Caridad
Ahora vivo junto a una avenida, salgo casi todos los días, caminando, en guagua o en el metro. Mi contacto con la “realidad” es casi total. Y creo que la gripe está incluida en el paquete de esa realidad.
Quizá esto tenga algo que ver con que Venezuela sea el país de la región que mas dióxido de carbono genera por habitantes, es decir, cada venezolano produce al año 6 toneladas de CO2.
Aproximadamente dos por encima de los famosos mexicanos. Y alrededor de 4 más que sus vecinos, los colombianos, cuya extensión territorial es más amplia.
Cuando salgo a la calle prefiero cargar con un pomo de agua, de lo contrario tendría de gastar más de 5 bolívares* (en dependencia del sitio donde me encuentre) para poder beber un vaso de agua. Sin embargo, con menos de 5 bolívares el padre de mi pareja (que es taxista) llena el tanque de gasolina de su auto y hasta deja propina al expendedor.
Este asunto no es nada “nuevo,” es decir, viene de muchos años atrás; pero las medidas tomadas en esta década podrían catalogarse de escasas o insuficientes.
Como, por ejemplo, los “apagones” programados (excepto en Caracas), y la supresión del servicio hidráulico, 24 horas, un día a la semana (en dependencia del estado, cada uno tiene sus regulaciones).
Creo que los venezolanos resisten cualquier aumento de precios, excepto el de la gasolina y sus derivados. Quizá no tienen la suficiente conciencia al respecto, y los sucesivos gobiernos han sacado provecho de esta ausencia de conciencia ambiental.
Más bien hasta podría decir que esta ausencia ha sido incentivada por los gobernantes, pues de este modo continúa la extracción de petróleo, carbón y otros minerales de forma indiscriminada.
Me recuerda un poco esa relación de padres e hijos pequeños, en la que los hijos arman “perreta” cuando no se les da lo que quieren, y los padres, con tal de que se estén quietos y les permitan tener tiempo para sus asuntos privados, les proveen de lo que “desean” sin tener en cuenta el daño que le hacen a la criatura, a sí mismos y, por supuesto, al entorno.
Venezuela no fabrica autos – aunque ya existen algunos convenios internacionales y se experimenta en par de fabricas –, comprar un automóvil nuevo resulta de las acciones más caras, mantenerlo es peor – casi todos los cambios de piezas dependen de envíos desde el exterior-; sin embargo, las calles están llenas de toda clase de automóviles, desde los que, aparentemente, apenas emiten dióxido de carbono, hasta los que lo expulsan de un modo casi asesino.
Creo que así llaman al Dióxido de Carbono, el asesino silencioso.
Obviamente él no es culpable, por sí solo, de esta gripe que no quiere abandonarme.
Y, obviamente, mi gripe es solo un efecto menor en toda esta historia.
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(*) 5 bolívares es igual, aproximadamente, a 1 dólar según el cambio oficial.
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Presentamos las noticias internacionales en breve recopilada por Democracy Now el lunes 6 de mayo de 2024.
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