Venezuela no deja de asombrarme

Caridad

La Asamblea Nacional de Venezuela

HAVANA TIMES — Venezuela no deja de asombrarme, y como a mí, creo que a todos los que no nacimos aquí y aprendemos un poquito cada día a desenvolvernos en esta sociedad.

Mientras trataba de agarrarle el paso a todo el asunto del Revocatorio, ya sabemos que apenas logro comprender el modo de funcionamiento de Asambleas, Centros de Elecciones, Tribunales Supremos; y esperaba el siguiente paso de validación de firmas, de pronto me encuentro la noticia de que ya no habrá Revocatorio, o que está suspendido hasta no se sabe cuándo, lo que resulta igual, pero dicho con palabras más bonitas.

Es como estar viendo un juego de futbol americano, o cualquiera de esos complicados, donde apenas comienzas a aprenderte las reglas esenciales y el juego termina abruptamente; todos a tu alrededor saben a qué se debe la suspensión, pero tú no te enteras de qué fue lo que pasó. Más o menos eso es lo que me ha pasado con la historia del Revocatorio y los nuevos poderes en unos cinco estados que echaron por tierra – con una anulación – todo el proceso.

Creo que hasta los que sabíamos que el gobierno no permitiría un proceso electoral en su contra, nos hemos quedado más que sorprendidos. De todos modos no hay reacción, al menos inmediata, al menos en la calle. Como si, sutilmente, esa regla secreta fuera conocida por la mayoría de las personas, pero se mantuvieran intentando jugar hasta el pitazo final.

Un cantante colombiano termina una gira internacional en Caracas, y se presenta en el Poliedro, lleno a no dar más. Esto sucede en el mismo fin de semana en que, solo unas horas antes, se había anunciado la suspensión del julepeado Revocatorio.

¿Tenían tanto interés en el proceso de revocación al presidente Maduro los miles de venezolanos que llenaron el Poliedro de Caracas? Más de 15 mil venezolanos fueron a celebrar solo unas horas después, en un país que, constantemente, se anuncia en medio de una crisis humanitaria.

Más de 15 mil venezolanos pudieron disponer  – como mínimo – de unos 12 mil bolívares (casi un salario mínimo) mientras todos los días se leen noticias de desabastecimiento, inflación, falta de asistencia médica adecuada. Si no viviera aquí diría que todo es un invento de los medios de comunicación de derecha…o que las entradas del concierto fueron pagadas por el gobierno para hacer creer al mundo que todo está bajo control, que la realidad no es esa que se lee en algunos periódicos.

Pero ni una cosa ni la otra.

Solo es Venezuela, país donde a diario puedo encontrar gente hurgando en la basura mientras otros andan pensando en comprar el nuevo Samsung Galaxy o un apartamento en Nueva York, así de sencillo. Pero a las disparidades extremas, que por algunos años estuvieron suavizadas mediante la gestión populista del presidente Chávez, se le unen aquí la polarización extrema, y cierta complacencia de algunos venezolanos en permitir que las cosas marchen al modo en que otros decidan, siempre que le dejen a mano alguna prebenda.

El sábado, justo unas horas antes del asalto a la Asamblea Nacional, miles de venezolanos fueron a bailar al ritmo de Maluma. Prefirieron eso antes que salir a protestar a la calle por la consumación – muchos lo consideran así – abierta y total de una dictadura.

El domingo un pequeño grupo de personas acompañaron a los diputados opositores en la sesión extraordinaria de la Asamblea Nacional, donde se pretendió tomar las medidas necesarias para restitución del orden constitucional.  Increíblemente quienes estaban más activos fueron un grupo de seguidores del gobierno, que terminaron asaltando la sede de la Asamblea.

Habitualmente la Guardia Nacional, la policía, el gobierno y todos los que tengan que ver con la seguridad de este edificio; se ha hecho de la vista gorda respecto a un grupo que, permanentemente, está situados a la entrada de la Asamblea. Cada día los veo allí, bajo un toldo que no quisiera saber quién se los proporciona, con megáfonos llenos de palabras descalificativas hacia quienes disienten del gobierno. Este domingo el grupo creció, increíblemente no estaban los antimotines ni nadie que resguardara la entrada a la Asamblea Nacional.

Caracas

Por las noticias deben conocer ya algunos detalles de este hecho que nunca fue televisado, sino horas después, con las ediciones convenientes. Luego de este curioso y agresivo acto que ha sido respaldado por todos los elementos del gobierno, se anuncia un “Diálogo” entre la Oposición y el Gobierno.

Claro que no es tan sencillo.  A solo unas horas de este anuncio varios importantes miembros de partidos opositores negaron estar de acuerdo con el proclamado diálogo.

Hoy en Venezuela los partidos que son llamados opositores son varios, y desunidos; de ahí que no hayan logrado posicionarse totalmente frente al chavismo. Pero más allá de la evidente desunión, es claro que en ese futuro diálogo solo entrarán los que más poder político y económico ostenten.

La mayoría de la gente no cree en la Mesa de la Unidad Democrática, al menos no lo suficiente como para acudir a alguna otra convocatoria de este partido. (Pero estamos en la tierra de las sorpresas, veamos qué pasa mañana). La gente tampoco cree en el PSUV, aunque haya muchísimos que todavía sigan la línea chavista, o que estén obligados a ir a las marchas para no perder sus empleos.

Una parte de los venezolanos espera que surja un nuevo líder, craso error. Una parte de los venezolanos espera a que sean los de clase media los que se lancen a la calle. Una parte de los venezolanos está resignada a seguir recibiendo al menos una bolsa de comida a un precio menor. Una parte de los venezolanos controla la entrega de comida y eso es un gran negocio para ellos. Una parte de los venezolanos está agradecido que comiencen a aparecer productos alimenticios, aunque sea a precios desorbitantes, pero al menos existen en algunos negocios. Una parte de los venezolanos teme a una parte (armada) de los venezolanos y por eso no sale a las calles.

Una parte de los venezolanos odia al gobierno pero solo determinados días de la semana o del mes, o del año, nunca los días suficientes como para proponer una estrategia política y económica diferente. Una parte de los venezolanos está confundida en si debe luchar contra Maduro, porque ha echado abajo todo lo que dijo e hizo Chávez; o debe apoyarlo ciegamente porque fue la última voluntad de Chávez. Una parte de los venezolanos trabaja de sol a sol para dar comida al resto de los venezolanos. La mayor parte de los venezolanos está de acuerdo en que Maduro lo está haciendo cada vez peor, que es la peor opción para Venezuela; pero no encuentran el modo de ponerse de acuerdo, no tienen muy claro qué es lo que harán cuando ya no esté Maduro, o si el partido de la MUD es una opción sería para dirigir Venezuela.

El gobierno se ha encargado de anular otras posibilidades políticas. Términos medios entre la extrema izquierda o la extrema derecha. Así es más fácil manipular, asustar, convencer sobre lo peligroso de los cambios.

Una cosa sí es clara, los que entraron a la fuerza este domingo a la Asamblea Nacional, no representan al pueblo, ni siquiera a la mayoría de los que se llaman chavistas.

Los venezolanos andan tratando de resolver sus propias necesidades en una crisis sui géneris, o tratando de sacarle el máximo provecho.

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