¿Se trata de tí? ¿Se trata de mí?

María Matienzo Puerto

HAVANA TIMES, 12 abr — Hay monedas falsas circulando por las calles de La Habana, y no es una metáfora, ¿bien? Hace ya un tiempo alguien me lo había hecho notar.

Las monedas de 1 cuc deben ser revisadas cada vez que se recibe un cambio. ¿Cómo se da uno cuenta? Pues debe cuidar que el escudo y la otra cara no estén en el mismo sentido. O sea, las que están en sentido contrario son las legítimas.

Lo más cómico es que lo mismo la recibes en la casa de cambio del estado (Cadeca), que en una tienda, que de un vendedor particular que te toca a la puerta para venderte frijoles.

A mí me sucedió que fui a la Cadeca y cuando recibí las monedas y las reviso, una de ellas era falsa, entonces la cajera en un tono agresivo me preguntó si me pasaba algo. Claro está, ni corta ni perezosa le reclamé mi derecho a recibir el dinero lícito.

Ella se ofendió y el guardia de seguridad se me arrimó como si yo fuera una amenaza pública o una ladrona de banco.

Después de recibir ella y el guardia mis explicaciones fuertes y claras, me cambiaron la moneda porque a nadie le convenía que el escándalo llegara más allá de las cuatro paredes de acrílico que componen esos cubículos.

Sin embargo, me fui con la sensación de haber sido coaccionada.

Primero: ¿Quiénes ponen las monedas falsas en circulación? ¿Los cajeros, los dependientes, los vendedores? ¿Es que está todo tan fuera de control que ya da lo mismo que uno pague con moneda falsa? ¿Cómo es que algunos te reclaman la legitimidad del dinero con que le pagas y otros no?

Segundo: ¿los custodios, los guardias, están ahí para intimidar a los usuarios? ¿Cuánta fuerza tienen esa gente para maltratar o para intervenir en cuestiones que no le atañen directamente, como es el cambio de dinero?

Tercero: ¿no somos todos ciudadanos de una misma nación? ¿Cómo lo que es una injusticia para mí no va a serlo para tí?

Ahora lo que viene es una mala palabra. Pero no. En estos casos lo que no podemos es perder la paciencia.

Cuando salí de la Cadeca sentí que yo era la conflictiva, la desfasada, a nadie le importa lo que sucede.

Ya sé que otras veces he hablado de que la gente se traza sus estrategias de sobrevivencia en una sociedad caótica y descerebrada, pero ¿hasta dónde vamos a llegar?

¿Hasta cuánto es posible ser indiferente con lo que sucede a nuestro alrededor?

Ya sé que son demasiadas preguntas, pero ¿cuánto ha calado la inoperancia, la burocracia, la ineptitud, la desidia, la apatía en la sociedad cubana?

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