Escribir para HT y no tener una máquina para hacerlo

Regina Cano

HAVANA TIMES — Gentes! asimismo como dice el título, no tener una laptop para las muchas cosas que acostumbraba a realizar se va convirtiendo poco a poco en algo difícil de sostener, pues este hecho me ha cambiado el panorama como el orden de un mundo que se da vuelta 180 grados dejándote con la cabeza colgando. Y suena loco no tener como escribir para un medio digital, siendo esto el resultado que uno espera.

Esta descripción que parece dramática, pero para nada llorosa, es la derivación de la búsqueda de maneras de contrarrestar la limitación al querer cumplir mis compromisos desde hace meses, porque una de esas llamadas “rachas” hizo que se rompieran varios efectos electrodomésticos a la vez en mi entorno, entre ellos mi querida laptop, la cual no parece tener remedio por ahora, además de mi cámara fotográfica.

Pues a partir de este momento comenzó un deambular por la ciudad procurando pedir favores a amigos, quienes hicieron un aparte en sus ocupaciones para prodigarme algunas horas de labor.

En un principio -y como todo buen cubano- muchos dijeron: “…que sí muchacha”. “Ven pa’ ca’”, “Tú verás que no hay problema”, pero gentes! como todo proceso muy distendido en el tiempo las cosas han ido cambiando y entenderán que todos tienen creado sus propios espacios con agendas apretadas -sean domésticas o profesionales-, a través de las que sobreviven en esta vida.

La peor parte ha sido estar a punto de perder dos amistades que se sienten atemorizadas por las griterías mediáticas -desde el país- que entre sus logros está el amedrentamiento, al punto de que la gente prefieran poner en peligro lazos amistosos antiguos, antes de hablar claramente del miedo que los embarga, porque sienten la desprotección de la pequeña sombrilla que cada uno soporta por sí mismo.

Esto, desgraciadamente, me recuerda o también refleja de otra manera, aquellas situaciones de: si tu familia se fue para Miami, tu ideología no te permite comunicarte con ella.

Y gentes, no me siento con el derecho de criticar la actuación de estas dos personas, pues entiendo en primer lugar, el alcance que tiene este tipo de amenaza -proyectada en todas direcciones- que hace que la gente practique una hipocresía en la que no cree y la obliga a ser neutra. Además de revelar la debilidad de ser individuos que no quieren ser censurados, reprimidos o afectados por sostener una relación con alguien que escribe para un medio digital o permitirle la realización del escrito, porque siempre esperan sea para su mal.

Por otro lado, entre los espacios oficiales -que existen para estar en contacto con una computadora con los que he intentado y que prestan un servicio igual están el joven club más cercano que me brinda dos horas al día y el otro una biblioteca especializada, pero de acceso público, donde una memoria de 8 gigas demora unas tres horas para ser escaneada por un antivirus.

Por suerte para mí el resto de las amistades o compañera(o)s mantienen su ofrecimiento, con cuya anuencia sustento digitalmente ciertas intenciones de vida.