¿Qué poseemos los cubanos?

HAVANA TIMES – El día 9 de agosto fijé en el refrigerador (donde sujeto con imanes los avisos urgentes), una citación del Minint para mi esposo Yasser Castellanos, artista plástico y de hip hop e ilustrador de Havana Times.

Desde que nos unimos a la campaña “Artistas Cubanos contra el Decreto 349”, presentíamos que eso podía implicar “cruzar la línea”. Una línea que, al parecer, nos rodea, aunque no definamos su demarcación.

Cuando uno empieza a creer que parte de lo que nos afecta en Cuba puede transformarse, que somos los actores del cambio, aparece la línea para recordarnos que todo lo que se nos exige es pasividad.

El día 10 de agosto acompañé a mi esposo a la “entrevista”. El oficial a cargo del caso tuvo la cortesía de dejarme participar. El centro del debate (si así puede llamarse a una conversación en líneas paralelas), era un video difundido por Internet donde varios raperos expresan su desacuerdo con el decreto ley 349. Pero especialmente el concierto programado para el día siguiente en la sede del Museo de la Disidencia (MAPI), donde participarían esos exponentes del rap cubano. El objetivo del encuentro era dejar claro que no permitirían la realización del concierto.

El sábado 11 de agosto, los artistas que aún no habíamos sido detenidos, como le ocurrió a Yanelys Núñez y a Luis Manuel Otero Alcántara (el músico Gorki Ávila ya había sido sitiado en su propia casa), nos reunimos en la calle Damas, esquina a San Isidro, donde nos esperaba un despliegue de policías, miembros de la Seguridad del Estado y brigadas de Respuesta Rápida.

Después de un largo y desgastante diálogo (en líneas paralelas) con los decisores de la Cultura, estalló la protesta, se activaron los represores, y la escena se volvió dantesca.

Yo me fui antes del estallido, pero he reunido emotivas impresiones del suceso. Por la exaltación con que lo cuentan Amaury Pacheco, poeta y coordinador del Festival Poesía sin Fin; Iris Ruiz, actriz y activista; Michel Matos, creador de los gigantescos eventos Festival Rotilla y Puños Arriba…, y por los videos grabados por los vecinos del barrio de San Isidro, los verdaderos protagonistas.

Cubanos que no corean el ¡Viva Fidel! iniciado por los de Respuesta Rápida, que se percatan de la violencia desatada contra un grupo de inofensivos artistas, gritan: “¡Suéltalo, suéltalo, suéltalo!”  a los represores que intentan meter a Amaury dentro de la patrulla (tres hombres contra uno), cubanos que golpean el carro policial, (se indignan ante tanta injusticia).

Los artistas no tuvieron que hablarles, convencerles, ofrecerles garantía de impunidad, regalías a cambio de su apoyo. Cruzar la línea de la sugestión es inevitable. La verdad es simple, visible, irrefutable, aunque ahora les digan que no eran artistas, sino terroristas y mercenarios.

Aunque a cada uno se le haya acuñado un estigma: CR (contrarrevolucionario), que cargará como las campanas impuestas en el medioevo a los enfermos de lepra.

Ellos poseen incluso la semántica. Poseen la patria cuyo destino nos arrastra a todos. Poseen las fronteras y los documentos. Ahora privatizaron la bandera, el himno, los mártires. Poseen los hoteles, las instituciones, la voluntad de los funcionarios. Poseen las calles.

A partir de diciembre de este año decidirán lo que ocurra en el interior de nuestras casas.

Nosotros (los cubanos, artistas o no), como se vio el 11 de agosto en San Isidro, poseemos la capacidad de discernir lo que es cierto. De decidir defender lo que es justo. Ningún decreto ley tiene el poder de arrebatarnos eso.