La respuesta “sin respuesta” de la Fiscalía por las vejaciones a mis derechos humanos

Por Osmel Ramírez Álvarez

“Salí en la mañana del sábado de la casa de usted con una impresión tan penosa, que he querido dejarla reposar dos días, para que la resolución que ella, unida a otras anteriores, me inspirase, no fuera resultado de una ofuscación pasajera, (…), -sino obra de meditación madura: (…)”

Ventanas. Foto: Juan Suárez

HAVANA TIMES – Fue esta cita martiana lo que vino a mi mente al salir de la Fiscalía de Mayarí, en la mañana de este martes 11 de septiembre. Estas palabras dirigidas a Máximo Gómez, el 20 de octubre de 1884, para romper su compromiso de participación en el Plan Gómez-Maceo por discordancias insalvables en aquel momento, describen lo que sentí, “una impresión penosa”.

Recibí ese día la “respuesta” a mi queja por las detenciones arbitrarias, incautación de medios de trabajo y limitación a mi libertad de circulación al “regularme” o prohibirme viajar al extranjero por parte de la Seguridad del Estado.

Fue en primer lugar una respuesta forzada por mí insistencia. Desde noviembre del 2017 presenté la primera queja y nunca hubo respuesta. Al parecer, el documento “se perdió” y nadie encontró mi queja. Volví a presentarla el 19 de junio de este año y tuve una respuesta inmediata, en solo tres horas fui detenido nuevamente por tres días más y amenazado con más cárcel, incautaciones de bienes, actos de repudio, detenciones en la WIFI, y cosas así.

QUEJARNOS es el único derecho que tenemos los cubanos frente a cualquier cosa que haga el Minint y consideremos arbitraria. Jamás podríamos acusar ni elevar ni exigir nada. La Fiscalía General no tiene jurisdicción sobre el Minint, solo tramita quejas y sirve de intermediaria sin opinar en la respuesta. Ante la queja solo tenemos derecho a eso, a una respuesta, no a soluciones ni siquiera a que la respuesta tenga sentido ni apego a las leyes y a la Constitución. Si te dan una respuesta aunque sea absurda ya la Fiscalía cumplió contigo.

Así fue la respuesta que me dieron, ABSURDA. Ya esperaba que fuera una respuesta sin respuesta, pero no tanto. Lo fue tanto pero tanto que me sorprendió, me quedé atónito. Hasta que me acosté muy tarde en la noche me sentí mal, con un inmenso peso en mi corazón, como quien tiene un familiar grave con una enfermedad de esas que llaman “penosa”. Porque así veo a mi país, muy enfermo y no sé cuándo podamos curarlo.

Intentaré describir a memoria la respuesta de la Fiscalía, que en primer lugar se negaron a darme por escrito como yo quería. Fue de seguro la orientación de los que ellos deberían investigar en mi caso, que lejos de dar explicaciones o satisfacciones en realidad le dieron órdenes. Fue leída frente a mí. Describieron mi queja primero y luego la respuesta que les dio la Seguridad del Estado. Habían hecho contra mí por una denuncia con número tal, donde se me imputaba “divulgación de propaganda enemiga”.

¡Imaginen! –escribir aquí en Havana Times y en Diario de Cuba sobre los temas nacionales, sobre cosas que pasan en mi localidad y país en general y dar mi criterio u opiniones de otros, es “propaganda enemiga”. ¿Quién es el enemigo?, ¿cuál es su propaganda? y ¿por qué mi opinión y lo que pasa en mi cooperativa o en mi pueblo pertenece al enemigo y no a mí, si fue analizado por mí o visto por mí? ¿Acaso yo soy el enemigo?

Uno siempre es enemigo de algo. En mi caso lo soy del autoritarismo. Yo defiendo la democracia directa, participativa y claramente representativa. Creo que todos los derechos humanos son igualmente importantes y deben ser respetados, por eso me opongo al canje de estos.

Es ese mi crimen, opinar sobre estas cosas y querer un país mejor. Y es muy triste para mí ver que los que me vejan y pisan mis derechos humanos como castigo por atreverme a hacer uso de ellos con mis propias ideas, se llaman a sí mismos “defensores del socialismo”.

Soy socialista y estoy completamente seguro que aquel que viola los derechos humanos ya deja de ser socialista automáticamente. Y aquel que pone dique a la democracia en vez de promoverla y profundizarla también deja de de ser socialista si alguna vez lo fue realmente. No importa cómo te autodefinas sino lo que dices y haces. Más lo que haces que lo que dices, eso es lo que te define.

El lenguaje de la respuesta era tan arcaico, radical, fundamentalista y falso que me dio asco, vergüenza y pena, ¡mucha pena! Aún no me recupero emocionalmente, yo que me creía listo para no perder la calma ante cualquier barbaridad. Por eso dejé reposar un día, al menos, las emociones de esa experiencia tan amarga, como hizo Martí, para no trasmitir tanto pesar.

En la respuesta sin respuesta decían que solo por la acusación (espuria) mis bienes no serían devueltos. No les hace falta un delito probado en un juicio por un tribunal para definir culpabilidad y dictar sentencia. Quedé perplejo. Las dos jóvenes fiscales estaban muy serias, solo leían y se negaban a discutir los muchos por qué.

“Este no es el marco para discutir sobre esas cosas”, me dijo de ellas cuando le pregunté si acaso esa respuesta no evidenciaba que me violaban mis derechos humanos. ¿Cuál es el marco entonces? –no hubo respuesta. ¿Por qué no se menciona la regulación de viajar, la limitación a mi libertad de circulación sin mediación de tribunal? –igualmente sin respuesta.

Este es nuestro sistema de justicia; estas son nuestras leyes; y ya vemos quiénes son los que están por encima de ellas. Así de desprotegidos estamos los ciudadanos cubanos y en Ginebra ¿nuestros juristas? hablaron de “debido proceso”; y en la nueva Constitución se menciona “un estado de derecho socialista”.

¿Qué entenderán por semejante calificativo? ¿Será acaso el imperio de la ley a favor de intereses sectarios o de carácter selectivo? En mis encuentros con la Fiscalía no he visto ni el imperio de la ley ni la justicia.

Por eso pensé en la Carta martiana, en lo que sintió Martí escuchando aquella plática pro-autoritarias de Maceo con Gómez, confundidos después de la triste experiencia de una guerra fracasada. Fue una carta triste y contundente al generalísimo, que a mi juicio y de otros, es su verdadero testamento político (más que la carta inconclusa a Manuel Mercado en mayo del 95). En ella están mucho mejor planteadas sus ideas políticas y democráticas. Estas son otras de las citas:

“Un pueblo no se funda, General, como se manda un campamento”; “¿qué garantías puede haber de que las libertades públicas, único objeto digno de lanzar un país a la lucha, sean mejor respetadas mañana?”; “(…) a lo que en aquella conversación se me dio a entender, a una aventura personal, emprendida hábilmente a una hora oportuna, en que los propósitos particulares de los caudillos pueden confundirse con las ideas gloriosas que los hacen posibles; (…) –no prestaré yo jamás mi apoyo. –Valga mi apoyo lo que valga (…)”

En otra ocasión el sentimiento de rechazo al autoritarismo embargó al Apóstol en México cuando asumió el poder Porfirio Díaz. Después de tanta separación con su familia estaba finalmente rodeado de ellos, también de reconocimiento profesional, amigos y hasta de su futura esposa, y sin embargo decidió marcharse de aquel país donde lo asfixiaba la limitación a la libertad. Y se fue a Guatemala.

Me duele confesarlo pero ya desde hace un tiempo me siento así en mi Patria. Es por experiencias como esta con Fiscalía y las vejaciones que sufro a manos de la Seguridad del Estado que uno va sintiéndose poco a poco un paria en su propia tierra.

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