El precio de un periodismo que llega más a la gente

Por Yusimi Rodríguez

Lisbey (izq) and Manuel (der),

HAVANA TIMES — Mientras se rinde homenaje al fallecido ex presidente cubano Fidel Castro, y la Unión Europea abandona la posición común sobre Cuba, continúan aquí las restricciones a la libertad de expresión y de prensa.

El lunes 28 de noviembre, fueron detenidos en Mayabeque Manuel Guerra y Lisbey Lora, director y editor, respectivamente, del Cimarrón de Mayabeque, Boletín del Instituto Cubano por la Libertad de Expresión y de Prensa (ICLEP). Los familiares no supieron nada hasta el jueves por la noche. No pudieron visitarlos, ya que los detenidos en esa unidad sólo reciben visitas siete días después del arresto. Ambos fueron liberados el lunes 5 de diciembre.

Manuel: Voy a Mayabeque cuatro o cinco veces al mes, para conversar con las personas, tomar fotos, verificar informaciones; como director, soy máximo responsable de la veracidad de lo que se publica. No puedo hacer un periódico sobre Mayabeque sin ir allá.

Comenzamos en mayo, y desde junio hemos sufrido varias detenciones. Lisbey, dos; yo, tres. Vamos casi clandestinamente; suelo dejar mi teléfono aquí (Mantilla, La Habana). Esta vez, me llamó un activista de allá, interesado en colaborar con el medio, y le dije que quizás íbamos el lunes.

Desde que salimos, percibimos que en la calzada había un operativo: gente con enguatadas, hablando a las riñoneras. En el Puente del Calvario notamos lo mismo; en el primer punto de control de Mayabeque nos detuvieron. Se dirigieron a nosotros directamente por los nombres, nos hicieron bajar del taxi y nos llevaron para la Unidad Nacional Policial de Investigaciones Criminales y Operacionales de San José de las Lajas. Los detenidos dicen que hay mucha violencia física y psicológica.

HT: ¿Hubo alguna contra ustedes?

Manuel: La psicológica la sientes desde el principio; nunca había estado detenido ocho días, me interrogaron cinco veces. Sobre la física, el domingo sentí que uno de los guardias iba a golpearme, porque me levanté a las 6 de la mañana y empecé a cantar el himno nacional; creo en él y lo canto en las unidades cuando me detienen. La Seguridad del Estado lo sabe. Pensé que ese guardia me golpearía, pero tres presos se levantaron, preguntaron qué pasaba y al final no ocurrió nada.

HT: ¿De qué los acusaron?

Manuel: El Jefe de la Unidad primero dijo que íbamos a ver a un sujeto investigado por ellos, para provocar disturbios. Pero el señor nunca estuvo detenido. Al día siguiente, aparecieron los agentes de la Seguridad del Estado y me hablaron del boletín; dijeron que sería procesado por la Ley 210, sobre Impresos Clandestinos. No pudieron demostrar que eran noticias falsas, pero los periodistas condenados durante la Primavera Negra tampoco publicaban mentiras.

Lisbey: A mí, no me acusaron de nada. Nunca vi a los de la Seguridad. El segundo día, pregunté al Jefe de Unidad bajo qué cargos estaba allí. Respondió una jerigonza de la que entendí que me investigaban.

HT: ¿Cómo fueron las condiciones del encarcelamiento?

Manuel: La celda era muy húmeda, no entraba luz. Leí que en lugares así, bañarte diariamente te acaba. Me bañaba cada dos días. Deben sacar a los presos a coger sol quince minutos, cada dos días. En ocho días, me sacaron una vez, junto a los otros ocho presos. Corríamos la misma suerte

Lisbey no vio el sol. Él y Manuel permanecieron en celdas separadas.

Manuel no sabe aún si será juzgado por los impresos clandestinos. El lunes 5 a medio día, fue liberado.

Manuel: Era el día de visita. Me dieron ropas traídas por mi madre, que había venido antes pero no la dejaron verme. Pensé que significaba que estaría allí más tiempo, pero me mandaron a recoger todas mis pertenencias. Me trajeron en un carro de la Seguridad del Estado hasta la Unidad de Policía del Capri, con mi mamá. Le dieron almuerzo, porque es diabética y se sentía mal. En el Capri, me interrogó la Seguridad del Estado de La Habana. Habían registrado mi casa y ocupado computadora e impresora. Me levantaron un acta por receptación, y me soltaron cuatro horas después.

El registro se realizó el viernes 2, a las ocho de la mañana; Manuel lo supo por los vecinos. No quiere preguntar nada a su madre.

Manuel: Está destrozada; no quiero hablar con ella de esto. Yo mismo estoy en shock. No tengo papeles de los medios, porque no fueron comprados en Cuba. Ellos deben demostrar que robados o propiedad del Estado, y no pueden, así es que deberían devolvérmelos, pero buscarán la forma de no hacerlo. De todas formas los voy a reclamar.

Lisbey: A mí, en Mayabeque no me devolvieron los objetos de valor: reloj, billetera, etc., porque estaban en una caja fuerte y no apareció la muchacha con la llave. Debo ir otro día a buscarlos. El celular está bajo una investigación que puede durar entre 30 y 40 días. El Jefe de la Unidad dijo que tenía que ir hoy al Capri a ver a un teniente coronel del que él mismo no sabía ni el nombre. No fui.

HT: ¿Y el futuro del Cimarrón?

Manuel: Es muy difícil que podamos seguir sin los medios. Debo pensar en muchas cosas, mi familia. En casi diez años como periodista independiente no había sido tan reprimido. En siete meses, he sufrido tres detenciones.

HT: ¿A qué lo achacas?

Manuel: Hasta ahora había trabajado en medios digitales. En Cuba, casi nadie que se conecta a Internet entra a sitios de la prensa independiente; además, la mayoría están bloqueados. Los boletines impresos llegan más a la gente. Los distribuíamos de noche por debajo de las puertas, sin saber a quién se lo dábamos; de día, dos veces los distribuimos en la calle. Es una gota de agua, apenas 500 boletines, pero parece que al gobierno le preocupa. Al final del boletín, ponemos teléfono y dirección de correo. Hemos recibido llamadas y correos de gente que quiere expresar algo.

HT: ¿Cuáles son los principales problemas que han visto en Mayabeque?

Manuel: Delitos económicos, corrupción. En mayo publicamos que altos funcionarios del gobierno provincial, militares y civiles, fueron detenidos por corrupción. En la fábrica de aluminio, eliminaron la vinculación [de producción y pago]; eso ha afectado los salarios. Déficit de profesores en las escuelas por los bajos salarios. Queríamos ver qué pensaba la gente del deceso de Fidel Castro, pero no pudimos. En la prisión, repartieron el Granma y vi que Mayabeque fue la segunda provincia con menos firmas al libro de condolencias, la primera fue la Isla de la Juventud. Claro, habría que ver la cantidad de personas en la provincia y qué por ciento firmó.

HT: Dijiste que en el barrio todos supieron lo sucedido. ¿Cómo han reaccionado?

Manuel: Me abrazan, me besan, incluso gente que nunca había hablado conmigo. Los vecinos siempre han sabido qué hago. Los mayores quizás se recogen un poco. Pero los jóvenes me preguntan mucho. Sé que quisieran leer los boletines, pero debo distribuirlos en Mayabeque. También hemos recibido solidaridad internacional y llamadas de varios medios.

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