legítimo, desde todo punto de vista, demandar la transparencia en la gestión de los asuntos públicos.

Desde mi modesta perspectiva, creo, además, que puedo ayudar un poquito a Calzadilla. Al menos darle algunas pistas relacionadas con modestos avances en el sector donde trabajo. Quizás esos avances no hayan llegado a su conocimiento, lo que puede ser de cierta manera un motivo de dicha. Resulta que trabajo en Radioterapia, una de las maneras más extendidas de tratar el cáncer.

Pues sí, las enfermedades de esa familia son la primera causa de muerte en Cuba. Se prevé, por la dinámica poblacional cubana –bien conocida por nuestro colega–, que sostengan esta tendencia en los próximos años. Y cerca de la mitad de sus afectados son tributarios de radioterapia en algún momento de su tratamiento. Un buen número se cura; otros, al menos alivian sus padecimientos.

Yo llegué al Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología (INOR) en el año 2007. Para la radioterapia, el centro contaba, en ese momento, con una unidad de Cobalto y un acelerador lineal, además de una unidad de Braquiterapia. En el resto del país existían algunas unidades más de Cobalto y de Braquiterapia.

Hasta el corriente año, puede decirse que ha existido un nivel de inversiones no despreciable. En distintas partes del país se han instalado otros cuatro aceleradores lineales y dos unidades de Cobalto nuevas. A varias de las unidades de Cobalto viejas se les han realizado mantenimientos capitales, que han mejorado sus prestaciones. También se han sustituido o instalado nuevas unidades de Braquiterapia. Entran en funcionamiento por estos días otro par más de aceleradores lineales, para procedimientos específicos dentro de los salones de operación. Asimismo, se alista un equipo de irradiación superficial. Las más baratas de esas maquinitas no bajan de cientos de miles de dólares, las más caras, de tres millones.

El mejoramiento de la radioterapia no consiste solamente en los equipos de tratamiento. También requiere modernos programas informáticos de cálculo de las dosis, además de instrumentos de dosimetría y controles de calidad de gran sofisticación. Todo ello cuesta una tremenda cantidad de dinero. Los departamentos de Radioterapia del país han recibido también lo suyo.

En conjunto con la radioterapia, se trabaja en estabilizar las prácticas de radiocirugía estereotáxica, con grandes esfuerzos de muchas personas. Ya se hizo durante cierto tiempo, pero el envejecimiento del equipamiento requirió un replanteo, nuevas inversiones, etc. Un simple ordenador, en la oficina de este humilde servidor, contiene el programa de planificación de tratamientos de radiocirugía, en proceso de implementación en el INOR. Cuesta como un cuarto de millón de dólares, así que nadie se lo vaya a llevar.

En el lobby del Hospital Hermanos Almejeiras. Foto: Juan Suárez

Podría comentarles, también, de la rama de la Medicina Nuclear. Este tipo de práctica permite realizar diagnósticos certeros de cáncer y otras enfermedades, empleando isótopos radiactivos. Aquí también me consta la adquisición de equipos de alta tecnología, que se ponen al servicio de la sociedad.

En la preparación del personal se ha invertido también. Cientos de profesionales pasan cursos de capacitación en el extranjero. Por este concepto, me di mi vueltecita por Albión hace un par de meses; aunque las malas lenguas solo se hayan fijado en la pacotilla que confesé que me traje de vuelta.

No puedo hablar de otras especialidades médicas porque no las conozco ni remotamente tanto como la mía. Por respeto al interlocutor, ese espacio deberán ocuparlo quienes estén mejor enterados.

Es cierto que no se satisfacen todas las necesidades. Eso lo sabemos, lo sentimos y sufrimos a diario. Pueden imaginar cuán peor estaríamos ahora, si desde la pasada década no se hubiera realizado el proceso que esbocé. Como en toda tarea humana, han ocurrido errores, retrocesos y ha quedado mucho espacio por mejorar. Muchos creemos en el papel constructivo de la crítica, acompañada del compromiso sincero de apoyar en estos desvelos con nuestros aportes.

Finalmente, la parte que muchos no quieren escuchar. El famoso embargo o bloqueo ha perpetrado en nuestra especialidad daños reales, verdaderamente criminales. Ha habido equipos cuyos contratos de venta a Cuba han sido cancelados, porque sus fabricantes fueron adquiridos por compañías estadounidenses. El subsiguiente retraso, correspondiente a la búsqueda de otros proveedores, ha significado nada menos que un número de pacientes impedidos de recibir a tiempo una terapia de vida o muerte.

También puedo mencionar esta otra afectación. Hay dos fabricantes mundiales de aceleradores lineales, y uno de ellos es estadounidense. Solo recientemente, al tenor de la normalización de relaciones entre nuestros países, se armó de todas las licencias requeridas y presentó su catálogo ante las entidades cubanas. Mientras, el otro vendedor había exprimido al máximo las ventajas de su monopolio de facto y había cobrado sus máquinas, al Ministerio de Salud nuestro, a precios exorbitantes.

En resumen, es posible que muchas personas no estén al tanto de los procesos de inversión e instalación de tecnologías médicas en Cuba. Estos procesos, sin embargo, sí tienen lugar y producen un impacto considerable en la vida de los involucrados, tanto de quienes acuden a un centro de salud con la necesidad de ser atendidos, como de quienes allí trabajan.

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