Mi tío vino del Yuma

Nonardo Perea

Pedaleando por la ciudad. Foto: Juan Suárez

HAVANA TIMES — Hace seis años se fue y apenas hace unos días mi tío está de vuelta, venía acompañado por la esposa que apenas hace un año salió del país por reunificación familiar.

Han venido a visitar a los suyos. No pude ir a visitarlo el primer día porque a consecuencia de mi accidente me fue imposible ir a verle, aunque pude tener una conversación telefónica en la que me expresó su deseo por verme, y no dejó de decirme que me había traído un presente: un par de tenis, por supuesto cuando uno viaja ya sea a Japón a Venezuela o a Haití tienes que traer un regalo, porque en Cuba todos estamos necesitados de algo y si por casualidad no traes nada a nadie, te llueven las críticas.

Yo no quería nada, aunque no puedo negar que un par de tenis no me venía mal porque siempre he tenido problemas con el calzado, y ahora mismo, solo tengo un par de tenis y unas sandalias, con eso soy feliz, además de que no necesito más.

En los sucesivos días, supe que el primer día la casa de la esposa de mi tío se llenó de familiares de la esposa y se formó el sal pá fuera.

Como si se tratase de una comedia, todo el mundo empezó a coger todos los regalos, y ni siquiera respetaron los que venían etiquetados con nombres.

Mi tío estaba tan atormentado que ni siquiera se interesó por la repartición, según me contaron mis otros tíos, fue un relajo, como esos que se forman en una piñata de muchachitos donde todos empiezan a coger lo que pueden.

Finalmente, cuando ya estaba en condiciones de poder caminar sin problemas, fui a visitar a mi tío. En cuanto me vio, me dio un abrazo y me comunicó que se habían perdido los tenis que me había traído como regalo, pero que no me preocupara que él me mandaría otros en cuanto llegara a Texas, que es donde vive.

Apenas hablamos, él solo tuvo tiempo para sacar un gran celular que puso en mis manos para mostrarme unos vídeos y se fue a dar un baño porque tenía que irse pues lo habían invitado a una comida. Me dejó sentado en el sofá viendo las imágenes de su trabajo: un supermercado donde hay todo tipo de comida y frutas. Salió del baño, y entre risas y chistes tomó el teléfono.

Luego me despedí de él, no sin antes saber por boca de mis demás familiares la incomodidad que tenían con mi tío porque la esposa sí había traído de todo para su familia, incluso dos televisores de pantalla plana, y él para los suyos, que son varios hermanos, apenas ni había comprado comida para abastecerlos.

Ayer mi tío regresó a Texas, y no lo volví a ver, ahora voy a sentarme a esperar por los tenis.

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