Cuba Posible: buscando la felicidad en el cielo

Haroldo Dilla Alfonso

El Papa Francisco viene a Cuba en Septiembre.  Foto: justicia.gob.ec

HAVANA TIMES — El proyecto Cuba Posible ha entregado a la nunciatura, en La Habana, una petición para el papa Bergoglio: beatificar al sacerdote cubano Félix Varela.

Lo hace en un documento conciso en el que afirma que la petición está avalada por todos sus integrantes, ateos y creyentes, y que ello les ayuda a conseguir una patria próspera, etc., una “libertad responsable” de los ciudadanos y “una democracia entendida como posibilidad de socialización creciente de la cultura, la educación, las dinámicas civiles, la riqueza económica y la participación sociopolítica”.

Una argumentación interesante, pero que necesita algunas precisiones, como por ejemplo, el significado específico de “libertad responsable” en el contexto cubano, donde sobran las responsabilidades y faltan casi todas las libertades.

O, la razón por la que Cuba Posible define democracia como casi todo sin mencionar, siquiera de pasada, lo que resulta su basamento insoslayable: la autonomía social y el pluralismo. Y sobre todo, la pregunta central de mi artículo: ¿Cómo se relaciona la beatificación de Varela con la consecución de las altas metas renovadoras que Cuba Posible ha hecho suyas?

Seguramente no hay una relación directa, y a mí, como agnóstico, me parece intrascendente que Varela sea beatificado o no, y me temo que para muchos católicos cubanos -a la manera como se tiende a ser católico en la Isla- tampoco el asunto debe ser importante. Pero aun concediendo que lo sea como recurso simbólico, sigue en pie mi duda sobre las prioridades: ¿Por qué una institución tan relevante como Cuba Posible se gasta sus cartuchos con la visita de Francisco pidiendo una beatificación?

Yo hago dos sugerencias de temas que Cuba Posible pudiera presentar al Papa.

Propongo que el proyecto analice la posibilidad de pedir al visitante que interceda a favor de un clima de tolerancia y no represión contra la oposición. Ni siquiera sugiero que se les permita competir por el poder estatal, sino simplemente que se les permita realizar sus actividades con una reglamentación transparente de autorizaciones para el uso del espacio público, como ocurre en todos los lugares. Y que nadie pueda ser discriminado de manera alguna por ser miembro o participante de estos grupos y sus actividades. Sugiero que a cambio, estos grupos renuncien explícitamente a recibir fondos de gobiernos extranjeros y que exista un control, también transparente al respecto.

De esta manera, tendrían derecho a presentar sus puntos de vista ante la opinión pública y esta sería capaz de dilucidar, en medio de un debate entre cubanos, cuáles serían sus opciones. Y Cuba Posible, una organización que se ha caracterizado por un loable comedimiento cuando se ha tratado de opinar sobre la oposición, puede dar un paso adelante en función de la libertad y la democracia mucho más sustancial que canonizando a Varela.

No obstante, si Cuba Posible cree muy riesgoso entrar en el tema político, sugiero otro ubicado en el ámbito puro de los derechos humanos: la devolución de las ciudadanías efectivas a los emigrados.

Cuba es uno de los pocos países del mundo que mantiene, esencialmente, una política hostil hacia sus emigrados, lo que se expresa en la expropiación que estos sufren de sus derechos ciudadanos.

Los cubanos emigrados no pueden regresar a su Patria, sino con un permiso y términos limitados y a muchos se les niega esa posibilidad; no tienen derecho a la propiedad, votar o ser elegidos; los documentos que portan son terriblemente caros y si alguno imaginara que un consulado cubano le representa, sería un iluso incorregible.

Aquí Cuba Posible tiene un campo casi infinito de sugerencias al Papa, quien con seguridad, dada su proclamada sensibilidad hacia los temas migratorios, las acogería con agrado. Por ejemplo, y solo a modo de ideas sueltas:

  • La construcción de un clima de confianza, mediante acciones, como ampliar las convocatorias a conferencias de la nación, tanto en lo que se refiere a los tipos de participantes, como a la agenda de discusión, la promoción de intercambios culturales y sociales y el remozamiento del discurso relacionado con los migrantes.
  • Adecuación de precios de servicios consulares y migratorios a los niveles promedios internacionales.
  • Reconocer la libertad de tránsito como un derecho ciudadano innegociable.
  • La consagración constitucional de la doble ciudadanía.
  • La restitución paulatina de los derechos civiles y políticos a los emigrados que decidan mantener la ciudadanía cubana, y en un primer momento, el derecho a regresar, vivir y tener propiedades en Cuba.

Cuba Posible es una iniciativa relevante que ha ganado un espacio gracias en buena medida al esfuerzo de sus promotores, a sus habilidades para moverse en campos minados de la política cubana y al talento de sus integrantes, donde se reúnen figuras claves de la intelectualidad cubana contemporánea, entre ellos algunos buenos amigos. Limitar su petición a la beatificación de Varela sería, repito, perder una oportunidad y, de paso, colocarse por debajo de su propia leyenda.

Creo que Félix Varela, un cristiano piadoso y abnegado, pero sobre todo (por ello lo recordamos) un republicano integral, se sentiría más honrado con una Patria de todos y para todos que con una beatificación.

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