La cuenta no da

Osmel Almaguer

En los años 80 era común encontrar monedas de a un centavo tiradas por el suelo.  No eran útiles para la gente.  Las cosas más baratas costaban cinco centavos, y los precios eran puestos de cinco en cinco, o de diez en diez, y así sucesivamente.

Sin embargo en los años cincuenta la situación era totalmente diferente.  Un centavo podía ser motivo de disputa entre dos personas.  Con un centavo se podía comprar al menos un dulce, y no era común encontrárselos por el suelo.

Hoy, no solo los centavos se han vuelto inservibles. Sino que un peso no alcanza para comprar aquel dulce de a un centavo que vendían antaño.  El peso cubano se ha convertido en una especie de céntimo del CUC, la moneda dura.

Hace mucho que se habla de unificar ambas monedas.  No creo que esto suceda pronto.  Para ser sincero, aunque parezca radical, no creo que se haga nunca.

¿Cómo se llevaría a cabo tal operación?  ¿Se le daría un nuevo valor al peso cubano?  ¿Se eliminaría este para dejar al CUC rigiendo nuestra economía?  ¿Quedaría el peso como única moneda y con su actual y pobre valor?  ¿Cuánto pagarían entonces al trabajador promedio?

Muchas preguntas se me presentan y me hacen pensar en este cambio como en algo tan incomprensible para mi mente como la noción del infinito.

Pienso que hágase lo que se haga, la relación actual entre moneda-salario-precios es ridícula, y se hace necesario un cambio.  De lo contrario la cuenta seguirá sin dar, y la cosa se seguirá poniendo mala.