Mapa de frustraciones. Lupe

María Matienzo Puerto

HAVANA TIMES — Cuando Lupe llegó a la casa y preguntó de quién era la cartera que estaba encima de la mesa, el marido le contestó: -me la encontré en la calle. No importó que lo encontrara completamente desnudo o que en su casa hubiese un olor diferente.

Despistada, entró en el cuarto y reaccionó. Había otra mujer escondida debajo de su propia cama.

No hubo escándalos. No quería que los vecinos se enteraran. Ella dio tiempo a que la mujer saliera y la desilusión quedó encerrada en su apartamento.

Eso ocurrió cuando Legna tenía 14 años y a penas empezaba el período especial.

Imagino a Lupe haciendo un recuento de su vida y llegando a la conclusión que no tenía para dónde huir.

Su casa materna era un cuarto de solar donde vivían cuatro hermanas con sus maridos y algunos niños que empezaban a llegar.

El apartamento era del marido y ella como maestra no tenía ninguna posibilidad (por muy destacada que fuera) de que le “otorgaran” una casa. En fin, la opción era tragar en seco y mirar al frente.

Su venganza fue tratar de que su hija no corriera la misma suerte. A Legna le enseñó que no valía la pena enamorarse de ningún hombre, que todos eran iguales, que lo mejor era tener una relación por dinero.

Pero a Legna tampoco le salió muy bien su estrategia.

Después llegó la etapa alcohólica del marido y una vez más Lupe reconoció que no tenía para dónde huir.

Para entonces, la crisis económica hizo que las posibilidades de recibir una casa por sus méritos o por la vía de la microbrigada no fueran ni siquiera una esperanza.

Comprarse una casa todavía es un imposible, por la ilegalidad de entonces y por la falta de dinero, siempre.

Ella a lo mejor no confiaba tanto en la revolución, pero sí en el amor, en su marido, y en lo que hubiese podido hacer con su propio esfuerzo.

Ahora mismo ella no tiene más aspiraciones que ganarse la lotería y maldecir al marido todo lo que puede por la vida que se ha visto obligada a llevar.

Esta es otra historia de las mujeres y las frustraciones de un estado que (aunque diga lo contrario) prioriza y facilita más derechos a hombres que a mujeres.