¿Abandonará Trump a la disidencia de Cuba?

Fernando Ravsberg

Se espera a Trump en Miami en Junio para revelar su política con Cuba.

HAVANA TIMES — El Presidente Trump es una cajita de sorpresas, nadie sabe a ciencia cierta cuál será su posición. El 20 de mayo declaró que “el despotismo cruel no puede extinguir la llama de la libertad en los corazones de los cubanos” y unos días después le propone al Congreso cortar la ayuda a la disidencia.

La jugada pasó desapercibida porque se enmarcó dentro del proyecto de presupuesto federal, donde propone recortar y eliminar las “ayudas al desarrollo” que EEUU entrega a los diferentes países de Latinoamérica, desde México hasta el cono sur.

En concreto los mexicanos pierden casi la mitad de la ayuda pero en el caso de Cuba y Venezuela esta se elimina sin que aparezca una contrapartida menor. Para la isla enviaron en el año fiscal 2016 U$D 20 millones; mientras hacia Caracas viajaron U$D 6,5 millones.

La diferencia es que la “ayuda” a Cuba y Venezuela estaba dirigida desde hace décadas a “promover la democracia”, dicho sin diplomacia: para financiar a los grupos de oposición, afines a Washington, que pretenden lograr un cambio de gobierno en los dos países.

El Profesor Lopez-Levy*, nota como la visión de Trump se distancia del consenso intervencionista de post-guerra y por ende también de los gastos en la llamada “promoción de la democracia”, para dedicarse a temas de seguridad más inmediato.

De los US $20 millones que Washington enviaba a la disidencia a Cuba solo llegaba un 17%, según las propias organizaciones del exilio anticastrista es a la disidencia en Cuba. Foto: Raquel Pérez

Advierte, sin embargo, que se trata de una propuesta, no de la versión definitiva, que tiene que pasar por el Congreso donde el tema Cuba será moneda de cambio de la Administración para negociar con los congresistas cubano-americanos y los senadores Rubio y Cruz.

Por otra parte quedan los fondos temáticos regionales, de allí seguro se destinará algo a la “promoción de la democracia”, dejado a la discreción de la administración de USAID, donde ya están presentes representantes de posiciones pro-embargo.

De todas formas la financiación para la oposición cubana se reduciría sustancialmente respecto a los U$D 20 millones anuales que se les destinó durante décadas. Un dinero que, por cierto, permitió a La Habana señalar a la disidencia como mercenarios pagados por Washington.

Pero lo que llegaba a Cuba era menos de U$D 4 millones. Según Pepe Hernández, líder de la anticastrista Fundación Nacional Cubanoamericana, “el 83% del dinero designado para el apoyo a activistas democráticos en Cuba, han sido gastados en Miami o en países extranjeros”. (1)

El asunto fue ratificado por la Oficina de la Contraloría General (GAO) del Congreso de los EEUU, cuyos investigadores detectaron que una parte de ese dinero se utilizó en comprar en Miami abrigos de cuero, bombones de las marcas más caras y sierras eléctricas.

Pero aun así llegaba al país una cifra nada despreciable dado el escaso número de disidentes.

Un antiguo jefe diplomático de los EEUU en Cuba rodeado de disidentes, en los tiempos en el que Washington apostaba todas sus cartas a ellos. Foto: Raquel Pérez Díaz

El exjefe diplomático de EEUU en la isla, Jonathan Farrar, decía en un cable secreto que la disidencia no trabaja para atraer a la gente, “su mayor esfuerzo se dirige a obtener suficientes recursos para mantener en vida de un día al otro a los principales organizadores y a sus principales seguidores”. (2)

El intento de Donald Trump de dejar a la disidencia cubana sin fondos es la mayor amenaza que esta ha recibido nunca de EEUU. Sin embargo, parece ser continuidad de la política de Obama, el cual apostó más por los emprendedores que por la oposición tradicional.

Aún es pronto para saber si ese presupuesto se aprobará pero seguramente el anticastrismo interno y externo debe estar muy preocupado porque todas las organizaciones y muchos de los individuos que las integran viven y hacen política, en Cuba y en los EEUU, con esos U$D 20 millones.

Incluso si los congresistas cubanoamericanos lograran echar atrás esa medida tendrían que negociar con la Casa Blanca desde una posición defensiva, lo cual le dará ventaja al Presidente Trump para sacarse presión de encima en el tema Cuba y en otros más sensibles aun.

En el 2015, en la ONU, el Presidente Raúl Castro exigió el cese de todos “los programas de subversión y desestabilización contra Cuba” como requisito para la normalización de relaciones. Sin la más mínima alharaca su homólogo estadounidense propone al Congreso dar ese paso.
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*Conferencista visitante en Mills College, Oakland California y Candidato a Doctor en la Escuela Josef Korbel de Estudios Internacionales de la Universidad de Denver.

 

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