El hábito de lectura de los habaneros

Regina Cano

Feria del Libro 2014. Foto: Juan Suárez

HAVANA TIMES — Uno de los eventos culturales más importantes que tienen presente los habaneros en la memoria, es la bien difundida Feria Anual del Libro de la Habana, que acontece en su sede principal del “Complejo Histórico Morro-Cabaña”.

Y desde que su anuncio sale en los medios, los capitalinos planifican un espacio de tiempo para asistir a ella, como quien va de fiesta.

Cada año me pregunto ¿en cuánto es una ilusión la afirmación reiterada que la gran afluencia de personas lo determina un desmedido interés de una población amante de leer y loca por comprar libros? ya que se interpreta como igual el número de concurrentes por lectores y por consiguiente que el hábito de lectura va en aumento.

Cierto es que la gente compra libros, pero también es real que las Ferias del Libro actuales contienen una diversidad de servicios que las hace mucho más atractivas que antaño, convirtiéndose en una de esas importantes salidas en familia que agrada a todos, pues se han multiplicado las diversiones infantiles y las ofertas gastronómicas en ambas monedas: dulces, comidas, bebidas refrescantes y alcohólicas; sumándole comprar un libro que otro, además de los conciertos en la tarde-noche y algunas prestaciones más.

Entonces, los detalles varían. En la Feria hay puestos más populares que otros, con libros de fácil lectura como: los bolsilibros, minilibros, novelas rosas y las publicaciones para la satisfacción de los nenes, quienes espolean a las madres: “Otro más, chica, anda!” ante los libros de cuentos, juegos, cantos, poesía, de historietas y para colorear -estos dos últimos preferidos, sobre todo si están bien encuadernados y muy ilustrados.

Así mismo, la mayoría de las mujeres además de las novelas del “corazón”, buscan textos de habilidades manuales que puedan darles herramientas a las actuales o futuras cuentapropistas: costura, tejido, peluquería, cocina -pues la superación para este tipo de empleo no siempre está a la mano-; así como libros de autoayuda y similares.

Algunas y algunos llevan reservas de libros para “Rifa” (sorteo) o regalos del próximo cumpleaños de su hija(o). Y hay quienes los compran para revender en sus negocios  -inversión necesaria de las nuevas relaciones de trabajo.

Muchos hombres, por el contrario, -casi siempre los acompañantes en estos grupos familiares- no compran para sí y más bien son los proveedores de los “pesos” que permiten todo el consumo.

En general, es usual la compra para leer y después regalar o por el beneficio aplicado, o para el entretenimiento, estos últimos los que más fácilmente terminan acompañando a la basura.

El hábito de leer  -más de 20 años atrás- fue algo ganado por los pobladores citadinos y me aventuro a suponer que para el resto de la isla también esta práctica ha ido perdiendo validez, aunque sin embargo se defienda el espejismo de su salud.

Hoy vivimos en una Cuba poco digitalizada, donde la literatura impresa podría aún sostener una jerarquía en comparación con las amplias bibliotecas digitales que le dan la vuelta a la ciudad.

Madres y padres, desestiman lo importante de narrarles o leerles a sus hijos cuentos infantiles o historias de la tradición oral o relatos de la familia, modo más natural de obtener su interés. A esto se suma lo poco efectivo que han sido las escuelas de enseñanza básica en forjar una inclinación hacia la lectura -un complemento irrecuperable en el futuro-, reservándose todo esfuerzo para conocimientos imprescindibles.

La lectura enriquece culturalmente, agrega conocimiento, mejora la ortografía, la interpretación, la creatividad intelectual y práctica, herramientas que ayudarán en niveles mayores de entendimiento, búsquedas, toma de decisiones y soluciones futuras, siendo las primeras edades el mejor período para lograrlo.

Antiguamente (antes del 59), muchas personas en las ciudades sabían leer y aspirar a tener un modo de vida mejor, incluía tener al menos un pequeño librero en casa, que formaba parte del camino para llegar a tener mejor educación, mejor empleo, mejor economía.

Hoy en día, los libros envejecen en las librerías a la espera de rebajas, aunque no siempre las publicaciones son atrayentes, y muchos son residuos de la Feria. Además, ya no es común encontrar libros o libreros en las hogares familiares, a no ser de profesiones recientemente estudiadas o de estudios actuales.

Entonces, debemos preguntarnos, ¿es real que el hábito de lectura se incrementa cada vez más, cada año? ¿No son estas estadísticas simples agujeros rellenados?

La Feria del Libro del 2014 ha concluido -dando su recorrido habitual por el resto del país- puede que en otros lugares de Cuba tenga otro tipo de acogida, pero la capital se complace con ella, como en cualquier parte del mundo se disfruta de un espacio de variedad y atracciones.

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