Un puente de plata a Miami

Fernando Ravsberg*

Excarcelados cubanos protestan en Madrid pidiendo ayudas económicas para vivir. Foto: Raquel Pérez

HAVANA TIMES — En estos días me encontré con los disidentes cubanos que acampan frente al Ministerio de Relaciones Exteriores de España reclamando el reinicio de las ayudas económicas que, según su punto de vista, el gobierno español tendría la obligación de entregarles por tiempo indeterminado.

Llevan acampados más de 400 días sin que las autoridades les den respuesta. El diálogo se ha cortado, ellos están convencidos de que España tiene que seguirlos subvencionando y Madrid asegura que tras 18 meses de ayudas deben buscarse la vida como el resto de los mortales.

En todo caso existiendo una comunidad tan próspera de exiliados en los EEUU bien podrían ayudar a sus compañeros excarcelados, los que hasta hace muy poco eran los héroes prisioneros del comunismo, sobre los que se escribían comunicados y por los que se hacían actos públicos en Miami.

El problema también puede tener rápida solución si EEUU les otorgara asilo, como ha hecho con cientos de miles de cubanos, a través de la Ley de Ajuste. Pero Washington les contesta que de eso ni hablar, ya están en un país democrático y por lo tanto perdieron el derecho que tenían cuando vivían en Cuba.

Sin embargo, en algunos casos las autoridades norteamericanas se muestran mucho más comprensivas, como demuestra la concesión de asilo político a la familia de Oswaldo Payá, el disidente muerto en un choque de tránsito mientras recorría Cuba haciendo proselitismo con dos dirigentes de la derecha europea.

La primera versión fue que la familia pidió asilo político para establecerse en Miami. Sin embargo, luego aseguraron que continuarían trabajando en el movimiento fundado por Oswaldo, para lo cual irían de vez en cuando a la isla, aprovechando la apertura migratoria del gobierno cubano.

Tratar de dirigir la oposición desde el exterior no es una novedad pero hacerlo desde Miami combinando el exilio con excursiones periódicas muestra cierta creatividad. Sin embargo, difícilmente resultará más eficiente, tal vez por eso Oswaldo Payá nunca opto por residir al extranjero.

Los europeos que acompañaban al disidente cuando murió dijeron que habían ido a Cuba a asesorar sobre la creación de movimientos juveniles de derecha y Rosa Payá parecía la líder perfecta para una agrupación de ese tipo: mujer, joven, bonita y sabe expresarse cuando no se apasiona.

Fallecido Oswaldo, la potencian como la continuadora natural del Movimiento Cristiano Liberación y del Proyecto Varela. La muchacha y los demás hijos alcanzan cierta notoriedad por acusar al gobierno cubano de asesinar a su padre y por los vehementes reclamos de la herencia política paterna.

Durante meses estuvo luchando por poder viajar al extranjero y fue una de las primeras en salir cuando finalmente el gobierno normalizó su política migratoria. Aseguro que regresaría al país a continuar la lucha de su padre pero más tarde cambió de parecer y se llevo consigo al resto de la familia.

“Hemos llegado como refugiados políticos, pero estamos aquí (en Miami) con un carácter temporal”, dijo Rosa a la prensa, unas palabras que se parecen demasiado a las que vienen pronunciando las diferentes generaciones de anticastristas que abandonan Cuba desde hace más de 50 años.

Los hijos de Oswaldo Payá denunciaron al gobierno antes de exiliarse en Miami. Foto: Raquel Pérez

Desde 1959 Cuba y EEUU se enfrentan en el terreno migratorio. Cada cubano que sale de la isla esta huyendo del comunismo, según la versión de Washington, mientras que La Habana consideraba la “solidaridad migratoria” de su vecino como un intento de restarle recursos humanos.

A lo largo de los años se demostró que la Ley de Ajuste Cubano ha beneficiado más a La Habana que a EEUU. Funciona como una válvula de escape que se abre cada cierto tiempo para dejar salir a los más descontentos, justamente a aquellos que hubieran sido el mejor caldo de cultivo de la oposición.

También sirvió para que muchos dirigentes políticos optaran por el exilio, desde los acólitos del dictador Batista hasta los actuales disidentes, pasando por los alzados del Escambray, las organizaciones para-militares clandestinas e incluso los ricos que se fueron a Miami a esperar que el Gran Hermano solucionara el problema.

De 250 presos políticos liberados por gestiones de la Iglesia y Madrid, solo 12 decidieron quedarse en Cuba y siguen haciendo política dentro de la isla. El resto hizo las maletas junto a cientos de sus familiares y salieron rumbo a España, con la íntima certeza de que desde allí podrían saltar a Miami.

Durante medio siglo la política migratoria de los EEUU hacia Cuba le ha quitado el agua a la pecera donde debería  nadar la oposición, restándole base social y dirigentes. Y lo curioso es que después los mismos diplomáticos de Washington se preguntan por qué la disidencia no crece.

La Habana patalea contra la Ley de Ajuste Cubano pero sigue permitiendo la salida al exilio de sus adversarios políticos, sea para vivir como “sin techo” en las calles de Madrid o bajo el manto protector de EEUU. Me recuerda a aquel viejo proverbio que aconseja tenderle un puente de plata al enemigo que huye.
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(*) Publicado originalmente por Cubaencuentro.com.

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