Cuba y el cuentapropismo, la honestidad tiene un precio

Por Frank Simón

Trabajando en un paladar.

HAVANA TIMES – “Es duro trabajar para un particular, no tienes garantías de nada, solo de que ganarás algo más que un puesto con el Estado”, así me repite Ana, nombre que le pongo para protegerla de cualquier malhadada ventura. Para ella y sus 25 años de edad no hay mucho más que hacer, pues ha pasado de paladar en paladar, incluyendo puestos de venta de artesanía en la candonga de La Habana, sin que varíe su situación de emigrada y desposeída.

“Me siento como una extraña en mi propio país, pero sé que no soy la única, ahí tienes esa cantidad de bicitaxeros orientales que salen ilegales en la noche o las adolescentes, quienes se paran toda la madrugada en el malecón habanero, como dicen ellas, a probar suerte, cobran 5 CUC el palo”. Así refiere Ana lo barato que resulta acceder sexualmente a una de esas casi niñas cubanas, trabajo que ella prefiere desechar por ahora.

A la chica X la conocí en el portal de su casa, en la calle San Lázaro, le pagué un refresco, pues pensé que quería amistad o amor de veras (algo vi en su mirada), pero a los pocos días di de bruces con que tenía un “marido”, un tipo que la dejaba estar con otros a cambio de un por ciento de la ganancia nocturna.

Ella es de Holguín y, como muchas adolescentes y jóvenes, salía corriendo no bien veía venir a las autoridades. “Hay mujeres que tienen una especie de protección y los policías se hacen de la vista gorda, pero con las del interior no hay contemplaciones, te mandan deportada”.

Se sobreentiende que Ana intente sostener el trabajo a toda costa, a pesar de que el dueño de su paladar siempre le descuente dinero de la paga diaria por cualquier motivo, “jamás me he robado un quilo, pero si contradigo su voluntad lo pierdo todo”, dice ella y baja la cabeza.

Los trabajadores por cuentapropia, sobre todo, los empleados (o subempleados sin contrato por la noche) no tienen derechos laborales. “Imagínate, si el sindicato ni nos deja organizarnos como representantes de un bloque de la sociedad, no tenemos adónde acudir”, añade Ana, quien se desempeñaba en su pueblo de campo como bibliotecaria de una escuelita, allí el salario entraba y salía por arte de magia negra.

El Estado paga mal, pero garantiza que no perderás la plaza, en cambio, el sector privado es inestable y está controlado por una capa de la sociedad que no tiene cultura empresarial y, por tanto, tampoco conoce a qué atenerse en el mundo del negocio freelance. “En un lado y en otro, el pobre sufre explotación y gracias que aun soy joven y bonita, porque si eres vieja, negra o gorda ya no tienes trabajo en un paladar”.

Enfrente casi de ese mundo de sobrevida, a pocas cuadras de los paladares de Centro Habana, se levantan los lujosos hoteles, el Manzana Kenspinski, el futuro hotel Prado, la ciudad a la que seguramente los desposeídos del interior no tendrán acceso en  un corto marco de 4 o 5 años.

Así se está desmontando el último resquicio igualitarista dentro de la isla domeñada, por más de medio siglo, por aquel a quien Reinaldo Arenas llamó “El Fifo”.  Es un mundo de ensueño, en torno al cual se desbordan muchas jóvenes cubanas empobrecidas: irse con un yuma (extranjero) hacia el exterior. Esas cenicientas esperan un juego de lotería que ha hecho retroceder a La Habana a los tiempos de Batista, cuando se la consideraba el prostíbulo del Caribe, con la diferencia de que esas mujeres de hoy son más sanas, jóvenes y baratas.

No se vende de esa manera en los manuales de turismo, pero se sabe de Cuba como un destino sexual seguro, donde la policía custodia a las chicas y la medicina las cura de cualquier venéreo peligro. Fue la misma Mariela Castro, hija del presidente, quien coqueteó con la idea de un Ámsterdam caribeño en la capital cubana.

Foto del malecón: Ernesto González

Por todos lados, el mercado en su peor fase, la cuadratura del círculo, lo peor de los dos sistemas acechan al cubano normal, a ese que no posee grandes islas ni figura en la nómina de alguna de las grandes familias que (des) capitalizan la Isla. Como dijo en una entrevista, durante el programa Aguafiestas, de la televisión argentina, el intelectual Juan José Sebreli, Cuba tiene lo más deleznable de ambos sistemas realmente existentes en el mundo.

Mientras escribo este reportaje, en una de las tantas giras que doy por La Habana, Ana se prepara, se coloca las mejores ropas, el maquillaje perfecto, no sé si aún trabaja en el paladar o se irá al malecón, en todo caso es su decisión, es su cuerpo. Se va sin decirme detalle, un amigo me hace un gesto, ambos pensamos lo mismo. El mercado le está poniendo precio a todo, incluyendo la honestidad de Ana.   

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