La función de los Azules

Osmel Almaguer

HAVANA TIMES — El Azul de la parada de mi casa se gana el salario sin hacer nada. O mejor, no se lo gana; lo cobra. Cada mañana lo veo solitario bajo la sombra de un árbol, con su característica vestimenta color índigo.

Un Azul, para los que no sepan de qué se trata, es un funcionario estatal perteneciente al Ministerio de Transporte (MITRANS), que labora en las localidades de La Habana garantizando que los carros estatales trasladen gratuitamente a la población.

Sustituyeron en la capital a los famosos Amarillos, los cuales, siguen cumpliendo la misma función en las zonas rurales del país.

Cuando crearon este cuerpo, la situación con el transporte estaba grave. Ahora simplemente está mal, pero no tanto, por lo que la presencia de los Azules en las paradas de la capital ha dejado de tener impacto, y tal vez sentido.

En el caso específico que me ocupa, (el del Azul de mi parada) sospecho que su aislamiento se debe en parte a las condiciones antes expuestas, pero también a la calidad de su trabajo, su ética y su efectividad.

Este Azul se ha dirigido a la gente de manera incorrecta en más de una ocasión, e incluso ha llegado a pedirles remuneración por hacer su trabajo. Aunque desconozco el salario exacto de este tipo de funcionario, puedo asegurar que no le alcanza, como a todos, pero eso no le da derecho a pedir dinero a la población.

Cada mañana, mientras lo veo cabizbajo y aburrido bajo el árbol, pienso en la posibilidad de recurrir a sus servicios, pero luego me arrepiento. Supongo que tal vez yo no sea el único al que esto le sucede. Prefiero arriesgarme con el transporte urbano que, aunque mejorado, sigue siendo impredecible y provoca demasiado roce personal.

Toca al MITRANS reevaluar la utilidad de los Azules, sea de forma general o pormenorizada. Tal vez en otros lugares aún funcionen, pero al menos el de mi parada, no.

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