Libre tras tres días más en prisión por ser periodista independiente

Osmel Ramírez Álvarez

HAVANA TIMES – A las 3:30 de la tarde de este viernes 22 de junio he sido liberado. Estuve prisionero tres días en una celda de la estación de la policía de Mayarí, Holguin. En esta ocasión no fui llevado al centro de instrucciones de Pedernales conocido como “Todo el mundo canta”, donde fui confinado la vez anterior, en noviembre del 2017.

Ya sumo seis días de prisión política, porque aunque solo soy periodista la Seguridad del Estado me trata como a los disidentes, como un asunto político intolerable. Según me dijeron frente a mi familia y luego solo, ya se me acabó la tranquilidad. Seré detenido cada vez que escriba un artículo. No sé si cualquier escrito, como este mismo que ahora publicaré informando, o se refieren a los que normalmente más los molesta.

Incluso me amenazan con detenerme si me ven navegando en la WIFI y hasta con cerrar mi cuenta en internet. Aseguran que me hacen un expediente y tras varias detenciones ya tendrán suficiente material para llevarme a juicio y apresarme por un tiempo más largo. Supongo que será “Peligrosidad social pre-delictiva”, porque hasta hoy ni ellos ni la Fiscalía me han podido decir qué ley violo con mis escritos.

La celda de 7.5 m2 para 4 personas era un horno. Todo el tiempo uno está bañado en sudor. La cama es de cemento, sin sábanas y solo en la noche una colchoneta sin forro, llena de sudor, y sabrá Dios qué cosas más, de todos los presos que han pasado antes. La comida horrible, ni siquiera la comí, solo el café, un pedazo de mortadela el segundo día y agua. Por eso perdí 6 libras.

Los artículos que más los molestaron fueron: uno publicado en Diario de Cuba sobre la detención de un criador porcino importante y también el de Havana Times sobre la corrupción. Según la Seguridad del Estado no tengo derecho a publicar sobre el trabajo del MININT ni opinar sobre temas que desprestigian al país. A eso llaman “hacerle el juego al enemigo”, “contrarrevolución” e incluso me tildan de “mercenario”.

Me achacaban también la opinión de la hermana del científico prisionero Ariel, en un trabajo de Lynn Cruz, (Dos hermanos batallan contra una enfermedad letal: “criticar al gobierno cubano”) sobre la capacidad intelectual de los agentes de la seguridad. Es el colmo, tal vez fue un error o tal vez intencional, no lo sé. Pero se notaban enojados por una opinión que ni siquiera estaba en un trabajo de mi autoría.

De nada me sirvió explicarles que no soy mercenario porque no trabajo al servicio de nadie y que tengo mis propios ideales, que mueven mis acciones. No comprenden otra forma de servir a la Patria que no sea seguir ciegamente a los líderes. Me encerraron amparados en un delito ajeno totalmente a lo que hago: algo relacionado con perjurio en un proceso judicial, en el artículo 245. Por supuesto que no lo firmé.

Estos tres días fueron un castigo por mi osadía de ser un periodista independiente en Mayarí, donde al parecer la intolerancia es mayor que en el resto de la isla. Ya he sido detenido dos veces por tres días, me registraron mi casa, me incautaron bienes y me prohíben viajar al extranjero desde hace más de siete meses. Según me aseguran “no me lo permitirán nunca más” porque me ven “potencial político” que puede ser captado en el exterior para “fabricar un proyecto contrarrevolucionario”.

Evidentemente no me conocen. ¡Fabricarme a mí! -Ya yo estoy hecho y solo me debo a mi país. Ellos no aceptan mentalmente que alguien extranjero pueda estar ayudando en una causa cubana. Creen que en tal caso es el cubano el que ayuda o es reclutado como mercenario al servicio del extranjero. Al parecer nos creen incapaces de tener ideales propias si son discordantes con el proyecto oficial. Una visión de la situación nacional muy errada y obtusa, denigrante del cubano, que hasta parece sincera cuando la esgrimen. Superarla es sin dudas un imperativo para que cambien.

Según mis captores si continúo escribiendo, haciendo periodismo ciudadano independiente, puedo caer preso nuevamente en breve, ser juzgado y hasta me dicen que me quitarán todos mis bienes que me quedan, asumiendo sin razón que me los “ha comprado el imperio”.

Ni siquiera una sola persona en representación del “imperio” me ha regalado un solo dólar. Son muy pocos mis bienes y los he sudado hasta demasiado. Mi familia sufre mucho todo esto, mis padres enfermos, mis hijos y mi valiente esposa. Mis amigos y vecinos quisieran ir a gritar “liberen a Osmel”, pero el miedo solo les permite murmurar.

Bueno, ya estoy libre. Espero que dure mi libertad.

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