Pensar en el Poderoso Caballero

Rosa Martínez

La cola del pan. Foto by Stephen Wong.

HAVANA TIMES, 15 nov.  — El día del cobro es un día feliz para mucha gente, el dinero remunerado por el trabajo de un mes es motivo para un poco de bienestar. Yo, particularmente me pongo de muy mal humor cuando recibo mi salario, solo el pensar que debo realizar mil cuentas para que no me quede nada imprescindible sin comprar, me irrita.

Hace unos días le comentaba esto, de forma jocosa, a un amigo italiano que vivió en Cuba durante 5 años.

Mi amigo Paolo contestó diciéndome que los cubanos le damos mucha importancia al dinero.

“Yo sé que los salarios en Cuba no alcanzan para mucho” -me dijo-, “pero al menos ustedes aquí tienen cosas que no se comparan con nuestro país.” Me mencionó la educación y salud gratuitas, me puso el ejemplo de un examen médico que le costaba unos 300 euros, porque si esperaba por el servicio estatal, posiblemente estuviera muerto para cuando se lo hicieran.

“No deberían pensar tanto en el dichoso dinero, quizás así logren estar más conformes,” acabó diciéndome.

Si no fuéramos amigos desde hace tanto tiempo y no supiera el cariño que me profesa, su palabras me hubieran irritado más que mi pobre salario, pero no me dejé llevar por mi primer impulso, le respondí con calma.

“Yo creo que sí, Paolo, tienes mucha razón.  Nosotros pensamos demasiado en el dinero, nos pasamos gran parte del tiempo hablando de la crisis económica, de las excesivas carencias, de la economía deficiente, del robo, la malversación de recursos.  Casi todas las conversaciones entre cubanos acaban así: ¡Qué malo está esto!”

El malecón de La Habana. Foto: Yosvani Deyá

En ese momento recordé incluso los comentarios de Germán Castillo y de Luismi de Sinope a mi trabajo El sueño de una cubana, y me acongojé.  Soy egoísta -me dije-, no debía quejarme tanto, debía estar agradecida por lo que tenía hasta ahora.  No bastante, respondí a mi amigo.

“Paolo -le dije-, imagina que aquí en Cuba tú tienes una niña de 9 años que asiste a  una escuela primaria.”

Te hago tres preguntas simples: ¿alguna vez tu niña faltó a clases porque se le rompieron los únicos zapatos que tenía?

¿Alguna vez tu hija te pidió un juguete sencillo, y no pudiste complacerla porque tu salario no alcanzaba?

¿Acaso has tenido pesadillas alguna vez porque al otro día no sabes qué dar de comer a tu niña?

“Sí, Paolo” -continué- “los cubanos pensamos demasiado en el Dinero.”

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