El Petro, ¿solución o estafa para los venezolanos?

 

Por Osmel Ramírez Álvarez

El presidente Maduro esta apostando que la nueva criptomoneda será la salvación e independencia de la economía venezolana. Foto: adslzone.net

HAVANA TIMES – Una avalancha comunicacional, cual campaña comercial, tiene TeleSur con relación a las criptomonedas, especialmente el Petro: los locutores parecen puros profesores de economía. Esa moneda virtual está siendo impulsada por el Gobierno de Nicolás Maduro como parte de sus iniciativas de última hora para palear la aguda crisis económica que vive el país y dar esperanzas a sus seguidores.

Cabe preguntarse ¿en qué consiste el Petro?, y ¿es realmente una solución?

Los especialistas hablan de un lado y de otro: los simpatizantes argumentan con los “pro” de las criptomonedas y los opositores con los “contra”. Hay de todo. Es lógico que se ofrezca resistencia, que tenga ventajas y también desventajas.

El éxito del Bitcoin, cuyo posicionamiento cambiario, uso y seguridad creciente ayuda a generar confianza en esas divisas virtuales, se quiere extrapolar al Petro. Hay incluso una tendencia mundial al surgimiento de criptomonedas y muchos aseguran que será el dinero imperante en el futuro.

Ahora, el reconocer y darle un voto de confianza a las criptomonedas es una cosa y el asunto del Petro es otra bien distinto. El hecho de que un gobierno en crisis de todo tipo, que inventa cualquier cosa sin apego a la ética ni a la ley para sostenerse, bajo el precepto de que el fin justifica los medios, despierta lógicamente desconfianza. Y con el dinero hay que ser muy desconfiado, porque aguza hasta las mentes más obtusas y las vuelve brillantes para fabricar el timo.

La diferencia más notable de una criptomoneda con el dinero fiduciario es que ningún grupo o particular puede acelerar su producción y usar ilegal o abusivamente de manera significativa, ya que solo se genera una cierta cantidad de unidades colectivamente, a una velocidad que está limitada por un valor definido con anterioridad y conocido públicamente. 

Antes que los economistas “me acribillen”, diré que esta es solo la interpretación de un ciudadano simple con vagos conocimientos generales de las finanzas y de esos conceptos tan abstractos para los que comúnmente no lidiamos con ellos. Solo me dejo llevar por el sentido común y ese me hace desconfiar del Petro.

Particularmente no descarto que las criptomonedas puedan llegar a ser el dinero del futuro y las veo creciendo, evolucionando, ganando terreno, al mismo ritmo que crece de una forma más tecnológica y digitalizada la propia forma de funcionar la economía en general. Pero aunque es en ese contexto que Venezuela lanza el Petro, lo hace también en su peor crisis y con características atípicas. Cabe preguntarse ¿Es una criptomoneda?, ¿Cumple con los propósitos de esa iniciativa monetaria que pretende ser anárquica?

Veo que sí lo es desde el punto de vista de su funcionamiento virtual, pero uno de los objetivos de las criptomonedas es evitar la preponderancia de divisas controladas por gobiernos o economías hegemónicas. No creo que el interés general sea que los gobiernos la controlen ni que la respalden con recursos naturales ni riqueza de ningún tipo, como está pasando con el Petro.

Tengo entendido que el objetivo es el contrario, que sea anárquica, que no esté sujeta a control de ningún grupo de poder, económico o nacional. Incluso al no poder grabarse impositivamente genera dudas sobre su uso, atractivo para transacciones criminales. Por ello varios países la han prohibido o, al menos, no recomiendan su uso. Bolivia, socio de Venezuela, fue el primero en prohibirla.

Según entiendo el “respaldo” de una criptomoneda está en la dificultad de crear el algoritmo que la protege y hace viable, equivalente por analogía a la dificultad de extraer oro de la corteza terrestre. Y su logro por parte de los que se dedican a ello voluntariamente es una recompensa en fracciones de la propia moneda, por lo que igualmente en analogía se les llama mineros.

En el caso del Bitcoin tratan intencionalmente de que sea un proceso colectivo. La idea de respaldarlo con riquezas, fijar un precio inicial y subastar una cantidad x de una criptomoneda, lanzada y manejada por un gobierno, luce contraria a su concepto.

Desde mi humilde opinión veo la iniciativa “madurista” como una trampa o un engaño, que a la larga caerá sobre el pueblo venezolano. Si poseer reservas de recursos naturales avalara el valor de una moneda, las divisas más fuertes del mundo fueran africanas. En ese continente, donde predominan economías pobres y monedas devaluadas, abundan yacimientos enormes de minerales valiosos. O el propio Bolívar pudiera valorarse con la franja del Orinoco y se cotizara por encima del Euro. No son los recursos naturales los que avalan una moneda, es la economía, su éxito, su fortaleza.

Por otro lado ¿cómo creer que es correcto subastar una moneda virtual y obtener por ello 5 ó 6 mil millones de dólares contantes y sonantes, amparados en millones de barriles de petróleo que no se han extraído ni se hará en lustros o décadas, ya valorados a 60 dólares la unidad? ¿Acaso no recibirían ese capital de la nada, vendiendo un producto que ni la infraestructura para producirlo existe aún?

Desde esa perspectiva el Petro me parece más bien un Bono del Tesoro venezolano, vendido a futuro de forma enmascarada en el afán desesperado de conseguir divisas. Los grandes compradores, que ya ofrecen su intención, lo hacen sabiendo que mañana quien gobierne Venezuela deberá honrar el pago de estas sumas en caso de quebrar el Petro, pues le dieron un valor inicial fijo y es respaldado por el Estado. Sobre esa base no hay riesgos para, solo la posibilidad de que suba.

Y en última instancia sus “poderosos gobiernos” podrán presionar su pago en este mundo globalizado e interdependiente, donde un Estado siempre es un buen deudor, porque a diferencia de un ente privado nunca quiebra.

Quedaría “a futuro”  comprometido y empeñado el petróleo de la franja del Orinoco. Lo peor es que esos miles de millones de dólares serán lanzado al lodo, pues ¿qué posibilidades tiene ese gobierno de invertirlos bien, “con buen ojo”, y multiplicarlos para beneficio del país? Principalmente después de despilfarrar los súper ingresos petroleros durante más de una década, ¿qué confianza puede haber?

Este es un análisis simple sobre el Petro. Es puro instinto lo que me hace dudar, pero lo veo como una vía para continuar recibiendo multimillonarios fondos para su improductiva y “gastona” política populista, una vez que el petróleo físico y tangible, ese ya producido con costo incluido, ha dejado de tener un precio astronómico.

Luce ser una trampa que, a mi juicio, engañará principalmente al pueblo venezolano

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